Se trató de un encuentro singular en el principal espacio de la comunidad de eminencias médicas del país, la Academia Nacional de Medicina (ANM), cuya tarea cotidiana acumula 160 años. Una escena impensable durante los años del pasado sexenio.
Se trata de una casa que convocó este miércoles al secretario de Salud, David Kershenobich -él mismo expresidente de la Academia-; al rector de la UNAM, Leonardo Lomelí y su directo antecesor, Enrique Graue; a funcionarios claves del sector, a directivos de facultades y escuelas en este campo, y a una amplia concurrencia de especialistas destacados en múltiples ámbitos de la batalla contra la enfermedad. Podrían haberse declarado la República de los médicos. O, con mayor modestia, una plataforma para rescatar a la salud del derrumbe que le provocaron la pandemia y las “ocurrencias” del pasado inmediato, como se dijo en el discurso central.
Fuera de programa, el secretario Kershenobich cerró la noche para clausurar el foro, no sin antes subrayar que el desafío que le ha encomendado la presidenta Claudia Sheinbaum es alcanzar un sistema de salud pública que ofrezca atención homogénea y de calidad a todos los usuarios, independientemente de la institución que los atienda (IMSS, IMSS Bienestar, ISSSTE).
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El titular de Salud ya había escuchado al presidente saliente de la Academia, Germán Fajardo, exdirector de la Facultad de Medicina de la UNAM, decir que nuestro sistema de salud ha sufrido un “grave deterioro”, pues sigue siendo fragmentado e inequitativo, lo que en los últimos años sólo se agravó en “prácticamente todos los indicadores”.
“Se ha priorizado la prevención y promoción de la salud, pero no abordamos las causas fundamentales de enfermedades, como la desigualdad social y la pobreza (…) los retos son enormes: caída en la esperanza de vida, mortalidad prematura, crecimiento de enfermedades no transmisibles, bajo acceso efectivo y equitativo a la atención, la rectoría del sector, la vacunación, la regulación, el financiamiento, el abasto de medicamentos e insumos…”, pormenorizó Fajardo Dolci.
Abundó al exponer que en un momento en que la ciencia y la tecnología avanzan a pasos agigantados en el mundo, “las barreras regulatorias y económicas en el país hacen que la brecha entre nosotros y el contexto internacional sea cada vez mayor”.
Kershenobich planteó la necesidad de un “trabajo colaborativo” entre el sector a su cargo y la Academia Nacional de Medicina, a la que aludió como un espacio que se basa en la deliberación, el intercambio de experiencias y hallazgos en la medicina. Ofreció apertura para una coordinación entre ambas instituciones, en favor de la salud en México.
El presidente de la ANM, Germán Fajardo, había cerrado su mensaje diciendo que la llegada del secretario Kershenobich a la titularidad de Salud es “una señal esperanzadora”. Y le dijo: “Puede contar con la Academia, y la Academia contará con usted”.
Hizo un balance de su presidencia de dos años al frente de la Academia, en la que ayer fue relevado por el doctor Raúl Carrillo Esper. Fue entregada la medalla “Miguel Jiménez” (primer presidente de la ANM, fundada en 1864) a integrantes de la institución que cumplieron 50 años en la misma.
Igualmente, Fajardo Dolci reconoció la colaboración de los miembros de su comité ejecutivo y otros colaboradores, así como de instituciones que apoyaron durante este periodo los trabajos de la Academia. Ello incluyó la entrega de un diploma a la alianza establecida entre el periódico “El Universal” y el portal digital de divulgación “Su Médico.com”, filial de “La Silla Rota”, por las coberturas especiales desarrolladas sobre las actividades de la Academia Nacional de Medicina.