Primero fue el titular de la Secretaría de la Defensa, quien se negó a acudir a rendir cuentas ante sus verdaderos jefes: los ciudadanos –a quienes representan los diputados–, según lo establece la propia Constitución.
Luego, a manera de concesión graciosa, el general Luis Cresencio Sandoval aceptó responder a los representantes ciudadanos –a los diputados federales, a quienes la sociedad encomendó el mandato en el Congreso de la Unión–, pero condicionó a que el encuentro se llevara a cabo en su despacho, de la Sedena.
Al final, un supuestamente ofendido militar dijo que no, que siempre no habría encuentro con los diputados federales y que –en cambio–, prefería cancelar la reunión ya que un diputado le hizo llegar una carta en la que, según su peculiar sensibilidad dictatorial, le faltaba al respeto.
¿Es una falta de respeto exigir el cumplimiento de la ley y reclamar la rendición de cuentas ante los verdaderos mandates, que son los ciudadanos?
¿Qué parte de la División de Poderes –del poder civil–, no entiende un general cargado de medallas al pecho, pero que protagoniza uno de los peores actos de insubordinación ante los verdaderos mandantes, que son el poder civil representado en el Congreso?
Lo cierto, sin embargo, es que tal arrogancia dictatorial –porque los militares en México ya se sienten dueños del país–, apenas era el principio.
Y es que la mañana de ayer –como si escondiera los secretos de su gobierno fallido–, el presidente no sólo respaldó la opacidad del general Sandoval y su violación a la Carta Magna, sino que dijo que era “politiquería”, que, por tanto, “no era nota” y los periodistas debían atender lo importante.
Es decir, resulta que, desde su púlpito mañanero, López Obrador dicta lo que deben atender y “reportear” y jerarquizar los periodistas y los críticos, a riesgo de ser colocados en la picota de los “traidores a la patria”.
Por eso, frente a uno de los más claros lances dictatoriales del presidente y de su jefe, el general secretario –queda claro que en México el presidente ya no es más que un pelele de “la bota militar–, obliga preguntar.
¿Qué están escondiendo, el general secretario y el presidente López Obrador?
¿A qué le temen, sobre todo cuando todos saben que la Constitución dicta que en México “el poder dimana del pueblo” y que los diputados federales son eso: representantes de los ciudadanos, quienes, a su vez, son los únicos mandantes en la democracia mexicana?
¿Por qué el presidente y el titular de la Secretaría de la Defensa violentan la Constitución de manera flagrante para esconder quién sabe qué transas, raterías, irresponsabilidad y abusos de poder?
Y como seguramente no tendremos respuestas a las interrogantes arriba planteadas, quienes ejercemos el género periodístico de opinión tenemos el derecho de formular tantas hipótesis como irregularidades aparecen en el jaqueo a la Sedena y en los fracasos evidentes en la seguridad pública.
Aquí las hipótesis.
1.- No es novedad, en México y el mundo, que militares, marinos y guardias nacionales mexicanos se han coludido con grupos criminales como el Cártel de Sinaloa –entre otros–, a cuyo jefe dejaron escapar, tanto AMLO como militares y marinos participantes del “culiacanazo”. ¿Le temen a rendir cuentas de esa violación constitucional, señores López Obrador y Sandoval?
2.- Tampoco es nuevo el trato deferencial del presidente a la familia de “El Chapo”, a quienes por cierto visitará de nueva cuenta en las horas que corren. ¿Hasta dónde llega la complicidad oficial con las bandas criminales, señores López Obrador y Sandoval? ¿Ustedes dos son parte de esa complicidad?
3.- Según las revelaciones de #GuacamayaLikes, no pocos gobiernos estatales y municipales de Morena mantienen vínculos con el crimen organizado. ¿Eso es lo que esconden, señores López Obrador y Sandoval? ¿Por qué no han actuado, si tienen toda la información?
4.- Para nadie es nueva la escandalosa corrupción que desde Palacio se estimuló entre los altos mandos militares, la marina y guardias nacionales, en obras faraónicas como el Aeropuerto Felipe Ángeles. ¿Cuántos altos mandos de Sedena y Marina participaron en el saqueo del dinero público en la edificación del AIFA, señores López Obrador y Sandoval? ¿Esa no es nota?
5.- Dice el tirano de Palacio que “no es nota” que el general Sandoval se niegue a comparecer ante los diputados. ¿No es “nota” señores Sandoval y AMLO, la reunión secreta del titular de la Sedena con el más importante jefe militar de Estados Unidos? ¡Qué trataron, qué acordaron, qué compromisos hicieron con Estados Unidos?
6.- En los cuatro años de gobierno de López Obrador, los jefes de la Sedena y la Marina se han reunido con militares de alto rango de Rusia, Cuba, Venezuela y otras dictaduras. ¿Por qué, para qué, a cambio de qué?
7.- Tampoco es un secreto que la Sedena y la Marina son las dos principales instituciones de espionaje. Y no es secreto el acuerdo entre México y Rusia para espiar a ciudadanos mexicanos y actividades norteamericanas. ¿A quién espían, señores López Obrador y Saldoval? ¿Cuál es el criterio? ¿Para qué el espionaje?
8.- El gobierno de Biden reveló, recientemente, que en México operan la mayor cantidad de espías rusos. ¿Cuántos espías rusos hay en México, señores López Obrador y Sandoval; que tartos hizo el gobierno mexicano con los rusos; a cambio de que dejarlos espiar a mexicanos y norteamericanos?
9.- El fracaso de la estrategia de seguridad está a la vista de México y del mundo. Hasta hoy son casi 150 mil las muertes violentas, son cien mil los desaparecidos; son 63 los periodistas asesinados; son 15 mil los feminicidios y casi llegan a 500 las masacres –muerte de tres o más ciudadanos en un evento–, además del escandaloso disparo en las atrocidades cometidas por las bandas criminales.
¡Temen, señores López Obrador y Sandoval, a responder a esa irresponsabilidad y a tal fracaso?
10.- Pero acaso el mayor escándalo es el fracaso en la seguridad pública en los tres ordenes de gobierno. ¿Ya olvidaron, señores López Obrador y Sandoval, las 150 mil muertes violentas; las más de cien mil desapariciones, los 15 mil feminicidios; los 63 periodistas asesinados, los miles de masacres; los niños con cáncer, la trata de personas…
¿Qué esconden, señores López Obrador y Sandoval?
La Constitución les reclama no sólo honestidad, verdad, congruencia y, sobre todo, sino resultados.
Al tiempo.