Hace una semana, comenzó el intercambio de misiles y bombardeos entre palestinos e israelíes. El conflicto tuvo su punto álgido previo a la celebración del “día de Al-Quds” en el marco de la celebración del Ramadán.
El día de Al-Quds es un grito de rechazo a la ocupación de la ciudad santa y un llamado a liberarla de la injusticia y la opresión israelí. Este día además, convoca a la unión de todos los musulmanes contra la ocupación de Palestina, este año tomó tintes de convertirse en una nueva intifada (levantamiento popular) contra el régimen sionista.
Pero esto que parece una rebelión “popular” espontánea, tiene un contexto histórico reciente, que algunos opinadores y analistas pasan por alto. El 6 de diciembre de 2017, el entonces presidente Donald Trump, reconoció a la ciudad de Jerusalén (Al Quds para los musulmanes) como la capital del Estado de Israel.
Esa decisión, cambió por completo la relación entre el Estado israelí y el pueblo palestino, pues no solo fue una ratificación más de la ocupación y desplazamiento de los habitantes de la franja de Gaza, también fue el salvoconducto para que el gobierno de Israel, dispusiera de todos los territorios ocupados.
Las condenas contra la decisión de Trump, fueron desoídas o pasadas por alto y la comunidad internacional, sobre todo de occidente, guardó silencio mientras que, el mundo árabe, reprobó la decisión.
En aquel momento, los dirigentes de la Organización para la Liberación de Palestina, declararon que la decisión de Trump, significaba el “beso de la muerte” para la Paz, entre los dos estados.
Pero qué significó el resolutivo de Washington. Además del beneplásito de la ocupación, dio paso al expansionismo judío que reinició la invasión de los asentamientos de Gaza. En enero pasado, hablamos en este espacio de la estrategia de Israel para desplazar a los palestinos y construir viviendas fastrack para que, a la misma velocidad, fueran ocupadas por familias judías.
Con esta estrategia, Israel legitima la invasión de la franja de Gaza y justifica la ocupación de los territorios como parte del Estado de Israel. El reconocimiento de Al-Quds o Jerusalen como capital de Israel, además, implicó controlar por “seguridad” el único territorio neutral que quedaba en la región conocida como zona de las mezquitas, en donde se encuentra el Santo Sepulcro de los cristianos, el Muro de las Lamentaciones judío y la Cúpula de la Roca, considerada la terecera mezquita más importante de los musulmanes. Punto en que el mundo árabe, se da cita cada año para celebrar el Ramadán y el día de Al-Quds, que se celebra desde 1979.
Con el control policiaco y militar de Israel en la zona de las mezquitas, sólo faltó una “justificación” para prohibir y reprimir a los musulmanes que buscaban celebrar el día de Al-Quds. Actos prescedidos por el apartheid que los judíos aplicaron a los palestinos al negarse a entregarles vacunas contra el covid-19, acción denunciada ante la OMS y la ONU, sin ningun efecto contra el gobierno de Netanyahu.
Hay que recordar, que Israel, es de los primeros países en vacunar a toda su población, por lo que negar la vacuna a los palestinos, fue uno elemento más que marcó el derrotero de los días subsecuentes y que hoy muestra al mundo, una conflagración que amenaza con desbordarse y dar paso a un enfrenamiento abierto entre judíos y musulmanes.
Irán tiene en la mira al gobierno de Israel, no solo por señalarlo junto a Estados Unidos como responsables del asesinato del máximo líder militar Qasem Soleimani; también responsabiliza al gobierno judío del atentado a la central nuclear de Natanz el pasado mes de abril.
Junto con otros países árabes, Irán dirigió sus estrategias de defensa contra Israel y además de enfrenarse en una guerra verbal contra el regimen sionista, apoya miliarmente a los palestinos de Hamas.
En Siria, Israel comenzó a perder terreno, así como la oportunidad de derrocar al gobierno de Bashar al-Ásad, que hoy cuenta con el apoyo militar del ejército ruso quien tiene presencia en ese país, acotando la presencia de Estados Unidos aliado del propósito israelí.
Del otro lado, Líbano desplegó hace dos días, sus tropas en la frontera con Israel como apoyo al pueblo palestino. De hecho, lanzó al menos dos misiles hacia territorio israelí como muestra de apoyo a los palestinos, en tanto que las milicias independientes de Irak, también se adhirieron al apoyo. No obstante, este miércoles Israel respondió el ataque bombardeando varios objetivos en el Líbano.
En lo que se considera una respuesta de Irán a la agresión a su planta nuclear, hace tres semanas, Israel sufrió un ataque en una fábrica de misiles. La incógnita ahora será, saber quién podrá poner un alto al fuego, luego de que la ONU ha sido ignorada, mientras el gobierno de Biden, respalda los ataques a la franja de Gaza y los aliados de Hamas, parecen más decididos que nunca, en ir a la guerra.