Desde hace décadas, Hermosillo tiene problemas con el suministro de agua. Las y los habitantes de la ciudad han tenido que lidiar con la situación de diferentes formas. Aunque, para ser más preciso, ha sido una parte de la población la que ha tenido que aprender a manejar el problema: los más desfavorecidos. Los sectores acaudalados, como puede imaginarse, tienen diferentes estrategias y privilegios para no sufrir con la escasez de este recurso tan fundamental.
Pero no sólo eso, incluso algunos ricos viven en un desarrollo urbano de lujo llamado Las Riberas, donde existe un lago artificial. Pido al lector o a la lectora que imagine lo que representa la existencia de un fraccionamiento con lago privado en una ciudad donde el agua escasea y no se suministra de manera constante al resto de la población. Como se ve, el desarrollo urbano representa, en sí mismo, un nivel de privilegio y desigualdad notable.
Además, diversas investigaciones periodísticas documentan que la construcción de Las Riberas dejó mucho que desear desde una perspectiva ética y legal: la inmobiliaria Misión Veintiuno (propiedad de un sobrino del dueño de la cadena de tiendas Coppel y una hija de Eduardo Bours, ex gobernador de Sonora) cambió el cauce del río San Miguel para proteger el fraccionamiento de posibles inundaciones, pero afectando a cientos de personas que viven en los alrededores.
En un video de Vigilia Sonora (proyecto periodístico liderado por el sonorense Cayetano Lucero) se puede observar los trabajos de modificación del cauce del río (1). Desde marzo de 2015, el mismo portal denunciaba que las autoridades no “preveen las inundaciones que provocan estas modificaciones” (2), lo cual terminó sucediendo tres meses después, cuando hubo inundaciones que afectaron a más de 200 familias y que, según el periodista Milton Martínez, “fueron provocadas por particulares que levantaron bordos de protección en sus propiedades encauzando las avenidas de agua hacia las zonas habitacionales” (3). Martínez señala que uno de esos particulares fue la familia Coppel-Bours debido a su fraccionamiento Las Riberas.
En ese mismo artículo, Martínez denuncia que la familia Coppel-Bours tomó posesión de una parte de esos terrenos por medio del despojo. El periodista mantiene que Eduardo Bours (mientras aún era gobernador de Sonora) interpuso demandas contra campesinos y colonos que se negaban a vender sus tierras, las mismas donde su hija y su yerno construyeron el fraccionamiento de lujo en cuestión. Además de que “también ejercieron presión mediante amenazas de ministerio público, ataques armados, cortes de energía eléctrica ordenados desde la CFE; persecuciones y quemas intencionales de viviendas” (4).
Desde mi formación de historiador, pienso que Las Riberas se asemeja un poco al Hermosillo del pasado, el de nuestras abuelas y abuelos; es similar a las narraciones de cronistas que describen la ciudad como un lugar bañado por el río Sonora y donde las acequias y las grandes plantaciones eran parte habitual del paisaje. Ese paisaje cambió drásticamente con el paso del tiempo y, particularmente, con la construcción de la presa Abelardo L. Rodríguez, con la cual Hermosillo dejó de ser un espacio caracterizado por el caudal del río.
El desarrollo urbano de los Coopel-Bours regresa, de cierta forma, a ese entorno, pero no para quienes puedan y quieran visitarlo, sino para quienes tengan la capacidad de pagarlo. Una parte del vado de la presa, que anteriormente podía visitarse libremente, hoy en día se encuentra bardeado y sólo puede ser disfrutado por unas cuantas familias. Desde por lo menos noviembre de 2016 era vigilado por personal de seguridad privada, el cual actuaba agresivamente contra quienes pretendían denunciar el despojo; tal como puede observarse en un video publicado en el mencionado portal de Vigila Sonora (5).
Es claro que Las Riberas es un desarrollo urbano hecho por ricos para otros ricos. El fraccionamiento mantiene y reproduce privilegios (todo parece indicar que de forma planeada y con alevosía); en este caso, el acceso al agua y a espacios de calidad para la recreación, asuntos especialmente delicados en Hermosillo.
El tema de los espacios públicos de calidad es complejo, desde luego. No sólo implica la existencia misma de lugares adecuados para el esparcimiento y de acceso irrestricto. También es necesario el tiempo libre y el conocimiento del derecho a esos mismos espacios. Pero, si la situación tiende a disminuir los espacios públicos de calidad y a aumentar los privados —como sucede en el Hermosillo de hoy en día—, es claro que el camino no es el adecuado.
* Cuitláhuac Alfonso Galaviz Miranda
Doctor en estudios del Desarrollo. Problemas y perspectivas latinoamericanas por el Instituto Mora, Maestro en Sociología Política por la misma institución y Licenciado en Historia por la Universidad de Sonora. Autor del libro “Las movilizaciones estudiantiles de 1970-1973 en la Universidad de Sonora. Ensayo sobre las influencias de los sesenta globales en un contexto local” (2021). Mi artículo “La Liga Comunista 23 de Septiembre en las montañas del sur de Sonora. Una historia del Comando Guerrillero Óscar González (1973-1975)” será publicado próximamente en la revista “Signos Históricos”. Soy miembro de la Red Mexicana de Estudios de los Movimientos Sociales, de la Red de Estudios sobre Conflictos Universitarios y Movimientos Estudiantiles y de la Sociedad Sonorense de Historia.
1. Disponible en: https://www.facebook.com/watch/?v=376369632897778
2. Fuente: https://www.facebook.com/VigiliaSonoraMexico/videos/774439102671772
3. Fuente: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2015/7/15/empresarios-provocan-inundaciones-buscan-que-danos-se-subsanen-con-recursos-publicos-149790.html
4. Fuente: https://www.proceso.com.mx/reportajes/2015/7/15/empresarios-provocan-inundaciones-buscan-que-danos-se-subsanen-con-recursos-publicos-149790.html
5. Disponible en: https://www.facebook.com/VigiliaSonoraMexico/videos/1161089380673407/