Miguel Nazar Haro es parte de la leyenda negra del espionaje político en México. Por primera vez se desvela en una biografía, con base en 8 años de entrevistas, su paso por los órganos de inteligencia que revelan cómo artistas con la fama de Olga Breeskin pasaban información a los agentes de la temible Dirección Federal de Seguridad, de acuerdo con el relato del periodista Gustavo Castillo García.
El Tigre de Nazar es en realidad una novela policiaca de 300 páginas bien contadas, documentadas y contextualizadas sobre las declaraciones que por horas y entre tazas de café turco le fue entresacando Castillo García al mítico policía, cuya trayectoria rozó a Genaro García Luna, el otro policía odiado del régimen de la 4T. Pero es un libro de no ficción, no hay que confundirse.
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“Yo soy nacionalista, no soy ni de derecha ni de izquierda ni mamadas de ésas, yo soy mexicano, mexicanista. No hay mejor país en el mundo que este, y no lo sabemos defender”, se describe en las páginas del libro.
Cuando abordan el tema de la matanza del 2 de octubre en Tlatelolco, Nazar Haro responde:
- ¿A dónde fueron llevados los cuerpos (de los estudiantes y manifestantes masacrados)?
- No sé. ¡Cómo voy a saber! Era agente, ¡un gato!
El viernes 6 de abril de 2007, Miguel Nazar Haro le dijo a Gustavo Castillo en una de sus largas charlas que Andrés Manuel López Obrador crearía su propio partido político. Como apunte, fue hasta 2011 cuando el Movimiento de Regeneración Nacional fue registrado como asociación civil y en 2014 el Instituto Nacional Electoral (INE) le otorgó el registro como partido.
- ¿Era un demonio Miguel Nazar Haro o era una pieza del sistema?
- Yo creo que depende de dónde lo vea y quién lo vea. Para el sistema era una pieza fundamental, del otro lado hay señalamientos del torturador, gente que desaparecía…
- Él dice 'no, yo no hice nada' en sus respuestas...
- Aquí el asunto es que en todo nos da pistas, o sea, se deja ver, se revela al personaje en toda su esencia. En el libro que está editando Grijalbo está la construcción de un personaje en todo su contexto, el contexto nacional y el propio contexto internacional. Porque aquí sí no hay que perder de vista que estábamos en una etapa de la Guerra Fría donde el mundo estaba polarizado, o eran capitalistas o eran comunistas. Hay que considerar el ambiente que se vivía y sobre todo la posición geopolítica que tiene México. Lo dice Nazar: es trascendental y a todos los países les importa México porque estamos cerca del hegemónico, somos frontera con Estados Unidos. Es un paso obligado para llegar a Estados Unidos y entonces, obviamente también a Estados Unidos le importaba que el comunismo no se extendiera más allá de Cuba. Hay un hecho: Miguel Nazar Haro estudió 1965 en Estados Unidos, ahí toma su primer curso de inteligencia. Tres años antes del 2 de octubre y casi 20 antes de todo lo que devino en la guerra sucia en México. Pero ahí se topa con personas que se vuelven importantísimos para la CIA, la Escuela de las Américas en Panamá, que fue formadora de decenas de militares que después vienen a dar golpes de Estado en muchas naciones de América Latina. Ahí estuvieron, entre otros, el general Mario Arturo Acosta Chaparro, que también mucha gente lo va a recordar (por su participación en la guerra sucia de los 70). Entonces a Miguel Nazar se le enmarca en esta política anticomunista y tan es así que hoy, en términos de lo que tenemos en la actualidad.
- “Había que ser fanático como ellos”, expresa Nazar Haro. Y hay una anécdota que cuenta Gustavo, que se la cuenta Miguel Nazar, en donde él se va a tomar unos tragos y se mete Avenida de los Insurgentes. Iba a su casa, pero en sentido contrario y entonces empieza a ver puras luces rojas que en aquel entonces eran ámbar, pero las veía rojas y entonces él dijo “son rojos, son rojos”, como se señalaba a los comunistas y les empieza a disparar… ¿tenemos en el actual sistema mexicano a un Miguel Nazar Haro?
- Yo creo que se han transformado y hoy, a diferencia de lo que ocurría en aquellos años, los viejos policías tenían un gran reconocimiento y aparecían con rostro y nombre en los diarios o en los medios de comunicación. Hoy ya todo son siglas. Por eso hay que recordar que quien lo quita es Genaro García Luna, que por cierto, también debo mencionar que aparece en el libro. Hay en el momento de la detención se van a encontrar si eso trasciende las épocas. El respeto que Miguel se ganó entre todas las corporaciones policíacas, trascendió las décadas y no solamente de ellos, de muchas gentes más. Y también, obviamente, los reclamos de otros grupos que eran compositores, pero que finalmente, aún cuando lo llevan a ser juzgado, él resulta exonerado de todos los cargos porque no había elementos…
- Es una prisión domiciliaria…
- Prisión domiciliaria. Dos años, dos años, dos años, dos años y meses es poco. La edad y por las enfermedades que presentaba. Pero fíjate que hay algo que me gustaría destacar, algo que les va a interesar. Es como a veces leer una novela de espías, donde se mezcla amor, bohemia, guitarras, bebidas, cantantes, farándula, políticos y espionaje. Bueno, pero resulta que en todo eso él habla de tener al menos 400 gentes metidas como sus informantes…
- ¡Hasta periodistas!
- Él dice que los periodistas éramos para él un ejército inconsciente de informadores, porque gracias a la labor que se realiza, nosotros vamos obteniendo detalles que sirve para las tareas de inteligencia. Y eso a la fecha sigue en términos del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), de la Guardia Nacional y demás. Y para que se den una idea. Hace rato comentaba en términos de que mucha gente se va a acordar de un comercial que decía “y todos queremos ver a Olga”. O había gente que se divertía viendo el programa de Siempre de Domingo y entonces aparecía alguien que decía que tenía poderes síquicos y se van a encontrar con grandes sorpresas: que también participaban en un esquema y se van a encontrar con alguna dueña de un prostíbulo muy famoso que también servía para las mismas labores de inteligencia.
A Nazar le decían El Tigre. Y le gustaba tenerlos en su oficina. Según el relato Nazar usaba al tigre para torturar a sus detenidos. En su época como policía político desaparecieron a cientos de guerrilleros, opositores y estudiantes, y nació la Brigada Blanca. Para él los opositores eran enemigos del sistema. El libro de Gustavo Castillo reconstruye su historia.