La ubicación geográfica y las circunstancias históricas determinan, en gran medida, la realidad de un país. Belice, vecino al sur de México, resalta en la historia por los movimientos territoriales que lo caracterizan y, sobre todo, porque formó parte de México. La historia de su separación, así como la de otros territorios aledaños, impactó la historia de nuestro país.
La época colonial española en América refleja un interés focalizado en regiones con abundancia mineral. Este criterio dejó zonas como Belice sin una exploración profunda. Al no hallar minerales en abundancia, la atención española se dispersó de esta área. Sin embargo, en el siglo XVII, el panorama cambió al llegar embarcaciones inglesas. Estos navegantes, denominados piratas de la bahía, encontraron un tesoro diferente: el palo de tinte, también conocido como palo de Campeche, un árbol valioso cuyo tinte se apreciaba enormemente en Europa y Asia. No solo eso, la caoba, madera fina por excelencia, también abundaba en la región, ofreciendo otro recurso valioso.
Belice: Entre España y Gran Bretaña
El éxito del negocio del tinte y la caoba, que atrajo a muchos, también incluyó la lamentable introducción de esclavos de Jamaica para aumentar la eficiencia laboral. Sin embargo, la prosperidad no pasó desapercibida para la Corona Española, quien intentó recuperar su dominio, llevando a conflictos y tratados, como el de Madrid en 1670, buscando la no agresión entre Gran Bretaña y España.
En el siglo XVIII, el Tratado de París, cede territorios a la Corona Española, pero no tardaron en surgir conflictos por la región. La batalla de Cayo de San Jorge en 1798 es un ejemplo. Con la independencia de México, surgen los Tratados de Córdoba en 1821, pero en 1823, Guatemala y otros países declaran su independencia de España y México, creando Las Provincias Unidas de Centro América.
De acuerdo con la historiadora Nidia Chávez Cisneros en “El proceso de formación de la frontera sur de México”, los marinos ingleses del siglo XVII frecuentaron estas costas, centrando su atención en la piratería y la tala del palo de Campeche, esencial para la industria del tinte. El tratado de Madrid en 1670 eliminó la piratería, desplazando la atención inglesa hacia la tala de madera.
Aunque inicialmente reacio, el gobierno británico tomó un rol más activo en el siglo XIX, ejerciendo control sobre los colonos, especialmente tras la abolición de la esclavitud en 1838. A pesar de la abolición, las condiciones laborales en Belice seguían siendo denigrantes, con ex esclavos atrapados en un sistema de peonaje.
En 1783, el Tratado de Versalles buscó fortalecer la amistad entre España y Francia, abordando cuestiones de comercio y límites territoriales. El artículo menciona que varios historiadores subrayan la astucia británica en sus maniobras expansionistas en la región. A pesar de la reestructuración administrativa que integró Belice al territorio novohispano, los desafíos territoriales persistieron con la independencia de las colonias españolas en América.
Gran Bretaña, viendo los movimientos insurgentes en todo México, decide intervenir, preocupada por sus intereses y negocios en la región.
Porfirio Díaz, la guerra de castas y perder Belice
De acuerdo con la historiadora Nidia Chávez Cisneros, las relaciones entre México y Honduras Británica (Belice) se transformaron tras la emancipación de los territorios americanos. México vio una oportunidad en esta nueva relación para establecer su soberanía y que fuera reconocida, mientras que para Gran Bretaña, México se convirtió en un mercado potencial. Esta renovada relación culminó con el Tratado de Amistad, Comercio y Navegación de 1824 entre ambas naciones, el cual benefició ampliamente a Gran Bretaña.
Este tratado constó de 17 artículos que garantizaban la protección de los intereses comerciales de ambas partes. Estipulaba la protección de los ingleses establecidos en México, garantizando sus derechos y privilegios. Por otro lado, México asumió el compromiso de abolir la esclavitud y restringir la participación de sus ciudadanos en la industria maderera. El presidente Guadalupe Victoria ratificó este tratado en 1827, marcando uno de los primeros actos oficiales de la República mexicana.
En el mismo artículo titulado: “El proceso de formación de la frontera sur de México” se menciona que durante años, las relaciones exteriores entre británicos y mexicanos experimentaron un período de estancamiento, influenciado por las tensiones internas de México entre facciones liberales y conservadoras. Esta pausa en las negociaciones terminó con el reconocimiento oficial de Belice como colonia británica en 1862, aunque los límites entre Belice y México solo se definieron en 1877.
La historiadora menciona que para establecer estos límites, Antonio García Cubas lideró una Comisión de Límites que negoció con la corona británica. Durante el gobierno de Porfirio Díaz, se firmó el tratado Mariscal Spencer en 1893, que definió la frontera a lo largo del río Hondo. Esta frontera se estableció en gran parte debido al apoyo británico a las jóvenes naciones americanas y a la falta de interés de México y Guatemala en la región. Sin embargo, la falta de claridad en los límites permitió que comerciantes de México y Guatemala prefirieran Belice como centro comercial. Esto impulsó la Guerra de Castas, que comenzó en 1847, alimentada por el comercio entre británicos y Mayas Cruzo.
Aunque las negociaciones se llevaron a cabo muchos años después del inicio de la guerra, garantizaron para México la posesión de la costa oriental de la península de Yucatán. Los británicos permitieron operaciones militares mexicanas en su frontera contra los mayas.
Nidia Chávez menciona también que la negociación del tratado implicó conversaciones entre Ignacio Mariscal, Secretario de Relaciones Exteriores de México, y Sir Spenser St. John del Reino Unido. Estas discusiones culminaron con el ya mencionado tratado firmado en 1893 en la Ciudad de México, que se complementó con otro tratado en 1897 que buscaba resolver la problemática de la Guerra de Castas; situación por la cual, el gobierno mexicano se vería superado y con la imperiosa necesidad de resolverlo.
Este tratado establecía límites claros, restringía el comercio de armas con los Mayas Cruzo, aseguraba la no incursión de indígenas en el territorio vecino y definía las formalidades para su ratificación. Se incluyó un anexo que otorgaba libertad de navegación para los barcos mexicanos por la Boca Bacalar Chico. Así, de esta manera, Belice dejó de formar parte de México.
Con el paso de los años, ambas naciones colocaron monumentos a lo largo del río Hondo para marcar su frontera. Aunque existe un solo cruce fronterizo oficial entre México y Belice, ubicado en Subteniente López y Santa Elena, los lazos históricos y comerciales entre ambas naciones son amplios. La Guerra de Castas se considera como un recordatorio de los conflictos raciales y territoriales que han marcado la historia de la región. Esta guerra devastadora, que comenzó en 1847 y culminó en 1901 con la ocupación militar de Chan Santa Cruz, dejó una profunda cicatriz en la historia de Yucatán y de México.
Belice en la actualidad
No obstante, Guatemala también ha mostrado interés en Belice, generando conflictos territoriales que, hasta fechas recientes, se debaten en la Corte Internacional de Justicia de la Haya. Es relevante mencionar que Guatemala reclama una porción del territorio cedido a Gran Bretaña en 1859 por una compensación no pagada.
Sin embargo, el siglo XX trajo cambios significativos para Belice. Movimientos anticoloniales, avances químicos y guerras mundiales modificaron el paisaje político y comercial global. El fervor antibritánico creció en Belice, llevando a su independencia el 21 de septiembre de 1981. Aunque autónomo, Belice mantiene lazos con Gran Bretaña, formando parte de la Commonwealth, una comunidad de excolonias británicas.
DJC