El último análisis a los Libros de Texto Gratuitos (LTG) que hizo el Consejo Nacional para la Mejora Continua de la Educación (Mejoredu) encontró que hubo poca o nula planeación, que no se probaron con estudiantes antes de repartirlos en forma masiva y que incluyen una cantidad desproporcionada de actividades a desarrollar en clase, lo que hace imposible que se cumplan los objetivos diseñados.
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La Silla Rota obtuvo una copia del estudio “Los libros de texto gratuitos en México: desafíos y recomendaciones para su mejora”, elaborado en marzo de 2023, que no se difundió.
El análisis se elaboró para las autoridades educativas de la Federación, los estados y la Ciudad de México con el objetivo de que cuenten con información y recomendaciones para desarrollar iniciativas “orientadas a la innovación y la creación de libros de texto. También se espera que este estudio contribuya al debate académico sobre los materiales educativos en general y los libros de texto gratuito en particular”.
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Este fue el último análisis de los LTG porque Mejoredu es uno de los siete organismos que serán extinguidos por decisión de la mayoría oficialista en el Congreso, junto con el Instituto de Transparencia y Acceso a la Información, el Instituto Federal de Telecomunicaciones, la Comisión Federal de Competencia, entre otros.
El trabajo señala que se analizaron 23 libros de texto: seis de preescolar, dos de cada grado; seis de quinto de primaria, cinco de diferentes materias de tercer grado en telesecundaria; y los seis del primer semestre de telebachillerato comunitario.
Demasiadas actividades en clase
Uno de los problemas hallados en los libros fue que el objetivo de aprovechamiento es demasiado ambicioso y no se cumple.
“Contar con LTG sobrecargados de contenidos y actividades, aunado a las exigencias de autoridades educativas y familias por completar cada LTG de las diferentes asignaturas al final del ciclo escolar, ha llevado a algunos docentes a seleccionar y/o priorizar ciertas actividades sobre otras, o a realizar un tratamiento superficial de éstas, lo cual podría provocar un trabajo mecánico, contrario a un proceso reflexivo y crítico por parte del estudiantado”.
Al revisar los seis libros de quinto grado de primaria los especialistas de Mejoredu encontraron que se proponía realizar 2 mil 524 actividades el ciclo escolar, para hacerlas todas tendrían que realizar 13 en cada jornada escolar.
“Ejemplo de éstas son: discusión grupal, resolución individual, fases de un experimento, plenaria para revisión de resultados, entre otras. Los libros de Matemáticas (755 actividades) y Lengua Materna Español (546 actividades) son los más vastos en actividades; Ciencias Naturales tiene menos (191 actividades), aunque en algunos casos se trata de experimentos que suponen varios momentos de trabajo”.
El equipo de trabajo entrevistó a maestros para conocer cómo manejaron esa saturación de actividades y contenidos. Uno de ellos les dijo que los cincuenta minutos que disponen para la clase de matemáticas no son suficientes, porque el libro incluye problemas de mayor complejidad y el tiempo no es suficiente para abordarlos.
No es suficiente, además surgen dudas, hay quienes no comprenden a la primera la indicación y tienes que repetir”. Otra maestra dijo que en ocasiones resolver un problema lleva dos o tres sesiones de clase.
Falta de planeación y puesta a prueba
El estudio de Mejoredu es contundente al señalar la falta de planeación que marca a la elaboración de los libros.
“Ha sido el escaso tiempo destinado por la autoridad educativa a los equipos encargados. Un autor de libros de matemáticas para educación primaria refiere que durante la reforma de los noventa se dispuso de más tiempo; aquella generación de libros contó con aproximadamente un año para su elaboración, en tanto que para los libros que se desarrollaron posteriormente se ha dispuesto de un promedio de entre tres y cuatro meses”.
Los libros analizados incluyen algunos de gobiernos anteriores, pero también los que se distribuyeron en el tiempo en que Estaban Moctezuma fue el secretario de Educación del gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
“Una coordinadora de equipos de trabajo para la elaboración de libros de educación primaria señala que, al contar con un promedio de tres meses, hay procesos que no se pueden cumplir”.
En especial, el trabajo de puesta a prueba con los alumnos se pasa por alto y cuando los libros se utilizan en las aulas se encuentran fallas que ya no pueden resolverse.
“Algunos de los entrevistados refiere al error de edición del libro de Matemáticas de segundo grado de primaria, del ciclo escolar 2018- 2019, donde se publicó una mano con seis dedos. Estos errores pueden ser identificados y resueltos si se cuenta con el tiempo suficiente, tanto para la elaboración como para poner a prueba en las aulas las actividades o secuencias didácticas propuestas en los libros”.
La improvisación también se aprecia en aspectos como la sustitución del libro Desafíos Matemáticos, que inicialmente era un material de apoyo pero luego se convirtió en el libro de texto de Matemáticas para alumnos de primaria y que sigue vigente a diez años de su introducción.
“Este material tiene escasa información referida a los contenidos curriculares y se centra más en actividades con ejercicios matemáticos. En opinión de algunos autores hace falta dar seguimiento de forma sistemática y continua a los usos de estos materiales en el aula, para dar cuenta de las formas en que promueven o limitan los procesos”.
Consejos al vacío
Los autores cierran el trabajo con recomendaciones para cada uno de los puntos abordados: contenido, uso de elementos gráficos, puesta a prueba y seguimiento del uso del texto, entre otros.
En el primer rubro sugiere seleccionar los contenidos que se consideren indispensables de incorporar y desarrollar en los libros de texto, que sean factibles de ser enseñados y aprendidos en los tiempos y las condiciones reales de trabajo de las escuelas del país.
“Esto permitiría profundizar y ampliar contenidos en atención a las necesidades específicas de las y los estudiantes y los diversos contextos escolares”.
Para evitar que se usen libros que no han sido probados previamente ante los escolares recomienda ampliar el periodo de diseño para que se cuente con un mínimo de ocho meses para todo el ciclo de elaboración.
Además, llama a “considerar que la puesta a prueba implica la observación, documentación y análisis del uso de algunas secuencias, actividades o apartados de los libros de texto por parte de docentes y estudiantes en las condiciones cotidianas del aula” para que los autores puedan identificar los aspectos a mejorar de esos materiales antes de imprimir los libros definitivos.
También se sugiere hacer un seguimiento de los libros en lugar de simplemente reimprimirlos sin conocer cómo fue la experiencia de su uso. Por ejemplo, abrir espacios de diálogo en grupos, hacer entrevistas con especialistas en didáctica y docentes, así como los usuarios, los niños, adolescentes y sus familias
“Conversar con docentes, estudiantes y familias sobre si identifican con facilidad los contenidos indispensables a trabajar; si la cantidad de actividades que propone el libro resulta adecuada, considerando la carga horaria; si el texto es claro si los contenidos y las actividades resultan atractivas y adecuadas para los estudiantes y si tienen propuestas específicas para mejorarlos”.
VGB