Madrid, España. Los domingos por la mañana, normalmente, como un aficionado al futbol siempre reviso los resultados de la liga mexicana, más como una añoranza o nostalgia de aquello que dejaste para venir a otro país. Sin embargo, esta vez fue diferente, los resultados pasaron a un segundo término cuando lo que aparecían en los portales de noticias, no solamente de México sino del mundo eran imágenes de una batalla campal entre las “barras” de aficionados del club Gallos Blancos y del Atlas de Guadalajara, actual campeón del futbol mexicano.Ocurrió en el Estadio Corregidora de la ciudad de Querétaro, sede mundialista y por donde desfilaron grandes estrellas del balompié internacional. Tal vez muchos no recuerden, pero en este escenario se llevó a cabo uno de los partidos más atractivos del mundial de México 86, entre España y Dinamarca, en donde el equipo español comandado por un joven llamado Emilio Butragueño propinaba una de las mayores golizas de la justa mundialista. Este mismo escenario, la tarde del sábado 5 de marzo, se teñía de sangre en algo que nunca antes se había visto en un escenario del futbol mexicano.
Pero vayamos por partes, podemos determinar en un primer análisis que este lamentable suceso fue como consecuencia de la falta de una estrategia o protocolo de seguridad por parte del club local o de la liga mexicana ante un denominado partido de alto riesgo, lo cual se vio reflejado en la falta de elementos de seguridad en el estadio, como se ha podido observar en las imágenes que circulan en las redes sociales. Si a esto le sumamos la importación que desde hace años los clubes mexicanos hicieron de las denominadas “barras”, en donde el Club de futbol Pachuca importó esta costumbre ajena a nuestro balompié, pero bastante común en los campos de futbol de Argentina, como una medida de apoyo para lograr una mayor fidelidad de la afición hacia el equipo, con el paso de los años esta práctica se fue generalizando no solo en la primera división sino hasta en la liga de ascenso, teniendo hoy en día que la mayoría de los clubes cuenten con este tipo de grupos de apoyo, sin embargo, como toda práctica que llega del extranjero, esta se mimetiza con nuestra realidad como país, dando como resultado las imágenes que vimos lamentablemente el sábado pasado.
Decir que esto ocurre únicamente en México sería ignorar lo que sucede alrededor del mundo. Como he dicho, este tipo de disturbios en el entorno del futbol es una problemática que igual la podemos ver en Argentina o en Brasil por citar algunos países de América Latina. Pero también ocurre en Europa, en donde se encuentran los principales clubes de futbol a nivel mundial y en donde la Liga de Campeones alberga a las principales estrellas mundiales. Hay que recordar los sucesos que a lo largo de la historia se han marcado capítulos negros o tragedias del futbol, como la ocurrida en Heysel, Bélgica, en 1985 que dejó una cifra de 39 muertos y que marcó un antes y un después sobre la estrategia de cómo enfrentar a estos grupos de aficionados llamados “hooligans”.
En la Liga Premier de Inglaterra en donde se ha tomado como algo personal esta problemática, la estrategia se ha apoyado en la coordinación entre los gobiernos de los países europeos, en la tecnología como herramienta y por supuesto que, en los clubes de futbol, para tomar las decisiones que tengan que tomarse en pro de un espectáculo familiar. España tampoco es ajena a esta problemática, hasta hace tiempo en el Real Madrid existía una porra que siempre ocupaba un lugar privilegiado en el campo, pero que fue tomando con el paso de los años una relevante importancia que a más de uno preocupaba en el equipo blanco, hasta que fue el propio Florentino Pérez, actual presidente del club, quien tomó la decisión de desterrar a este grupo de animación del recinto de la Castellana. Esta decisión, por supuesto, fue cuestionada pero sobre todo fue aplaudida por la mayoría de aficionados del equipo.
Volviendo a nuestro país, considero que la reflexión tiene que ir más allá de los campos de futbol. Los acontecimientos del sábado nos muestran ese México que muchas veces negamos cuando estamos en el extranjero, y que nos molesta cuando se nos habla sobre la violencia que domina gran parte nuestro territorio, a lo que nosotros siempre contestamos que nuestro país es más grande que sus problemas. Pero cuando callamos nos sentimos preocupados por lo que viene y compartimos ese sentir.
Ver a nuestros jóvenes propinando palizas a otros por el solo hecho de portar una camiseta del equipo contrario, nos muestra que algo hemos dejado de hacer como sociedad. Hemos dilapidado los valores como el respeto, la empatía, la responsabilidad, el compañerismo, que durante mucho tiempo fueron el eje central de nuestras familias, y hoy son un vago recuerdo de una realidad que nos alcanza. Lamentablemente recomponer el rumbo de nuestro país requerirá de un enorme esfuerzo y trabajo, porque estamos hartos de ver imágenes en donde la insensibilidad nos domina y nos permite ver actos de rapiña sobre una persona que yace agonizando, y que muere ante la indiferencia de este grupo de personas en un accidente de carretera. Estamos hartos de ver un fusilamiento a plena luz del día y en donde con total impunidad, minutos después se lavan las calles como si esto limpiara la podredumbre que tenemos en nuestra sociedad. Estamos hartos de que día con día se polarice por el solo hecho de pensar diferente. México no se lo merece.
Vamos a necesitar de un enorme compromiso de todas las partes, gobierno y sociedad, con un mismo objetivo: recuperar nuestro país, recuperar a nuestros jóvenes, trabajar con nuestra niñez, fortalecer el núcleo familiar; porque como digo, esto va más allá del futbol.