Cuestionar al poder, el que sea, es la principal causa de muerte para los periodistas en México. Y los asesinatos y acoso ocurren contra reporteros que ejercen el “mejor oficio del mundo”, como decía Gabriel García Márquez, en lo local al narrar y describir injusticias en su entorno más próximo, con sus vecinos o en su comunidad. Es decir, al poder institucional o al criminal les molesta que los exhiban con su comunidad o donde ellos creen liderar.
Esto se desprende del libro Causa de muerte: cuestionar al poder. Acoso y asesinato de periodistas en México, de la politóloga y periodista Alejandra Ibarra Chaoul, quien en entrevista con La Silla Rota hace un balance de lo que está sucediendo con el periodismo en México.
“Es una labor de documentación periodística a través de redes sociales, un poco para invitar a los lectores a estirar esta esta noción de quién es periodista y pues en el corazón está lo que comparten, son periodistas que cubren y e informan sobre los sucesos cotidianos de sus comunidades siendo ellos miembros de estas mismas comunidades. No son ajenos a la falta de medicinas del hospital, no son ajenos a la contaminación que va a generar la construcción de un gasoducto en la comunidad, no son ajenos al dominio que va a tener quien quede como líder en el liderazgo del cártel regional y no son ajenos”, explica Alejandra Ibarra.
- La hipótesis que planteas en tu libro es que justamente cuestionar al poder le puede costar la vida a los periodistas, ¿es así?
- Sí, yo sostengo que es el cuestionamiento al poder sobre todo desde estas figuras que ya se han ganado a lo largo de sus carreras y a partir de su trabajo el respeto, la admiración de sus comunidades y que son periodistas que cuestionan al poder y que al hacerlo invitan a los demás a decir: ´Oye, sí, esto no es justo o sabes que sí, yo tampoco quiero ya vivir así o yo también quiero que haya medicinas en el hospital. Yo también estoy harto de que los caminos estén llenos de baches. Yo tampoco quiero que mi agua se contamine´. Entonces es un cuestionamiento a esta narrativa que los poderosos dicen que todo está bien o que no hay que prestar atención a esto y al cuestionar también invitan no invitan a la población.
- ¿Cuál es el tipo de periodismo que hacían ellos? Por ejemplo, explicas el caso de Javier Valdez: La narrativa que él tenía en sus libros tenía un público específico; la narrativa que él usaba para el periódico La Jornada, donde él era corresponsal, era diferente, y era otra narrativa que él utilizaba en esta prestigiosa y muy respetada revista RíoDoce. Asumir una postura, que a veces al periodismo y al periodista tradicional le causa un poco de comezón. O ver a sus periodistas, particularmente mujeres periodistas que dicen ´sabes que yo el 8 de marzo no quiero trabajar, quiero que me des el día porque quiero ir a participar a la protesta´, pero que hay editores que dicen ´oye, es que tú no puedes hacer eso, tú eres periodista, tienes que ser ajena a esa cuestión de protestar…
- Sí los invito mucho a ver el capítulo de Javier Valdés donde hago esta comparativa entre lo que publicaba para una audiencia nacional un poco difuminada (en La Jornada) y lejana los problemas que se vivían en Culiacán y en Sinaloa. Y lo que él le escribía a la población que estaba sujeta a ese problema, que estaban viviendo en este desajuste de poder del Cártel de Sinaloa. Entonces creo que las audiencias es una conversación clave. Y la parte del objetividad también es algo, que a mí me encantaría que empezar a discutir más y se empezara a discutir más con relación a la violencia, que viven los periodistas y es esta noción del periodismo como muy tradicional que dice que los periodistas no podemos tomar postura, que no podemos involucrarnos en las cosas políticas y no partidistas. Y yo ahí en el libro también narro un poco como a mí me tocó vivir las marchas feministas después de la elección de Donald Trump en Estados Unidos y como desde allá también las redacciones hacían un poco como decir ´si eres mujer y quieres participar en la marcha no puedes´ o si eres periodista fue que un poco decir ´tu identidad de periodista va primero´, y no, lo que yo planteo acá es que nos cuestionemos eso porque pareciera que los periodistas somos monolito o que solamente tenemos ese aspecto en nuestras vidas. Y la realidad es que somos multifacéticos, entonces somos periodistas, pero también somos mujeres. Hay periodistas que son periodistas y son periodistas indígenas; hay periodistas que son periodistas y son activistas. Entonces creo que todas estas como categorías que quisiéramos que fueran aisladas y que nunca se mezclaran o que nunca se les dibujaran esos límites. La realidad, como seres humanos, es que se cruzan, entonces a mí en particular el tema feminista me parece imposible no posicionarme y no exigir que haya equidad siendo mujer y periodista, incluso desde los temas que abordo o la manera en que los cubro están informados porque soy mujer y mi experiencia en este mundo siendo mujer y lo mismo creo que pasa con un periodista local, que cubre los abusos de autoridad las injusticias y las vejaciones como miembro de esa comunidad. Entonces me parecería casi que imposible no tomar postura. Justo esto que tú dices de que como mujer yo también comparto esta idea: Que tienes todo el derecho de participar en una actividad, en una protesta.
- ¿Sigue la impunidad en los asesinatos de periodistas? Hace unos días veía que estabas en entrevista con Ciro Gómez Leyva en Por la mañana en Radio Fórmula, y como tú sabes hace ocho meses fue víctima de un atentado y hoy no sabemos quiénes son los responsables, ¿tú crees que hay una cierta complicidad del Estado mexicano con poderes fácticos para que haya impunidad en los casos de los periodistas que cuestionan los poderes, que son políticos, económicos, eclesiásticos? En el caso de Nevith Condés Jaramillo en el Estado de México, que relatas en tu libro, que no hay ningún detenido…
- Simplemente te abandona, no se toca en lo absoluto y luego hay otro tipo de impunidad, que creo que este es donde hay como este acuerdo, ahí está, pues, esta complicidad: en protegerse entre ellos, que es la impunidad que no investiga a los autores intelectuales en algunos casos de periodistas asesinados y o atacados como el caso de Ciro Gómez Leyva, si se llega a identificar a los perpetradores materiales, no sé si son sicarios contratados, si son pistoleros, pero son algo que materialmente comete el acto, pero a los que jamás se llega es a los autores intelectuales. Y es justamente lo que ponía Ciro Gómez Leyva sobre la mesa al decir ´yo no tengo idea hasta la fecha de quién ordenó este ataque´. Dos de los casos que relato de manera más breve en el libro, de dos colegas de Veracruz, donde están identificados los presuntos autores intelectuales que eran en su caso, el alcalde y un diputado local, pero están oficialmente prófugos a pesar de tener una orden de aprehensión y a pesar de que gente de la comunidad te dice ´todos sabemos dónde están´. Entonces creo que hay esta segunda capa de impunidad: donde a quienes ordenan estos crímenes, pero no se les toca.