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OPINIÓN

Huyendo de la pandemia: covid-19 en Alemania y en México

Hoy en día, ahora mismo, estoy en cuarentena en Múnich. | Ernesto Cruz Ruiz

Escrito en OPINIÓN el

Münich, Alemania. Después de tres años estudiando en Alemania regresé de visita a México. Los años pasaron fugazmente, pero la ilusión de volver a mi país para convivir con mi familia, pasar tiempo con mis padres y reunirme con amigos siempre permaneció conmigo. Imaginaba que mi visita sería como alguna otra que he hecho en el pasado, sin embargo, un virus cambiaría mis planes.

Pero primero, comienzo esta columna, recordando una plática que tuve al final de 2019 con un amigo. En aquella charla, él me describía cómo una empresa canadiense había analizado grandes cantidades de datos para predecir, o de menos poder afirmar que en China podría comenzar una pandemia en los años venideros. Era interesante saber acerca de la capacidad de algoritmos, el procesamiento de datos y que China sería el origen de esa pandemia, pero me parecía más importante aún, saber si estábamos preparados para enfrentar un reto de esas dimensiones. Desde mi punto de vista, saber el dónde era importante, pero saber el cuándo era crucial. Sin embargo, como los algoritmos no podían predecir esto último, era vital prepararse y ser precavidos como individuos, países y como comunidad internacional.

En fin, la plática quedó ahí y simplemente la olvidé hasta finales de enero de 2020 cuando comenzaron los casos de infectados por un nuevo virus en Bavaria. Al parecer el virus se había originado a finales del año 2019 en China. Hasta ese momento todo parecía controlable puesto que el virus era contagioso, pero se podía contener. Si bien recuerdo, el primer infectado en Alemania era un trabajador de una empresa alemana establecida en Bavaria y con producción en China. Así pasó el tiempo y a mediados de febrero, cuando realicé mi viaje a México, el riesgo de infectados parecía haberse controlado en Alemania, pues los infectados o casos sospechosos fueron aislados. Y en ese contexto, comencé mi viaje a México. Al salir de Alemania, no pasé a través de algún filtro sanitario. De igual forma, cuando llegué a México, no había información visible acerca del virus o filtro sanitario. Nada. Todas las actividades en el Aeropuerto de la Ciudad de México y en el de Múnich se llevaban a cabo con normalidad.

Sin embargo, ya en mi tierra, la situación cambió en todo mundo. En mi caso y respecto a mi vuelo de vuelta a Alemania, hasta la segunda mitad de marzo, pensé que sólo se reduciría la frecuencia de nuevos vuelos, pero mi aerolínea me informó que mi vuelo ya programado desde el 2019 para fines de marzo 2020 podría verse afectado por la ya declarada pandemia. Finalmente, sí, mi vuelo se canceló y mi estadía se prolongó hasta hace una semana. Permanecí cuatro meses en México y mis vuelos fueron cancelados y reagendados muchas veces. Las primeras anulaciones eran estresantes, pero después de llamar tantas veces a la aerolínea, hacer una nueva reservación se volvió rutinario. En resumidas cuentas, me toco ver llegar el virus a Alemania desde China, y luego desde Europa hasta México. Y ahora dejé México cuándo aún siguen aumentando los casos de infectados y llego a Alemania cuando ya las actividades comienzan a retomar su curso normal.

Más aún, mi regreso a Alemania no tuvo contratiempos. Todo fue normal. A mi salida desde el aeropuerto de la Ciudad de México mi temperatura fue controlada. Además, tuve que llenar un cuestionario para el gobierno mexicano donde declaraba que no tenía algún síntoma relacionado a una infección por covid-19. Yo también llevaba un cuestionario previamente llenado para ser entregado a la aerolínea antes de abordar mi vuelo a París, pero no me lo solicitaron, ni a mí, ni a nadie. Además, en el vuelo, me dieron otro cuestionario que básicamente preguntaba lo mismo que los anteriores y que tampoco me solicitaron. Durante mi transbordo de París a Múnich, me tomaron la temperatura al abordar y en el vuelo me dieron otro cuestionario que tampoco me solicitaron más tarde. No obstante, yo sabía desde mi salida de México que me tenía que registrar y hacer cuarentena al llegar a Múnich. Mi supervisor de doctorado, mi universidad y quien financia mis estudios doctorales también me habían informado al respecto cuando me contactaron para ofrecer ayuda y saber de mi estado de salud desde que el coronavirus se comenzó a expandir en Alemania y por todo el mundo.

Hoy en día, ahora mismo, estoy en cuarentena en Múnich. Desafortunadamente ahora sin mi familia, pero estoy bien. Un amigo y vecino me ha ayudado con la comida, y otros muy amablemente me han ofrecido ayuda también. Pero sepan los lectores de esta columna que las recomendaciones del gobierno alemán son iguales que las del mexicano: ¡quédate en casa! Eso sí, y de manera muy particular, me ha sorprendido la capacidad de respuesta del gobierno alemán y el bávaro, pues desde que registré en línea mi llegada a Alemania, se han comunicado conmigo vía telefónica y por email. No sé si esto pase en México, pero si es así, creo que ambos gobiernos merecen una distinción especial. Ahora sólo me queda esperar salir de cuarentena, para poder describirles más detalles, en otra columna, acerca de las actividades alemanas en esta época de pandemia.

Finalmente, el observar el desarrollo de la pandemia en Alemania y México me ha dejado claro que hay muchas similitudes entre personas, comunidades y países. Y las similitudes están en las marcadas diferencias entre pobres y ricos, ya sean países o personas. Las similitudes es que aquí y allá los trabajos menospreciados y los que ponen en riesgo su vida son hoy día los más importantes. Y quizás esta crisis mundial sea una excusa para poner en marcha ideas que parecían insólitas anteriormente, por ejemplo, la renta básica universal, sustituir el efectivo por pagos electrónicos, el reconocimiento facial, el teletrabajo, el desarrollo económico local o simplemente mejorar nuestros sistemas de transporte. A final de cuentas, ojalá nos quedé claro que todos estamos conectados y que la solidaridad es un elemento fundamental para nuestra supervivencia individual y social. En suma, no somos uno, somos todos.

Múnich, 27 de junio de 2020.