Ninguna dictadura militar o cívico-militar ha hundido tanto a los países en la pobreza como lo han hecho las dictaduras comunistas, marxistas y socialistas, en América Latina y el Mundo.
Así lo sostiene el diplomático, legislador y Profesor en la Maestría de Política y Comunicación en la Universidad Panamericana de Guatemala, Manuel Conde Orellana quien considera “curioso” que la violencia social y las desestabilizaciones democráticas, se hayan generado en países gobernados por la Derecha en Latinoamérica.
¿Será consigna de la izquierda? Estoy seguro que sí y los debemos desenmascarar. Piden Democracia y sus financistas no son democráticos, recalcó.
Destacó que los gobiernos militares y las oligarquías existentes en Latinoamérica, jamás llevaron a sus sociedades, a los extremos de Cuba, Nicaragua o Venezuela. Lamentablemente para sus pueblos, los gobiernos que a principio del siglo y milenio ofrecieron una izquierda de bienestar y prosperidad “Socialismo del Siglo XXI” enquistados en el poder, se perpetraron en el mismo, llevando a sus países a la pobreza y miseria como Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia (Evo 4 periodos) y perdieron en Brasil, Argentina, Chile y El Salvador y perderá la izquierda en Uruguay.
Para el analista, los hechos hablan por sí solos. “México es el mejor ejemplo del populismo inútil para gobernar, teniendo el poder en mayorías parlamentarias. Volverá el PAN a gobernar en México”, aseguró.
Si las oligarquías y el militarismo han sido tan dañinos en Guatemala, ¿Qué pasa con la izquierda? Necesitan de un Robinson, Kompas o Velásquez para protagonizar en el escenario político?, preguntó.
En su opinión, “cualquiera de las dictaduras militares u oligárquicas se aproximan más al sistema democrático, que las dictaduras de pequeñas burguesías familiares’ de Cuba 60 años, Nicaragua 20 años FSLN/Ortega/Murillo, Venezuela Castro/Chavismo/Maduro/Narcos, millonarios en Euros mientras la miseria y pobreza consumen a sus pueblos a quienes les compran la voluntad con programas sociales que les hacen cada día más vivir en miseria extrema (refiriéndose en esta última parte a México)”.
Ninguna dictadura militar o Cívico-militar ha hundido tanto en pobreza como lo han hecho las dictaduras Comunistas, Marxistas, Socialistas, en Latinoamérica y el Mundo. Los hechos y la historia lo demuestran.
En ese contexto, los errores y los males de los gobiernos de izquierda no deben servir para exculpar, soslayar o evadir los crímenes de lesa humanidad de los gobiernos de derecha al igual que los perpetrados por administraciones de izquierda.
Las privaciones de libertad y tortura a los disidentes (en Cuba, Nicaragua y Venezuela) ¿qué son? ¿Errores o males o crímenes de Estado de los gobiernos de izquierda? Castro, Ortega, Borge, Chávez o Maduro, no reprimieron con serpentinas, ironizó.
Según Conde Orellana, la derecha en Latinoamérica ha perdido sus vasos comunicantes debido a que sus dirigentes han sido improvisados.
Se necesita más formación política e ideológica en los partidos. Los dirigentes no deben ser aquellos que tienen la plata o “padrinos” sino, aquellos que tienen las capacidades, convicciones y las ideas claras.
Los empresarios se sientan más con los grupos y dirigentes de izquierda, que con aquellos de la derecha. La bandera más legítima de la derecha debe volver a ser el Nacionalismo, frente al internacionalismo de las izquierdas, recalcó.
La escritora chilena Isabel Allende sostiene que en Chile, que supuestamente goza de estabilidad, han estallado graves protestas populares con actos de destrucción y pillaje.
Son la expresión iracunda de un pueblo frustrado. Esta crisis no se resuelve con los militares en la calle, se requieren cambios profundos.
El sistema neoliberal basado en el lucro ha vendido o privatizado todo: la educación, la salud, el agua, el gas, el transporte colectivo, etc.
La desigualdad social y económica es vergonzosa. La gente está enfurecida por los sueldos de hambre y el costo de la vida, que obliga a la gran mayoría a vivir a crédito o en la pobreza, mientras los ricos viven en su burbuja, evadiendo impuestos y acumulando más y más.
Esto inevitablemente crea violencia y en algún momento estalla. Así han comenzado todas las revoluciones, enfatizó.
El cronista y escritor chileno Juan Pablo Meneses sostiene en un breve análisis que Sebastián Piñera, actual presidente de Chile, dice que estamos en guerra contra una fuerza muy poderosa. Hay toque de queda hace varios días. Los militares se tomaron las calles. Los helicópteros sobrevuelan toda la noche.
La TV sólo muestra gente en los supermercados, o saqueando o haciendo fila para comprar (yonkis del consumo en vivo y en directo). No hay cifras creíbles de muertos ni de heridos, pero las denuncias no paran de aumentar.
La clase media arma brigadas de autodefensa con palos y bates de beisbol (en un país donde nadie juega beisbol). No hay oposición al gobierno, y no hay gobierno. Pero tampoco hay guerra.
En México, las cosas comienzan a rebalsarse. Situaciones como la ocurrida en Culiacán han puesto en la picota a la administración de Andrés Manuel López Obrador quien tuvo que pactar con el narco para evitar una sangría social.
Argumentó que las fuerzas del orden liberaron a Ovidio Guzmán López, hijo del encarcelado capo del narcotráfico Joaquín “El Chapo” Guzmán quien el último jueves había sido detenido por fuerzas Federales en Culiacán, Sinaloa y después liberado en el contexto de un operativo que resultó un desastre.
La razón política fue que se hizo para “garantizar la paz y la seguridad de la población”.
Lo cierto es que López Obrador y su gabinete de seguridad agacharon la cabeza y claudicaron en su obligación de frenar la violencia criminal.
Se impuso el poder de fuego de sus contrincantes y se reveló que la gente del Chapo tiene mayor capacidad para doblegar a las fuerzas federales.
El argumento de que capitularon para garantizar la seguridad fue la salida de un gobierno que no puede con el paquete.