Un producto mexicano podría transformar la forma en que se atienden derrames petroleros, se vende en 21 países, pero aquí, en México no puede desplegar su verdadero potencial por falta de permisos, indicó Gabriel Carlón, CEO de Disoleco.
“Nos clasifican como desengrasante, pero somos un degradante molecular de hidrocarburos. Eso no existe en México, ni en el mundo”, afirma.
Gabriel Carlón explicó a La Silla Rota que Disoleco, es una solución formulada a base de cítricos, soya y coco, creada en 2017 y hoy exportada a 21 países, donde cuenta con certificaciones gubernamentales, pruebas de laboratorio y avales de agencias ambientales.
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Este producto no sólo limpia superficies contaminadas con petróleo: destruye el hidrocarburo a nivel molecular, algo que, de acuerdo con su creador, ninguna otra formulación disponible en el mercado puede hacer.
El producto, hecho a base de cítricos, soya y coco, es 100% mexicano y ha logrado posicionarse como una alternativa ecológica en países de Asia, América y Sudamérica. La compañía produce 80 barriles diarios de 200 litros, pero solo 2% de su volumen se queda en México. El resto se exporta.
“Somos el único producto en el mundo que destruye el petróleo con agua”, asegura el emprendedor.
Carlón sostiene que Disoleco no encapsula hidrocarburos, como lo hacen los dispersantes tradicionales, sino que los degrada molecularmente, eliminando las propiedades físicas y químicas del petróleo al mezclarse con agua. Esto permitiría reducir hasta 70% los residuos generados en limpiezas industriales y evitar sanciones ambientales por descargas contaminadas.
Un caso emblemático ocurrió en Singapur en 2024, cuando una autoridad marítima probó el producto durante un derrame y concluyó que Disoleco era la solución más efectiva. A partir de ese evento, países de Asia otorgaron permisos para su uso. Sin embargo, en México la historia es distinta.
Contexto: Entre 2019 y 2024, de acuerdo con los Informes de Sustentabilidad de Pemex, el promedio anual de derrames fue de mil 101, equivalente a 3 por día. De ese total, 810 (73.5%) corresponde a derrames de petróleo y derivados en suelo y cuerpos de agua, según Carlón el uso de este producto reduciría el impacto ambiental potencialmente.
Regulación mexicana: el freno
Aunque Petróleos Mexicanos (Pemex) conoce el producto y lo utiliza en procesos de limpieza dentro de instalaciones, no puede emplearlo en derrames o remediaciones externas porque la Secretaría de Marina (Semar), autoridad que regula dispersantes, no ha otorgado autorización nacional.
El problema, explica Carlón, es que la regulación solo contempla dispersantes, productos que encapsulan petróleo y lo hunden, lo cual genera soluciones más tóxicas. Disoleco no corresponde a esa categoría.
“Queremos que homologuen los permisos que ya tenemos en otros países y nos hagan estudios basados en nuestro componente, no como si fuéramos un dispersante”, señala.
Actualmente, el producto está autorizado en México únicamente para un proceso particular de remediación de suelos en una empresa privada que lo sometió voluntariamente a análisis.
La empresa busca que México reconozca la categoría “degradante molecular” en su marco regulatorio. “Lo único que necesitamos es la clasificación correcta”, asegura Carlón. Con ello, Disoleco podría finalmente competir en su propio país con la misma fuerza con la que lo hace en el extranjero.
El mercado mexicano: una oportunidad bloqueada
De acuerdo con Gabriel Carlón, México podría consumir más producto del que Disoleco vende en todo el mundo.
“Si tuviéramos los permisos nacionales, venderíamos más en México que en los 21 países donde exportamos”, afirma.
Pemex podría utilizarlo ampliamente, indica, porque el producto permite que descargas industriales se mantengan por debajo de los límites permisibles y evita multas ambientales. “Ya lo usan en procesos internos; lo que falta es el permiso para derrames”, explica.
Extranjero impulsa crecimiento acelerado
Disoleco comenzó operaciones en 2017, pero el gran salto ocurrió en 2023. De 2023 a 2024, la empresa creció 300%, y en 2025 espera cerrar con un crecimiento adicional de 150%. La compañía opera con solo 10 trabajadores en su planta de Tecamac, Estado de México, y aun así abastece a decenas de clientes en el extranjero.
El origen del producto fue accidental. Mientras limpiaban maquinaria pesada importada de Estados Unidos, una mezcla experimental degradó petróleo sin dejar iridiscencia. La universidad que analizó la fórmula les dijo que habían encontrado “el Santo Grial” para la industria petrolera: un producto que remedia pasivos ambientales en menos de 15 días.
