El Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), que encabeza María Elena Álvarez-Buylla, ya tiene la mesa servida, pues a pesar de las críticas volvió a contratar el servicio de comedor "agroecológico" a la empresa Pigudi Gastronómico, por adjudicación directa y por un monto de más de 3 millones de pesos.
La Silla Rota dio a conocer el abril pasado la intención del Conacyt de contratar nuevamente el servicio de comedor para sus trabajadores, aunque había lanzado la preconvocatoria, fue hasta el 31 de agosto de este año cuando se concretó la adjudicación directa.
De acuerdo con la información publicada en Compranet, el Consejo desembolsó 3 millones 620 mil 689 pesos para tener comedor del 1 de septiembre al 15 de diciembre, es decir, sólo por tres meses y medio. Nuevamente contrató a Pigudi Gastronómico a pesar de que la Auditoría Superior de la Federación señaló irregularidades.
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En la convocatoria que había lanzado previamente especificó que para el desayuno prevé que haya entre 40 y 88 comensales, mientras que para la comida estima que acuden entre 44 y 110 trabajadores de lunes a viernes.
Según las fechas indicadas, el contrato es para abastecer de alimentos a los trabajadores del Conacyt por 76 días, lo que implica que paga 47 mil 640 pesos al día en desayunos y comidas de sus trabajadores.
Si al día acude el mínimo de sólo 40 empleados, el Conacyt estaría pagando mil 191 pesos diarios por trabajador, 595 pesos en promedio por alimento. Si se considera el máximo de 110 trabajadores, el gasto en comida por empleado es de 433 pesos al día, es decir, 216 pesos por desayuno y otros 216 por la comida, más de lo que los trabajadores pagarían en una fondita.
A pesar de las críticas y señalamientos que surgieron tras los primeros contratos con Pigudi Gastronómico, Álvarez-Buylla ha defendido que contar con un comedor de este tipo, en el que sólo se ofrecen alimentos naturales y un menú avalado por un nutriólogo, es un derecho de los trabajadores.
La controversia en años anteriores por el comedor del Conacyt
En la convocatoria de 2019, el Consejo causó controversia por querer que “los alimentos se prepararán con productos adquiridos de comunidades campesinos del suelo de conservación de la Ciudad de México y estados circundantes que producen alimentos agroecológicos sin tóxicos y/u orgánicos y se elaborarán en la cocina del comedor del Conacyt, mismos que deben tener un balance dietético y equilibrado para los comensales”.
En las bases que publicó para 2022, el Conacyt detalló que “para los usuarios del comedor institucional, la dieta deberá ser equilibrada y cubrir de 700 a 1000 kilocalorías por día y deberá ser distribuida entre el desayuno y la comida, entendiéndose que el contenido calórico deberá ser mayor en la comida que en el desayuno”.
Indicó que cada comida debe incluir un equilibrio de 15% a 25% a partir de proteínas animales y vegetales, 15% a 20% a partir de lípidos, preferentemente de productos animales como pescados, pollo y pavo, y en menor frecuencia carne de puerco o de res, sin hormonas o químicos, y 40% a 55% de hidratos de carbono como semillas, cereales enteros, frutas y verduras.
Señaló también que “por lo anterior, es indispensable que los menús estén avalados por un nutriólogo (el cual no estará en sitio). También se requiere de un Chef encargado de la preparación diaria de los alimentos, así como de un supervisor quien será responsable del manejo higiénico de alimentos y del apego al programa de limpieza y quien deberá permanecer en las instalaciones del Conacyt”.
El Consejo indicó en la preconvocatoria que todo debe ser natural, ya que “no se autoriza el uso de puré de tomate o de alimento alguno enlatado como sustituto o complemento del jitomate natural o de otro ingrediente natural. No se autoriza en ningún caso el empleo de huevo en polvo o líquido como sustituto del natural o de saborizantes de pollo, y otros. Evitar por completo el uso de cualquier alimento con jarabe de alta fructosa de maíz o de glutamato monosódico. El sabor debe adquirirse con el buen sazón usando ajo, cebolla y otros condimentos naturales”.
Asimismo, hizo un listado en el que solicitó que las tortillas o tlacoyos sean de maíz sin transgénico ni glifosato, y que las galletas sean sin azúcar y de preferencia sin gluten.
Entre 2019 y 2020, Conacyt gastó 27 millones de pesos en el comedor
El Conacyt estableció este tipo de características en sus alimentos desde 2019 y lo denominó “comedor agroecológico”, así lo explicó durante la inauguración del proyecto “De Saberes y Sabores”, en conmemoración del Día Nacional del Maíz, el 26 de septiembre de ese año.
“Y como un acto de congruencia y compromiso con la comunidad trabajadora del Conacyt, se estableció un proyecto de comedor innovador, consistente en un modelo circular de alimentación sana, caracterizado por apoyar a las comunidades campesinas y el cuidado ambiental; con una dieta balanceada avalada por un especialista en nutrición y elaborada con ingredientes agroecológicos –es decir, que son producidos por familias campesinas y pequeños productores de la Ciudad de México y estados circundantes en forma natural y libre de tóxicos– y se complementa con productos no industrializados de pescado, pollo o pavo”.
Asimismo, en mayo de 2019 el Conacyt afirmó en su cuenta de Twitter que el comedor para trabajadores no es un lujo, sino un derecho laboral y una conquista del contrato colectivo de trabajo.
Sin embargo, el Consejo ha sido cuestionado por el gasto en el servicio del comedor y la empresa que contrató en 2019 y 2020, de nombre Pigudi Gastronómico, fue señalada por la Auditoría Superior de la Federación, que encontró irregularidades en los contratos que hizo con Conacyt y con Conaliteg.
Entre 2019 y 2020 el Conacyt pagó a Pigudi Gastronómico un monto total de 27 millones 545 mil 031.9 pesos por la contratación del servicio de comedor. El primer contrato fue por 15 millones 078 mil 457.76 pesos y el segundo, por 12 millones 466 mil 574.14 pesos, que terminó el 31 de diciembre de 2020.
En Compranet no hay registro de que Conacyt contratara el servicio de comedor en 2021 o extendiera el contrato que tuvo en 2020, pero hubo 86 compras que se englobaron en un solo rubro bajo el nombre de “contrato marco para el suministro y entrega en sitio de artículos de oficina; productos para servicio de cafetería; así como consumibles y accesorios informáticos”.
MRV