Claudia Sheinbaum no impulsó la reforma al Poder Judicial que llevará a la elección de jueces federales, sino que recibió una “herencia maldita” de su antecesor, Andrés Manuel López Obrador, señala Francisco Labastida Ochoa, excandidato presidencial del PRI en las elecciones del año 2000 en entrevista con La Silla Rota.
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Gobernador de Sinaloa, secretario de Energía y Gobernación en distintos sexenios, Labastida reúne las experiencias y reflexiones de 45 años en el servicio público y la política en el libro “La duda sistemática” (Grijalbo 2024).
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Aunque retirado de la actividad política, Labastida sigue de cerca estos asuntos, por eso no duda en condenar la reforma judicial que emprendió el primero gobierno de Morena y retomó el actual.
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“La presidenta Claudia dice: ‘no quiero controlar al Poder Judicial’. Si no se trata de que quieres o no quieres, es que están dándote facultades jurídicas y lo que es peor, se va a meter los radicales de Morena en tener a sus jueces y los narcos en tener a sus jueces”.
La reforma judicial continúa el exgobernador, tiene varias consecuencias negativas, en primer término, para los jueces y magistrados en peligro de perder sus puestos, pero lo más grave es que no resolverá los problemas de impunidad e inseguridad de México, porque las causas de ambas son de otro orden.
“Van a poder ser elegido los jueces, los magistrados los ministros. ¿Quiénes tienen capacidad para votar por ellos? Morena, como organización política, y los narcos, entonces los narcos van a tener sus jueces a sus órdenes. Además, están atendiendo a la causa del problema, la causa del problema está en el fuero común, 95 por ciento de los delitos son del fuero común no son del fuero federal y están metiéndose con el fuero federal y tenemos 3.3 agentes del ministerio público por cada 100 mil habitantes y tenemos un poco más de tres jueces por cada 100 mil habitantes, Colombia tiene 12, Costa Rica tiene 25, todos los países de Europa tienen 25, el promedio mundial de jueces es ocho nosotros tenemos tres. ¿Pues cómo queremos arreglar el problema?”.
La biografía, una obligación
Labastida Ochoa estudió economía y ocupó uno de los cargos más importantes en el gobierno mexicano entre 1998 y 1999, el de secretario de Gobernación. Esa fue su última tarea en una carrera que inició como modesto analista de la Secretaría de Hacienda y tuvo etapas como subsecretario de Programación y Presupuesto y secretario de Agricultura, entre otras.
Desde hace dos años se dio a la tarea de escribir su biografía porque considera una obligación moral de quienes han sido funcionarios públicos informar a la sociedad lo que ocurrió en el gobierno.
“Cómo se desarrollaron los asuntos, cómo fueron tratados, cómo fueron resueltos, qué problemas hubo y eso es lo que intenta en una parte del libro, otra parte, la final tiene un análisis de reflexión, de evaluación, de cómo está la situación del país, cuáles son sus principales problemas y que hay que hacer para solucionarlos”.
Su cercanía a la toma de decisiones en cuatro sexenios lo lleva a sostener que uno de los grandes problemas del sistema político, independientemente del partido que gobierna, es la concentración del poder en el presidente de la República.
“Eso ha llevado a los costos más graves para el país, creo que los presidentes que le han hecho más daño al país han sido el presidente Echeverría, el presidente López Portillo, el presidente Peña, y el presidente López Obrador. Creo que hay que ensayar un esquema de gobierno con un equilibrio de poderes más efectivo, como lo tienen en Estados Unidos, en Europa. Para mí, lo relevante es que tomemos conciencia que los problemas más graves vienen del exceso de poder que ha tenido la presidencia de la República. Los griegos decían que cuando un hombre, o una mujer, decide todo, los demás se convierten en esclavos”.
Adiós al PRI
Labastida alcanzó una posición que cientos de priistas desearon, pero apenas unos pocos lograron, la candidatura a la presidencia. Para su mala suerte, fue el primero en perder unas elecciones frente a la oposición, pero eso no lo alejó de la política, ya que en este siglo ocupó un escaño en el Senado.
Si embargo, hoy dice que está por abandonar el partido en el que militó más de cuatro décadas.
“El PRI está de llorar, de dar lástima. Alito (Alejandro Moreno, presidente del partido) no debería estar dirigiendo un partido, debería estar en la cárcel. Los delitos que tiene acumulados son para tenerlo guardado en algún reclusorio. Anuncié desde hace meses, que voy a renunciar (al partido), no he querido hacerlo en este momento cuando estoy presentando el libro para no juntar las dos noticias, pero cuando pase en estos días renuncia al partido. El partido no tiene solución”.