En su primer año de gobierno, la presidenta Claudia Sheinbaum ha enfocado gran parte de la política exterior de México en la relación con Estados Unidos, especialmente en seguridad, migración y comercio.
Expertos en temas internacionales coincidieron en que existen pendientes significativos en la diversificación de la política exterior y la consolidación de la presencia de México en el escenario global.
Fausto Pretelin, especialista en temas internacionales señaló que la presidenta Claudia Sheinbaum ha marcado una línea clara en su relación con Estados Unidos, especialmente en materia de seguridad.
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El intercambio de información sobre narcotraficantes y la coordinación en acciones específicas, como ataques a laboratorios, dijo, evidencian un acercamiento pragmático. Sin embargo, aún persisten incógnitas sobre la posible presión estadounidense para la captura de políticos involucrados en actividades ilícitas dentro de México.
En cuanto a política exterior más amplia, los viajes internacionales de Sheinbaum han sido limitados, apenas tres visitas, incluyendo Brasil, Canadá y Guatemala. Aunque se han culminado negociaciones para la renovación de acuerdos con la Unión Europea y hay interés de otros países como Corea del Sur, Reino Unido y Brasil, hasta ahora no se han concretado nuevos tratados ni se ha ampliado la presencia mexicana en Asia, África u Oceanía.
Por su parte, Miguel Sigala García, internacionalista de la Universidad de Guadalajara explicó que la política exterior de Sheinbaum sigue la tradición nacionalista mexicana y el pragmatismo de la Cuarta Transformación, priorizando la defensa de intereses internos frente a un activismo internacional amplio.
“Históricamente, México ha mostrado un relativo aislamiento. La cuarta transformación sigue esta tendencia, concentrándose más en lo interno que en diversificar relaciones internacionales”, agregó.
En este contexto, el enfoque en la seguridad y la cooperación con Estados Unidos —incluyendo migración y tráfico de drogas— se percibe como defensivo y reactivo, aunque mantiene firme la negativa a permitir operaciones militares conjuntas en territorio mexicano o acuerdos como el suspendido “Proyecto Portero” de la DEA.
Ambos expertos advirtieron que los nombramientos políticos en embajadas, como el de Genaro Lozano en Italia, representan riesgos de perder tiempo y oportunidades de promover al país con representantes con trayectoria diplomática.
Asimismo, coincidieron en que, aunque no se generen crisis inmediatas, el exterior exige de México que se desaprovecha su potencial país para avanzar la política exterior de manera efectiva.
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Los especialistas apuntaron que la estrategia actual, aunque cautelosa, tiene un objetivo claro que es balancear la presión estadounidense con la defensa de la soberanía, mientras se protege el T-MEC y se fortalece la cooperación en seguridad.
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En ese sentido, puntualizaron, los próximos años deberían apuntar a una política exterior más ambiciosa, que promueva inversiones, conectividad global y diversificación en alianzas internacionales.
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En síntesis, el primer año de Sheinbaum refleja un enfoque pragmático y defensivo frente a Estados Unidos, con avances limitados en la proyección global de México y desafíos pendientes en la profesionalización del servicio exterior.