Recuperar su salud y dejar de sentir los fuertes dolores que tenía, derivados de una infección en la vías urinarias, fueron los motivos que llevaron a Jesús Yepeza a prescindir del servicio al que tiene derecho cómo trabajador del Estado y buscar atención médica en instituciones privadas. Él forma parte de los 29 millones de mexicanos que de acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) recibieron atención médica en el sector privado, contra los 17 millones que lo hicieron en hospitales públicos.
“Cuando uno tiene un padecimiento lo que quieres es aliviarte y no resolver cuestiones burocráticas”, explica Jesús quién hace unos meses tuvo que desembolsar de su salario para atenderse en un urólogo privado, en un médico general, pagar estudios clínicos y lo que considera más costoso: los medicamentos.
Jesús tiene 57 años, está afiliado al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales para los Trabajadores del Estado (ISSSTE), le corresponde un clínica familiar que está en la alcaldía de Tláhuac, “en el hospital que me tienen que atender siempre está abarrotado, pero tuve que acudir al servicio de urgencia por un problema de las vías urinarias, el dolor era muy fuerte”, explica Yepez.
“El servicio que me dieron en urgencias no resolvió mi problema, no es que sea totalmente malo, pero al referenciarme a mi clínica familiar es toda una tramitología para pedir la cita. Decidí ir a un urólogo particular, eso me genero un costo extra al igual que los medicamentos, pero cuando uno tiene el dolor y quiere curarse creo que eso es preferible”, detalla en entrevista Jesús.
El gasto de bolsillo para la atención en salud ha ido en aumento, ya sea porque la gente no tiene acceso a la seguridad social o porque como Jesús, prefieren pagar por servicios privados para ser atendidos en menor tiempo, aunque esto implique un golpe a su cartera.
El Coneval dio a conocer este jueves en su informe de Medición de la Pobreza que en México el porcentaje de personas con carencia por acceso a la seguridad social pasó de 53.5% a 50.2% entre 2018 y 2022; lo que equivale en número de personas pasar de 66.2 a 64.7 millones en esta situación, respectivamente, sigue siendo la carencia con mayor incidencia en pobreza.
"Las personas que presentaron carencia por acceso a los servicios de salud pasaron de 16.2% a 39.1% entre 2018 y 2022, es decir, de 20.1 a 50.4 millones de personas en esta situación, respectivamente", señala el informe del Coneval.
En lo que se refiere a la afiliación a un servicio de seguridad social, el informe destaca que "el mayor porcentaje de personas con acceso a los servicios de salud reportó estar afiliado al IMSS (38.3%); en segundo término, declaró tener derecho a los servicios del INSABI (13.1%) este último componente estaba dirigido a brindar servicios de salud a las personas sin seguridad social". Aunque en contraste se tiene que hasta el 2022 el 63.6% de las personas ocupadas no cuenta con acceso a la seguridad social por prestación laboral.
Asimismo, mostró otro dato sobre el acceso a la salud, ya que de las 49 millones 299 mil 119 personas que recibieron atención médica en 2022, casi dos terceras partes acudieron al sector privado. De acuerdo con los datos, 29 millones 984 mil 888 personas fueron atendidas en consultorios y hospitales privados, así como en consultorios adyacentes a farmacias, mientras que 17 millones 934 mil 040 fueron atendidos en las diversas instituciones del sector público.
La atención en salud
De acuerdo con datos recabados por el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), en el micrositio de Salud en México, en lo que se refiere al gasto anual para atención a la salud de los los beneficiarios de ISSSTE, como Jesús, se gasta en promedio 4 mil 994 pesos por persona.
El ISSSTE tiene un tiempo de espera para atender a los pacientes de 67 minutos. En el personal de salud disponible para cada mil derechohabientes se tiene un promedio de 2.7 doctores y 3.4 enfermeras, pese a que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico? (OCDE) recomienda tres doctores y 10 enfermeras. En las camas disponibles por cada mil habitantes se tienen 1 y la recomendación de organismos internacionales es de 5.1.
“El servicio de salud actúa de manera reactiva, no creo que sea sólo un mal del Estado, sino de nosotros que actuamos hasta que sentimos dolor”, señala Jesús Yepez, quien además reconoce que es más barato el atenderse con chequeos de la salud de manera frecuente y no cuando ya se tiene el padecimiento.
Recuerda ciertos datos de su gasto de bolsillo en salud y explica que tan sólo en los estudios gastó 500 pesos, más el antígeno prostático y los antibióticos, al final terminó haciendo un fuerte gasto en distintos momentos de su enfermedad.
Jesús quería atenderse de manera preventiva en su clínica familiar asistiendo al nutriólogo, pero se encontró la falta de atención, es decir en los horarios que asistió al hospital no estaban dando el servicio o bien las citas eran con un plazo largo.
“Quise asistir al nutriólogo de mi clínica familia y nunca estaba disponible, quería atenderme de manera preventiva y no lo logre”, denuncia el paciente.
Datos de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares (ENIGH) 2022 muestran que el gasto de bolsillo aumentó 30% en comparación con los datos de 2018, cuando la cifra de gasto en salud era de mil 028 pesos al trimestre.
Servicio de salud en los estados
Jessica Salgado tiene 30 años, desde el 2022 presenta problemas endocrinos y hormonales, un diagnóstico médico le señaló que era un problema de la tiroides, luego le dijeron que era lupus, pero aún hacen falta un serie de estudios clínicos para determinar si su padecimiento es una enfermedad autoinmune.
Cuando Jessica empezó con los malestares a su salud, contaba con la seguridad social del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se atendió, o al menos eso intentó, en una clínica familiar y de urgencia en Acapulco, Guerrero.
“Entre mis malestares está el presentar dolores en el cuerpo; que son insoportables, tengo problemas sanguíneos, inflamatorios y respiratorios, aún no me dan un diagnóstico, es muy complejo y yo necesito atención pronta y oportuna”, explica la joven.
En lo que se refiere a la atención que en el Hospital General Regional Vicente Guerrero se le dió a Jessica, refiere a que su mayor queja es que de último momento le suspendieran la atención con especialistas y sólo le explicaban que no había este tipo de personal, ni quien pudiera realizar el servicio de estudios de laboratorio, ante este panorama ella recurrió a pagar servicios de estudios privados.
“Estoy buscando alternativas para ver si me pueden atender en la Ciudad de México en la zona de hospitales. Los estudios me los he hecho en el servicio privado pues me piden pruebas de antígenos, de anticuerpos y estos estudios son caros, no tengo un estimado de lo que he gastado pero cada mes es un mínimo de 500 hasta mil 500. Este 2023 he gastado entre cuatro y cinco mil pesos en estudios y consultas”, explica Jessica.
Jessica quería recurrir a la prevención y no le fue posible, “yo pedía información del nutriologo y no me daba informes, lo mismo ocurrió con el servicio de psicólogo, ahora en el INSABI es lo mismo, se enfocan en según curar el padecimiento que traes, pero sólo eso”, denuncia la joven.
El gasto anual para atención a la salud de los beneficiarios de IMSS se gasta en promedio 5, 067 pesos por persona. El Instituto tiene el mayor tiempo de espera para recibir atención, que se estima en 76 minutos. En el personal de salud disponible para cada mil derechohabientes se tiene un promedio de 1.3 doctores y 2.1 enfermeras, pese a que la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) recomienda tres doctores y 10 enfermeras. En las camas disponibles por cada mil habitantes se tienen 0.7 y la recomendación de organismos internacionales es de 5.1.
MRV