“El ajedrez no soporta la mentira, los demás juegos sí”, decía Emmanuel Lasker, mientras que el famoso ajedrecista danés Bent Larsen consideraba que el ajedrez “es una hermosa amante que no importa cuántas veces nos desdeñe, tarde o temprano volvemos a ella”.
Me reuní en Puebla con Martín Sánchez presidente de la Federación Mexicana del Deporte Escolar, y con los maestros internacionales de ajedrez Rafael Espinosa y Humberto Morales donde charlamos sobre la importancia de impulsar el estudio y la práctica del ajedrez en las escuelas.
Rafael Espinosa, Campeón Nacional de Ajedrez que ha participado en 10 Olimpiadas de Ajedrez representando a México, ha obtenido este título en varias ocasiones lo que lo ha llevado a ser un reconocido Maestro internacional a quien todos los aficionados admiramos.
Para el también entrenador, profesor de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), la práctica del juego de ajedrez sí desarrolla la inteligencia, sobre todo en los niños, cuando éste se utiliza como un instrumento y no como un fin. “Es un juego abstracto, reglamentado, de cálculo, tiene mucho que ver con el aspecto matemático”.
Espinosa da un ejemplo sencillo: “si uno quiere enseñarle el plano cartesiano, las coordenadas a un niño, es mucho más fácil si se utiliza el ajedrez como medio, pues el idioma ajedrecístico está basado en un sistema de coordenadas y en el lenguaje algebraico.
El ajedrez capta a las personas inteligentes, a las que no les da miedo pensar y competir, además no se inhiben ante lo complejo, cosa poco común en el ambiente de la vida ordinaria”.
Para quien comenzó jugando ajedrez a los 5 años de edad con su abuelo Macedonio Flores Meléndez que era ingeniero mecánico, el ajedrez es un juego, “aunque la idea de un juego es este país está un poco devaluada, se le mira como si fuese algo secundario, irrelevante. La gente valora el arte, la ciencia, el deporte o el trabajo cotidiano, el juego; sin embargo, lo consideran en el mejor de los casos como un mal necesario”.
“Esto es un craso error, toda vez que jugar es algo fundamental en la vida de los seres humanos. Desde la más tierna infancia el hombre aprende jugando: es como recrear, repensar; cada vez que se juega una partida es como volver a enfrentarse a algo que se conoce, algo de lo que se tiene una noción pero que adquiere por gracia inherente un nuevo significado, una nueva interpretación”, comenta el maestro Espinosa en el libro inédito “Ajedrez: Pasión y Misterio”, de Juan Cervera S.
Rafael Espinosa lo considera el más puro de los juegos, pues es el más estricto en sus reglas, en su parte formal y elemental, el más exigente. “Cuando uno juega cualquier otro juego de mesa el azar tiene un poder superior a la decisión del jugador; en el ajedrez la decisión del jugador es fundamental. La opción de ganar siempre depende del jugador”.
En su Teoría sociocultural del desarrollo cognitivo, Lev Vygotsky, psicólogo ruso, atribuyó al ajedrez las mejoras de ciertas funciones del entendimiento, la atención y la memoria voluntaria.
Gracias a esto, propuso las bases para educar a las niñas y los niños por medio del juego ya que lo consideraba toda una “realidad cambiante” y una herramienta para impulsar el desarrollo mental de los alumnos. Menciona que jugar ajedrez de forma consciente ayuda a aumentar la concentración y la atención, mejora la memoria, y sobre todo a la comprensión de nuestro entorno. (Inoma.mx)
Con el ajedrez los niños podrán desarrollar herramientas como el autocontrol, la imaginación, la internalización de su propio discurso y pensamiento, las emociones y la comprensión de los símbolos.
Este conocimiento puede extenderse a otras materias como matemáticas, lengua y habilidades sociales; les ayuda a ser más organizados y a aumentar su concentración, ya que para poder llevar el control de cada jugada y analizar las opciones posibles para poder ganar, el juego los obliga a focalizar su atención.
Este juego fomenta el respeto, la paciencia-enseñando a los jugadores a esperar su turno-, el sentido de la responsabilidad o la autoestima.
En el ajedrez, los niños se encuentran ante distintas situaciones que deben resolver por sí mismos, de esta manera, no sólo ejercitan su capacidad para solucionar problemas sino que desarrollan el pensamiento estratégico.
Es un escenario perfecto para que las niñas y los niños construyan su mundo interior. A través de los distintos personajes del tablero, se sumergen en un mundo de fantasía en el que deben imaginar distintas posiciones para llevar a cabo sus jugadas.
El ajedrez funciona como un fantástico freno de la impulsividad y la irreflexión y fomenta el respeto por el otro. Con él se aprenden a aceptar distintos resultados -tanto si se ha ganado, o no -y, al tratarse de un juego estructurado, se aprende a aceptar ciertas reglas (tekmaneducation.com)
De ahí la importancia de incorporarlo a las escuelas.