Durante años, la industria de alimentos nos vendió una idea de productos “saludables” al etiquetarlos bajo categorías como “light”, “bajos en grasa” o “reducidos en azúcar”, sin que realmente representaran alternativas con verdadera calidad nutrimental.
Esta situación habría abonado al deterioro de la salud en México, donde actualmente se estima que hasta un 36.9 por ciento de la población vive con obesidad. Esta situación estaría generada, en gran medida, por el consumo de alimentos ultraprocesados, que sin una regulación de etiquetados y publicidad, antes podía vender productos dotados de información nutrimental inexacta y bajo alguna promoción engañosa.
México se enfermó por una mala y engañosa alimentación
Así, en las décadas 1980, 1990 y todavía en este siglo, era posible ver anuncios de cereales que prometían ser alternativas nutritivas, “adicionadas con vitaminas y minerales”. Lo cierto es que dichos nutrientes añadidos no eliminaban el exceso de azúcares y harinas refinadas, por lo que nunca representaron una alternativa saludable ni benéfica para la salud digestiva de las personas.
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Por su parte, las refresqueras presentaban sus versiones “light” y promovían sus bebidas como auxiliares de regímenes alimentarios y dietas. En realidad, sustituían el azúcar con edulcorantes, algunos de los cuales, hoy están prohibidos para su consumo por ser precursores de diabetes y otras enfermedades, como el cáncer.
Otro sector de alimentos ultraprocesados, el de las carnes frías, también solía ofrecer jamones, salchichas y embutidos como si fueran alternativas de calidad nutrimental, incluso equiparables a las carnes de verdad. Esta desregulación habría fomentado que, en nuestro país, más del 16 por ciento de la población viva actualmente con diabetes.
¿”Light”, “bajo en grasa” o “sin azúcar”? Desmontando mitos
Ante la clara epidemia que aqueja a México con enfermedades relacionadas con la mala alimentación, las autoridades mexicanas regularon las reglas de promoción y etiquetado de productos para tratar de contrarrestar los efectos negativos que trae el desbordamiento de enfermedades alimentarias para cualquier sistema de salud.
Se estableció la colocación reglamentaria de sellos para advertir de aquellos productos elaborados con cantidades no recomendables de azúcares, grasas, sodio y calorías y se endurecieron las reglas para su publicidad, especialmente en aquellos alimentos azucarados destinados al público infantil .
Esta acción ha obligado a los productores de alimentos procesados a mejorar la composición de sus fórmulas y dejar claro que, aún cuando sus productos se elaboren con menores cantidades de azúcares, sales, harinas procesadas, grasas o cargas calóricas, no se pueden denominar como saludables ni ofrecerse como alternativas para llevar una vida saludable.
Así, la promesa comercial de los productos dietéticos, bajos en grasa, lights o sin azúcares añadidos encuentra en la regulación oficial una pauta para conducirse con ética y con verdad. Esta condición debe beneficiar a los consumidores, quienes tendrán una mayor certeza sobre su salud nutrimental y los productos que ingieren.