La política migratoria de Donald Trump será más dura y agresiva que hace cinco años, escenario que podría poner a México en una situación aún más complicada que la vivida en 2019, advirtió Tonatiuh Guillén, excomisionado del Instituto Nacional de Migración (INM).
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En entrevista con La Silla Rota, el investigador destacó que, si bien la actual postura migratoria de Trump no presenta elementos novedosos, la retórica y las medidas contra México se volverán más agresivas, por lo que, según su análisis, lo que el republicano implementó entre 2018 y 2019 será repetido, pero con mayor intensidad.
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"Lo que hay que esperar es una política migratoria más dura, xenofóbica y racista", señaló Guillén López quien, como titular del INM, vivió de cerca las presiones de Trump.
Entre las amenazas que Trump lanzó en campaña, destacan la imposición de aranceles a las importaciones mexicanas, la deportación masiva de migrantes en situación irregular y el cierre físico de la frontera.
¿Sheinbaum cederá igual que López Obrador?
El exdirector reflexionó sobre cómo el gobierno mexicano, en aquel entonces encabezado por Andrés Manuel López Obrador, cedió ante las presiones arancelarias de Donald Trump.
Para el especialista, dichas amenazas llevaron a un cambio significativo en la política migratoria de México en 2019, convirtiendo al país prácticamente en un "tercer país seguro" mediante el programa "Quédate en México".
En 2019, el gobierno mexicano aceptó militarizar el control migratorio, lo que incluyó el despliegue de la Guardia Nacional y el Ejército en tareas de contención de flujos migratorios.
Ante las nuevas amenazas, Tonatiuh Guillén se mostró escéptico sobre la capacidad del gobierno de Claudia Sheinbaum para ofrecer una respuesta diferente. "La probabilidad de una respuesta similar es alta", aseguró, pese al discurso de independencia y autonomía de las actuales autoridades mexicanas.
Sin embargo, afirma Guillén López, las consecuencias de aplicar impuestos extraordinarios a las importaciones no solo perjudicarán a México, sino a la economía de toda América del Norte, incluyendo a Estados Unidos y Canadá, lo que podría hacer que tales medidas sean inviables.
“Son amenazas que, de implementarse, tienen un costo altísimo bilateral y global, ese es un hecho y eso las hace también inviables. Sería una catástrofe económica y financiera, entonces no es simple, pero eso no quiere decir que (Trump) no vaya a usar la amenaza y la pregunta aquí es si México va a ceder y convertirse todavía más en un aparato de contención”, dijo.
La militarización del INM: Un legado que persiste
Al hablar sobre la militarización del Instituto Nacional de Migración (INM), el ex comisionado no dudó en señalar que este proceso continuará, ya que es una política institucionalizada que no desaparecerá en el corto plazo.
"Es un legado que sigue vivo", afirmó, y agregó que las políticas de control migratorio no son una respuesta a una crisis real, sino a una construcción ideológica que ha exacerbado el problema. "No hay una crisis migratoria, sino una crisis de actitud", explicó, haciendo hincapié en que los números actuales de migrantes son mucho menores que los de 2023.
“No hay una crisis migratoria, eso también hay que subrayar, en realidad hay posiciones ideológicas y racistas alrededor del tema, pero no tenemos una crisis migratoria, la convertimos en crisis por este tipo de actitudes”, afirmó.
Finalmente, dijo, México debe prepararse mejor para negociar con el nuevo gobierno de Estados Unidos, no solo en cuanto a respuestas inmediatas, sino también en la creación de un plan estratégico a largo plazo que permita una negociación equilibrada con EU. "El diálogo es la clave", concluyó.
¿Cómo debería responder México?
Para enfrentar lo que se avecina, el exdirector enfatizó la urgencia de construir una estrategia diplomática más robusta. En su opinión, México debe abrir el diálogo no solo con Trump y sus representantes, sino con toda la estructura política estadounidense, incluyendo congresistas, gobernadores y empresas.
"La relación migratoria no debe centrarse solo en los temas de movilidad humana, sino también en las estructuras económicas y los mercados", señaló.
Además, sugirió que México debería replantear su enfoque de la migración, no como una amenaza, sino como una oportunidad para aprovechar el "capital humano" que transita por su territorio. "La migración no es una crisis, sino una oportunidad para el desarrollo".