De manera elemental, por polarización política se entiende al fenómeno por el que la opinión pública de una comunidad dada se divide en extremos opuestos, disminuyendo la presencia e influencia de las posiciones moderadas. Varieties of Democracy define esta categoría como “la medida en que las diferencias políticas afectan las relaciones sociales más allá de las discusiones políticas”, como cuando los partidarios de bandos opuestos se niegan a participar en interacciones sociales.
La polarización del presente
Conforme las evaluaciones de expertos de esta fuente, la polarización política se ha incrementado de manera sistemática a partir de 2007 y hasta la fecha, elevándose el indicador correspondiente en más de una quinta parte de su valor estimado. En el caso de México, el ascenso es detectado de manera más tardía, a partir de 2015, pero con una pendiente mucho más pronunciada, al más que duplicarse su valor en el curso de apenas siete años. De hecho, a partir de 2019 ubica un indicador más alto en nuestro país que el que se observa en promedio en el conjunto de las sociedades del mundo.
Una realidad polarizada
Es tal la diferencia en apreciaciones sobre la realidad nacional que hoy nos afecta que, ante la revelación de múltiples eventos y detalles relacionados con actos de corrupción y acciones del ejército durante los años recientes, la lectura que se está dando es claramente opuesta entre seguidores del gobernante y sus críticos. Para estos últimos pareciera inexplicable que el Ejecutivo federal no dé respuesta a las variadas acusaciones de vínculos con el crimen organizado y desviaciones de recursos públicos por parte del gobierno y sus integrantes, mientras que para los defensores del régimen pareciera obvio que las acusaciones son meramente rumores que carecen de solidez y que no constituyen prueba alguna que demerite la credibilidad y respaldo hacia quien ocupa la silla presidencial.
En este contexto, las revelaciones sirven simplemente para reforzar las creencias y lecturas de la realidad política nacional de quienes se ubican en uno y otro polo. Se vive luego en una dualidad donde para quienes las denuncias son fundadas y demuestran el lodazal en que actúa un narco-estado pareciera claro que hay que buscar una alternativa en las elecciones de dentro de dos años y es obvio que las orientaciones de la ciudadanía se inclinarán en ese sentido, mientras que la contraparte pareciera no darse cuenta o no darle importancia a estas denuncias y asume que en el futuro próximo se ratificará la condición predominante de quienes hoy detentan el poder y se continuará por la senda de superación del fracaso del proyecto neoliberal hoy caducado.
Cuando los ciudadanos mexicanos vayan a las urnas en apenas veinte meses elegirán así entre la ruptura de la “sociedad civil” con un régimen fracasado y corrompido o la ratificación del mando transformador y reivindicador que es próximo al “pueblo bueno”. Nada que ver la comprensión de lo que sucede de unos con la visión de los otros. Mientras tanto, las fuerzas armadas parecieran velar armas, acopiando gases lacrimógenos para lo que haga falta en caso de que las cosas se salgan de control y la polarización política dé paso a enfrentamientos sociales.