Un hecho insólito y silenciado durante décadas por el oficialismo en México se suscitó el 5 de febrero de 1970 en las calles de la Ciudad de México: el intento de magnicidio contra el presidente Gustavo Díaz Ordaz.
Carlos Francisco Castañeda, un joven de 28 años disparó contra el mandatario en las inmediaciones del Monumento a la Revolución. ¿Cómo ocurrieron exactamente los hechos? En la obra “Que nunca se sepa. El intento de asesinato contra Gustavo Díaz Ordaz y la respuesta brutal del Estado mexicano”, el Dr. José Ramón Cossío Díaz reconstruye los hechos con base en informes oficiales, archivos periodísticos y testimonios que dan cuenta de este suceso que, por años, permaneció en el olvido.
Francisco Castañeda, el asesino fallido, fue arrestado y torturado, pero nunca se le juzgó porque fue declarado “jurídicamente incapaz”. Fue internado 23 años en el Hospital Psiquiátrico Dr. Samuel Ramírez Moreno, de donde salió en diciembre de 1993 en un estado deplorable que lo orilló a vivir en la calle hasta su muerte en diciembre de 2011.
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El Dr. Cossío Díaz rescata en su obra tres declaraciones del mismo Castañeda que refieren cómo ocurrieron los hechos y, otra versión más, de la Dirección Federal de Seguridad (DFS). Todas las explicaciones coinciden en el que intento de asesinato se produjo desde la esquina Gómez Farías e Insurgentes, en la colonia Tabacalera, pero, todas difieren en el modus operandi.
La versión de la DFS que, por supuesto, fue la primera en salir a luz, refiere que el 5 de febrero de 1970, cuando el presidente Díaz Ordaz encabezaba los festejos por el Día de la Constitución, Carlos Castañeda disparó contra un vehículo del cuerpo de seguridad oficial de la Presidencia, creyendo que ahí viajaba el presidente, sin embargo, en este móvil no se trasladaba el mandatario. La confusión se habría debido a que grupos de civiles coreaban -¡presidente, presidente! -, al paso de este vehículo.
Una segunda versión, proveniente del mismo Castañeda, extraída por Norma Ibáñez el 25 de junio de 1992, apunta que a las 10:30 horas, de ese 5 de febrero, Francisco Castañeda se dirigió al Monumento a la Revolución con un arma guardada en su mochila, pero al observar la robusta presencia policial decidió cruzarse hacia la esquina de Gómez Farías e Insurgentes y, una vez en ese punto, al observar el paso de un vehículo en el que viajaba Marcelino García Barragán, secretario de la Defensa Nacional, disparó hacia el chasís del carro y, cuando quiso accionar nuevamente el arma para dirigir la bala contra Marcelino, el arma se atoró, por lo que procedió a guardarla en su mochila.
Esta versión de Castañeda indica que el impulso de disparar contra Barragán se debió a que recordó que el día de la masacre estudiantil del 2 de octubre de 1968, un camión de granaderos enviados por la Defensa Nacional pasó cerca de su casa, por lo que asoció a Barragán con la matanza de Tlatelolco y no dudó en darle justicia a las víctimas.
Una segunda versión de Francisco, obtenida por el doctor Marco Antonio Cupich el 17 de noviembre de 1993, refiere que ese 5 de febrero Castañeda se presentó en las inmediaciones del Monumento a la Revolución para vigilar el paso del convoy donde viajaba Díaz Ordaz, sin embargo, al percatarse de que la comitiva presidencial era demasiado robusta y que era difícil localizar el vehículo exacto del presidente, decidió alejarse unos metros del lugar y, al llegar a la esquina de Gómez Farías e Insurgentes, disparó contra un vehículo porque se percató que ahí viajaba Marcelino García Barragán, sin embargo, la bala se atoró en el chasís del carro y, al intentar disparar nuevamente, Castañeda fue detenido por las autoridades.
Esta declaración también indica que Castañeda se vio impulsado a disparar contra Barragán para darle justicia a los estudiantes asesinados en 1968.
La tercera declaración de Francisco Castañeda, emitida sólo nueve días después de la anterior, el 26 de noviembre de 1993, señala que el joven de 28 años se encontraba en el Monumento a la Revolución, en medio de un tumulto que acordonaba a Gustavo Díaz Ordaz y que, debido a la gran cantidad de gente, se distanció del lugar con el plan de disparar contra el primer carro del gobierno que pasara por el lugar, sin importar si ahí viajaba el presidente o no. Desde la esquina de Gómez Farías e Insurgentes se percató de un vehículo en el que viajaba el secretario García Barragán y disparó contra el auto con la plena intención de matarlo, pero el balazo se impactó contra el chasís y al intentar disparar nuevamente, la pistola se trabó. Al no lograr destrabarla, decidió guardar el arma.
El choque de versiones producidas por el mismo Francisco Castañeda y por la Dirección Federal de Seguridad, son desmenuzadas cuidadosamente por el Dr. José Ramón Cossío Díaz, dando luz a un acontecimiento inédito no reconocido por la historia oficial, pero que, sin duda, merece la pena revisar y contar.