Quien revise la historia familiar de Claudia Sheinbaum Pardo podría encontrar un peculiar paralelismo. Por un lado, la resiliencia de sus antepasados, miembros de comunidades judías huyendo de la persecución y el exterminio en Europa, hasta llegar al entonces recóndito México, en las décadas iniciales del siglo pasado. Por el otro, la resistencia de la izquierda mexicana reprimida por la cerrazón del gobierno, con especial dureza en los años´60. Para los Sheinbaum Pardo, ambas tramas parecen reencontrarse en la revuelta estudiantil y popular del ´68. La próxima presidenta puede ser considerada hija, en línea directa, de esa generación.
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Un abuelo que tras su llegada a México militó en el Partido Comunista; una madre expulsada de su cátedra en el Instituto Politécnico Nacional -donde resaltaba como mujer y única judía sefardita-, por haberse sumado al movimiento estudiantil, lo mismo que el padre. Ambos, acompañados por sus hijos Julio y Claudia, visitaban a presos políticos del ´68 en Lecumberri, en especial a Raúl Álvarez Garín, representante del IPN ante el Consejo Nacional de Huelga estudiantil.
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Álvarez Garín (1941-2014) fue detenido el 2 de octubre durante la larga noche de Tlatelolco. Se le recluyó en el Campo Militar Número 1, lo que despertó temor po0r su vida y protestas de su familia, de la comunidad estudiantil y académica. Fue transferido al penal de Lecumberri, donde se le situó en la misma Crujía 6 que ocuparon otros presos por el movimiento estudiantil. Fue vecino de Eduardo “El Búho” Valle, representante de la Facultad de Economía de la UNAM. Los Sheinbaum trabaron ahí con otra visitante, María del Consuelo Valle Espinosa, hermana de Eduardo.
De regreso a casa, la niña Claudia -rebasaba apenas los seis años- preguntó a su padre, Carlos Sheinbaum Yoselevitz: “¿Por qué está en la cárcel Raúl?”. La respuesta fue directa: “El gobierno no quiere que haya libertades”. Esa niña creció admirado a Álvarez Garín, que con el tiempo fue científico, fisicomatemático, luchador social, fundador de la revista “Punto Crítico”, catedrático, político… “MI mentor político”, ha dicho Claudia sobre él.
“En mi casa se hablaba de política en el desayuno, en la comida y en la cena…”, ha declarado la virtual ganadora de la elección presidencial.
El otro eje de esta historia no es otro que la UNAM. Y no por la vía tradicional de la Facultad de Derecho, que tantos futuros presidentes formó en la era dorada del PRI, durante las décadas previas a la época de los tecnócratas que inauguró Miguel de la Madrid (1982-1988), para proyectar a mandatarios formados en el extranjero y en escuelas privadas.
Sheinbaum simboliza no únicamente la llegada al poder de la izquierda incubada en la Facultad de Ciencias, como espacio académico para su madre, Annie Pardo Cemo, catedrática durante 51 años, hoy emérita; para su hermano, Julio Sheinbaum Pardo, de quien extrajo la vocación de dedicarse a la ciencia. Pero también como arena política, para varios profesores de Claudia, para ella misma y sus compañeros de militancia, Carlos Ímaz, Imanol Ordorika o Antonio Santos; los cuatro, promotores históricos del CEU, que puso de cabeza a la Universidad en 1986. Integrantes de una izquierda más dura, equidistante con la que se deslumbró con el salinismo.
El origen, en Los Balcanes
Chone Juan Sheinbaum Abramovitz y Emma Yoselevitz Bruk fueron los abuelos paternos; Josiff Pardo Benjaminoff y Matilde Cemo Calev, los maternos. Los primeros son ubicados en Lituania antes de migrar a México en los años ´20 del siglo pasado, con una breve escala en Cuba, típica en la época; a los segundos se les describe como radicados en Bulgaria, de donde huyen también en los años 40 cuando ese país se alineaba con la Alemania nazi y cedía a la persecución contra los judíos antes de que la presión interna frenara el envío de la comunidad entera hacia los campos de exterminio (“shoá”, en hebreo).
En todos esos años la condición judía estuvo ligada a la vida errante por la hostilidad dictada contra ellos, ya fueran de origen sefaradí (español, árabe) o asquenazí (alemanes). La diáspora está llena de historias de conversos o “asimilados” en busca de sobrevivir. Es posible que el apellido Pardo haya sido una castellanización para designar a los “pardos” u obscuros, de raíz árabe.
En México, particularmente en Guadalajara, nace Carlos Sheinbaum Yoselevitz, en 1933. Estudia ingeniería química y desarrolla procesos para mejorar la curtiduría de pieles, lo que revoluciona la manufactura de zapatos; entre otros lugares, en León, Guanajuato, donde nunca vivió, pero dejó una huella que persiste tras su muerte, en 2013, a los 80 años. Fundó varias empresas, entre ellas “Sintacrom de México”, de la que fue directivo por más de 30 años, lo mismo que de simposios y organizaciones en este campo. A su fallecimiento, amigos suyos se reunieron en León y otras ciudades para desearle “caminos de leche y miel” en su memoria.
Una familia singular (y muy discreta)
Carlos Sheinbaum y Annie Pardo tuvieron tres hijos: Julio, el mayor; Claudia y Adriana. Julio, egresado también de la UNAM, es investigador del Centro de Educación Científica y Educación Superior, en Ensenada, Baja California. Se especializa en el estudio de las corrientes marinas del golfo de California. Adriana estudió Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM. Está casada con el fotógrafo y cineasta Rodrigo García Barcha, hijo de Gabriel García Márquez. Viven en California desde hace años y tienen dos hijos.
Claudia Sheinbaum Pardo tiene dos hijos: Rodrigo nació de un primer matrimonio de Carlos Ímaz, exesposo de ella, pero creció junto a la segunda hija, Mariana. En mayo de 2023, la virtual ganadora de la Presidencia anunció por sus redes sociales que Rodrigo y su esposa Sofía habían tenido un hijo. “¡Soy abuela!, bienvenido amado Pablo”, escribió. Se ha declarado “muy niñera”.
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