El sistema de pensiones de México, especialmente tras las recientes reformas sistémicas, presenta varios riesgos significativos relacionados con la sostenibilidad financiera, la adecuación a largo plazo y las desigualdades estructurales, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
El organismo internacional enfatizó que el riesgo más notable se relaciona con el financiamiento incierto a largo plazo de la reciente reforma que introdujo un complemento de pensión sustancial (top-up) al esquema obligatorio de Contribución Definida Financiada (FDC, por sus siglas en inglés).
En el informe Pensions at a Glance 2025: OECD and G20 Indicators, el organismo destaca que México introdujo un cambio sistemático dentro del esquema obligatorio de FDC.
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Esto cambia “la naturaleza del sistema” al hacer que las personas reciban pensiones más altas sin importar cuánto hayan contribuido.
“A pesar de que la reciente legislación ha generado el mayor impacto positivo proyectado en las futuras tasas netas de reemplazo para los trabajadores de bajos ingresos, el sistema asume un riesgo financiero considerable debido a la falta de claridad sobre la sostenibilidad de los mecanismos de financiamiento de largo plazo del nuevo complemento garantizado”, expone.
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De acuerdo con la OCDE, la nueva prestación garantizada, gestionada a través del Fondo de Pensiones para el Bienestar (Welfare Pension Fund), se financia a partir de una variedad de recursos, muchos de los cuales son transferencias únicas.
Agrega que la reforma se financiaría parcialmente con cuentas "dormidas" (sleeper accounts), las cuales no han sido reclamadas por personas mayores de 70 años, con lo cual si bien se puede recaudar dinero temporalmente, es improbable que proporcione una fuente de financiación sostenible para cubrir las promesas hechas a largo plazo
Contexto: México tiene una de las tasas de contribución obligatoria total efectiva más bajas para un trabajador promedio en la OCDE, siendo del 8.456% en 2024.
Fondo de Pensiones para el Bienestar
Con la reforma de 2024, informó la OCDE, México garantiza que las personas mayores de 65 años que reciben una pensión del esquema FDC puedan obtener hasta 100% de su último salario.
El tope es equivalente al salario promedio del IMSS en 2023, fijándose en 17,365 en 2025, actualizado por inflación.
La medida cambia la esencia del sistema al desvincular la relación entre las contribuciones individuales y los beneficios.
Según el Primer informe oficial del gobierno, en el apartado "Jubilación digna", a junio de 2025 se otorgaron 102,928 pensiones bajo la Ley vigente del IMSS.
Protección constitucional para la pensión universal
La OCDE señala que, en octubre de 2024, México incorporó a la Constitución:
- La edad de elegibilidad para recibir la pensión básica nacional es de 65 años.
- Una cláusula de financiamiento garantizado que prohíbe reducir el presupuesto destinado a este beneficio.
Nuevos grupos protegidos
El informe también destaca que México amplió la cobertura de seguridad social al incluir a los trabajadores de plataformas digitales a partir de junio de 2025.
Se proyecta que las pensiones de los trabajadores autónomos representen el 15% de las pensiones de los empleados, ya que no están obligados a unirse al esquema de pensiones relacionados con las ganancias.
Además, desde enero de 2025 se puso en marcha la Pensión Mujeres Bienestar, que otorga un apoyo de 3,000 pesos bimestrales para mujeres de 60 a 64 años.
A pesar de eso, México sigue enfrentando una brecha de pensiones de género superior al 35%.
¿Por qué esto es importante?
De acuerdo con el organismo, el riesgo en el sistema de pensiones de México es similar a construir un techo de lujo (la garantía del 100% del último salario) sobre una casa vieja (el sistema FDC de baja contribución).
Y es que la reforma promete un alto nivel de protección inmediata para los jubilados, pero el plan de financiamiento a largo plazo depende de “monedas encontradas debajo del sofá” (cuentas inactivas y transferencias únicas), lo que crea un riesgo estructural de que los cimientos cedan con el tiempo, especialmente cuando el “techo” solo se ajusta por la inflación y no sigue el crecimiento de los salarios.
JL