El próximo jueves se cumplirán 24 años de la huelga estudiantil más larga en la historia de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), encabezada por el Consejo General de Huelga (CGH) en defensa de la educación pública y gratuita a más de dos décadas de este movimiento, el libro Historia de la Huelga Estudiantil de la UNAM (1999-2000) hace un recuento de la historia, memoria y testimonios de este movimiento estudiantil que marco a la máxima casa de estudios.
Uno de los capítulos narrados por el maestro de la Facultad de Economía, Mario Flavio Benítez, mejor conocido como "El Gato", revive los momentos de tensión que se vivió a lo largo de casi un año de huelga de la UNAM, con el capítulo "Cuando la UNAM se pintó de rojo y negro", donde hace mención a los cinco enfrentamientos que se dieron durante la huelga en la máxima casa de estudios.
Los enfrentamientos en la huelga de la UNAM
El primero de estos enfrentamientos, de acuerdo con "El Gato" data del 29 de enero al 18 de febrero de 1987, casi diez años antes de que estallara la huelga, en ese tiempo, la UNAM estuvo paralizada por los estudiantes exigiendo derogación de las medidas aprobadas, muy en especial del aumento de colegiaturas. De hecho, esa fue la demanda central del pliego petitorio y condición para el levantamiento de la huelga. Por 21 días la UNAM estuvo en poder de los estudiantes, hasta que se convino la entrega de las instalaciones a las autoridades, ya que habían decidido suspender el incremento y convocar a un congreso universitario, cuyos acuerdos asumiría el Consejo Universitario. “Triunfo histórico”; sin embargo, otras voces universitarias cuestionaban el “triunfo histórico” y ya desde entonces alertaban: “nos están dando gato por liebre”. Efectivamente, derogación no es lo mismo que suspensión, y si las autoridades se comprometían a asumir que no se cobraría por ingresar a la UNAM, pues lo conducente era que lo hicieran de una vez y no lo sujetaran primero a un congreso y después a su Consejo Universitario. Era lógico; sí, pero eso no era lo previamente apalabrado a puerta cerrada entre la dirección del CEU y las autoridades universitarias.
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A ello de acuerdo con, Benítez Chávez siguió un segundo enfrentamiento, durante el desarrollo del Congreso Universitario se organizaron foros, debates, diversas marchas y mítines, incluso paros con la participación de miles de estudiantes de “prepas”, CCH, escuelas y facultades. La amenaza era real. Habían vuelto con su intento de imponer los cobros por estudiar.
Mario Benítez, "El Gato" en el Reclusorio Norte
El día que se buscaba aprobar el incremento de las cuotas, una poderosa marcha llegó a la sede del evento rodeando completamente el lugar, "era todo un espectáculo de protesta ver al monstruo de las mil cabezas tras la cerca, impedido del acceso a la parte baja donde sólo estaban los delegados al congreso".
De acuerdo con el relato de "El Gato", los hijos del pueblo, cientos de estudiantes enganchados a la malla de alambre, agitándola y coreando amenazantes, decididos, desgarrando sus gargantas con estas palabras: “¡Cuotas aprobadas, huelga declarada! ¡Cuotas aprobadas, huelga declarada!”. Afuera del frontón, miles de estudiantes sumaron sus voces coreando al mismo ritmo que los de adentro: “¡Cuotas aprobadas, huelga declarada! ¡Cuotas aprobadas, huelga declarada!”. Y se asomó un nuevo levantamiento estudiantil organizado y de masas, que las autoridades tendrían que enfrentar en caso de aprobar las mentadas cuotas. Se espantaron. No pudieron. El rector y los suyos se replegaron y los cobros no se aprobaron.
Para marzo de 1992, un tercer enfrentamiento por la aplicación de cuotas hizo que el avispero resurgiera, de acuerdo con una consulta aplicada por las mismas autoridades universitarias, la comunidad estudiantil se pronunció a favor de un incremento de colegiaturas. La supuesta consulta fue realizada por el rector José Sarukhán, quien sacó de su chistera el resultado: los estudiantes claman por pagar. ¡Vergüenza! ¡Falso! ¡Indignante! Al parecer esa consulta Sarukhán la hizo ¡pero con su almohada!, dado que su sola declaración comenzó de nuevo a agitar los ánimos entre los estudiantes.
De nuevo se jaloneó, se citó a las asambleas y dieron comienzo los preparativos necesarios para la defensa de la gratuidad. ¡Otra vez a levantarse contra la autoridad! No hubo de otra. Ante la obcecación neoliberal, el empecinamiento del movimiento. Por fortuna el asunto no pasó a mayores. Pulsaron la reacción de los estudiantes y, ante el reinicio de nuevas protestas, el rector rápidamente anunció el retiro de su consulta fraude. Con Sarukhán también se dio una breve y fugaz tercera batalla.
El cuarto enfrentamiento a la ofensiva neoliberal no le favoreció al movimiento universitario. La batalla se perdió. El movimiento estudiantil no logró detener las reformas del 97. Fue derrotado en esta ocasión. Las autoridades lo observaron. Percibieron la dificultad de los estudiantes para responder organizadamente. Examinaron su lentitud al reaccionar. Miraron la debilidad de su convocatoria. Advirtieron dosis de individualismo e indiferencia. Le llamaron la Generación X, y concluyeron que, ¡por fin!, había llegado el momento anhelado para imponer el cobro por estudiar en la UNAM.
Aunque para algunos, el CGH fue derrotado, la verdad es que la victoria de no cobros en la UNAM es una realidad a 24 años de la huelga más de un millón de jóvenes ha logrado estudiar gratuitamente en la UNAM. Ese es un dato maravilloso, muestra patente y tangible de la victoria del CGH: 22 años y nadie más ha tenido que hacer una huelga por impedir que se cobre el ingreso y permanencia en la UNAM. El CGH cumplió: se luchó y se ganó para los que venían detrás.
En entrevista a La Silla Rota en febrero de 2020, Mario Benítez, “El Gato”, uno de los líderes del CGH señaló que es contundente: la huelga que paralizó a la Máxima Casa de Estudios de México en 1999 y principios de 2000 y de la que fue partícipe, fue todo un éxito, pese a que terminó con la entrada de la Policía Federal Preventiva (PFP) aquel 6 de febrero; y del movimiento actual que tiene en paro a varias escuelas y facultades carece de legitimidad pues carece de organización, debate y se excluye a las mayorías para la toma de decisiones.
Para Benítez Chávez pronosticó entonces que los movimientos no se parecían a la huelga del 99.
“No hay similitud con lo que está pasando ahorita. Hace 20 años el paro era con asambleas, discusiones, había foros, conferencias, todo el tiempo se estuvo discutiendo. No se expulsa a la masa, al contrario se le integra, se le dan tareas de agitación, de propaganda, la causa es legítima y está respaldada por horas y horas de discusión por una asamblea con delegados y actualmente vemos un paro que no está legitimado por asambleas, no es un paro auténtico.
“No nos encapuchábamos, dábamos la cara, no cambiamos nuestro nombre, escribíamos las peticiones, no las cambiábamos a cada rato. Era un ambiente de lucha de masas organizadas en asambleas y horas y horas de debate y eso está ausente en este tipo de eventos donde no tienen esta tradición de incorporar. Es una lucha que yo no la caracterizo como un movimiento, sino como algo que está abordando un tema relevante pero sin la organización, sin la masa y legitimidad que todo movimiento debe tener a través de las asambleas”.