Cuatro de cada diez mexicanos que ahorran formalmente destinan ese dinero a enfrentar emergencias, de acuerdo con información de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores (CNBV).
La semana pasada, Rodrigo Mariscal Paredes, economista en jefe y titular de la Unidad de Planeación Económica de la Secretaría de Hacienda, aseguró que las familias mexicanas están en condiciones sólidas para resistir una eventual recesión.
“Se observa que los ahorros de la población mexicana han incrementado y, de hecho, ya superamos la tendencia previa. Aun si se presentara una recesión, los hogares mexicanos actualmente disponen de ahorros suficientes y su balance financiero está bastante robusto para hacer frente a una situación así”, afirmó.
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La Encuesta Nacional de Inclusión Financiera (ENIF) 2024 establece que 66% de la población cuenta con algún tipo de ahorro, cifra superior al 60% registrado en 2021, lo que refleja una mejoría en los hábitos financieros tras la pandemia.
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A pesar del crecimiento en el número de personas que ahorran, 58% lo hace mediante esquemas informales, como guardar dinero en casa, participar en tandas (20%) o recurrir a cajas de ahorro del trabajo o de conocidos (13%). Esta prevalencia sugiere una fuerte dependencia de mecanismos fuera del sistema financiero formal.
Por otro lado, el ahorro formal ha mostrado un avance significativo, al pasar del 21% en 2021 al 30% en 2024.
Entre quienes optan por este tipo de ahorro, los productos más utilizados son las cuentas de ahorro o cheques (17%), seguidas por las cuentas de nómina (13%). Sin embargo, apenas el 8% de la población que posee cuenta bancaria ahorra exclusivamente por medios formales, aunque esta cifra mejoró en dos puntos porcentuales respecto a hace tres años.
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¿En qué usan su ahorro los mexicanos?
Contexto: el uso del ahorro varía según su naturaleza. En el caso del ahorro formal, el 41% de las personas lo utilizan para emergencias, el 31% para gastos personales, el 22% para compra o mejora de vivienda, el 13% para educación, el 9% para vacaciones o celebraciones, el 8% para gastos en salud, otro 8% para emprender un negocio y el 3% para el retiro, según la ENIF 2024.
En cuanto al ahorro informal, 37% lo destina a gastos personales, 32% a emergencias, 24% a vivienda, 13% a educación, e11% a salud, 7% a vacaciones y fiestas, 6% para negocios y apenas el 1% para el retiro. Estas cifras muestran que, si bien el ahorro informal ayuda a mantener liquidez, es menos efectivo para la construcción de patrimonio o planificación a largo plazo.
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Otro hallazgo relevante es que el nivel educativo influye en los hábitos de ahorro: mientras que solo una de cada diez personas con educación básica ahorra, esta cifra asciende a una de cada dos entre quienes tienen estudios superiores. No obstante, incluso entre estos últimos, el 65% sigue prefiriendo métodos informales, lo mismo que entre quienes tienen nivel medio superior.
Finalmente, el estudio advierte que más de un tercio de la población mexicana aún no cuenta con ningún tipo de ahorro, lo que la coloca en una posición de alta vulnerabilidad ante eventos económicos inesperados.
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El pico fue en 2018
Por otro lado, el estudio de “México, ¿cómo vamos con el ahorro para el retiro?” elaborado por Vanguard y ‘México, cómo vamos’ revela que apenas el 39.2% de la población entre 18 y 70 años cuenta con una cuenta de ahorro para el retiro, de acuerdo con el documento Diagnóstico del ahorro en México. El estudio ofrece un panorama detallado del comportamiento del ahorro en el país y plantea preguntas clave: ¿quién ahorra?, ¿quién puede ahorrar? y ¿quién podría ahorrar más?
A pesar de que el 67.8% de los adultos en ese rango de edad tiene al menos un producto financiero formal, la participación en mecanismos específicos para el retiro sigue siendo limitada. Además, la brecha de género es notoria: mientras el 48.8% de los hombres posee una cuenta para el retiro, solo el 30.7% de las mujeres accede a este tipo de instrumento, una diferencia de 18.1 puntos porcentuales.
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El ahorro en general ha mostrado altibajos en la última década. Entre 2012 y 2021, la proporción de personas que reportó algún tipo de ahorro creció de 50.8% a 58.6%. Sin embargo, el pico se registró en 2018, cuando el 67.8% de la población decía ahorrar. Para 2021, esa cifra cayó en 9.2 puntos, reflejando el impacto prolongado de la pandemia en el empleo, el ingreso y las horas trabajadas.
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Entre quienes cuentan con ahorro formal, las cuentas de ahorro tradicionales son las más comunes (51.4%), seguidas por las cuentas de nómina (44.5%) y las cuentas de pensión (7.7%). Otros instrumentos incluyen apoyos gubernamentales (4.6%), fondos de inversión (4.5%), cuentas de internet (3.9%), depósitos a plazo fijo (3.8%) y cuentas de cheques (1.0%)
