HISTORIA DE MÉXICO

“Era una mujer muy bella”, el retrato poco conocido de Josefa Ortiz de Domínguez

Recientemente se integró al acervo histórico del Gobierno del estado de Querétaro un retrato que podría cambiar toda la iconografía y concepción histórica de una de las mujeres más importantes de la historia de México

El nuevo retrato de Josefa Ortiz de Domínguez muestra un nuevo rostro de esta mujer insigne, uno que no corresponde al que históricamente se relaciona con el de la Corregidora.
El nuevo retrato de Josefa Ortiz de Domínguez muestra un nuevo rostro de esta mujer insigne, uno que no corresponde al que históricamente se relaciona con el de la Corregidora.Créditos: Cuartoscuro.
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Recientemente se integró al acervo histórico del Gobierno del estado de Querétaro un retrato hecho a lápiz, fechado en 1803, que podría cambiar radicalmente toda la iconografía y concepción histórica de una de las mujeres más importantes de la historia de México y emblema de nuestro movimiento de Independencia.

Se trata de un nuevo retrato de doña Josefa Ortiz de Domínguez, "La Corregidora". El retrato muestra un nuevo rostro de esta mujer insigne, uno que no corresponde al que históricamente se relaciona con el de La Corregidora, a quien generalmente se le representa como una mujer adusta, poco agraciada, ya entrada en años, de complexión robusta y casi siempre de perfil.

En esta obra, dada a conocer en exclusiva a Diario De Querétaro por el gobernador Francisco Garrido Patrón, las características son radicalmente diferentes, pues la mujer del retrato tiene una presencia más juvenil, tal vez parece de unos treinta y tantos años, es delgada y aunque su rostro es serio, también tiene un dejo de dulzura y suavidad.

En cuando a sus facciones son más afiladas, con ojos pequeños y alargados. Al pie de la obra, que aparece sin firma, sólo hay un nombre, casi ilegible: doña Josefa Ortiz (sic).

Además, a punto de iniciarse las celebraciones por el Bicentenario del inicio del movimiento independentista, el Gobierno estatal encabezado por Francisco Garrido, adquirió otro retrato... el del Corregidor de Querétaro Miguel Ramón Sebastián Domínguez Alemán (1756-1830).

Las adquisiciones se realizaron a través de la Galería AJA, cuya representante Ana Julia Aguado señaló que ambos retratos fueron comprados a su vez a la familia Rivera Riveroll, radicada en el Distrito Federal, descendientes en línea directa de otra mexicana ilustre: Leona Vicario.

Estos cuadros se añaden a la aportación del Gobierno de Garrido Patrón al acervo histórico de Querétaro y se suma a la adquisición de una peineta original de la propia Josefa Ortiz de Domínguez, donada por la familia Ísita, que actualmente se encuentra exhibida en el salón de Cabildos de Palacio de Gobierno, lugar donde se supone que la emblemática señora dio el histórico taconazo para avisar que la conspiración independentista había sido descubierta y que ella se encontraba ya cautiva.

¿ES JOSEFA ORTIZ DE DOMÍNGUEZ O NO LA DEL RETRATO NUEVO?

Los maestros Laura de la Isla Herrera, restauradora de Bienes Muebles y Alejandro Obregón Álvarez, jefe del Archivo Histórico de Querétaro fueron los expertos encargados de examinar los dos retratos de lápiz sobre papel, quienes determinaron el valor económico de cada uno de ellos "tomando en cuenta que fuesen realmente doña Josefa Ortiz y don Miguel Domínguez".

Foto: Pluma de Quetzal.

De acuerdo con los dos peritos, ambos retratos, que se hallan enmarcados, fueron expuestos a una luz inadecuada, lo que es patente en el oscurecimiento y la acidez del papel, éste por cierto señalan, "de manufactura propia de la época", es decir del siglo XIX.

"En los bordes se nota que estuvieron contenidos en marcos de madera distintos, más pequeños y que éstos fueron atacados por insectos xilófagos (muy probablemente por escarabajos, conocidos como carcomas), pues hay indicios en el retrato femenino de cuatro perforaciones hechas por dicho insecto; ambos retratos tienen diversas manchas y bastantes señales de maltrato (rayaduras), sobre todo el retrato masculino, que tiene un rayón en la mejilla izquierda". 

Las obras se hallan enmarcadas en madera, el soporte posterior es de cartón corrugado fijado con papel engomado; en la parte posterior tienen un par de armellas y alambre simple "mal puesto"; las dimensiones de ambos son de 41 por 46 centímetros y están fechados en 1803, no tienen firma de autor.

Tanto el retrato de doña Josefa como el de don Miguel Domínguez están hechos a lápiz, posiblemente de los llamados azabache, lo que da el tono plateado de algunas de las sombras en ambos rostros; el papel y la técnica si corresponden al siglo XIX, afirman los maestros Laura de la Isla y Alejandro Obregón en su dictamen técnico.

"Ambos retratos fueron hechos por mano experta y se requeriría de más tiempo para poder hacer comparaciones con los álbumes de artistas de finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX para poder acercarnos a su posible autor. Los rasgos faciales expresan con acierto el carácter de ambos personajes retratados, el paso de los años se nota en las leves arrugas alrededor de los ojos y de la boca y se podría calcular una mediana edad (entre cuarenta y cincuenta años) para ambos; hay mucha dulzura en el retrato femenino y mucha vivacidad e inteligencia en el retrato masculino", expresan los expertos.

De la Isla y Obregón hacen patente que ninguno de los dos retratos corresponden con la iconografía histórica conocida de los Corregidores de Querétaro.

Como parte de las consideraciones para fijar el valor económico de las obras, los expertos concuerdan en que se tienen algunas reservas en cuanto a la edad que representan ambos personajes y la edad real que debían tener en 1803, pues doña Josefa tendría 30 años y don Miguel 47, lo que dicen, "no concuerda con lo plasmado en el dibujo a lápiz".

Laura de la Isla y Alejandro Obregón manifiestan en su dictamen también, que en los retratos no se plasma el carácter atribuido a ambos personajes "por quienes les conocieron y trataron de cerca (tanto amigos como enemigos) y que tampoco va de acuerdo con lo plasmado por el artista en ambos retratos".

Sin embargo, en un artículo escrito para la Conferencia del Episcopado Mexicano por Roberto O’Farril Corona, titulado "El pulso de la Fe: Levantamiento de Querétaro", se cuestiona precisamente las imágenes con las que se suele representar a La Corregidora.

"Doña Josefa Ortiz, quien no tenía ni un tercio de la edad que aparenta en su iconografía y quien gozaba de una particular y notable belleza, casada con el Corregidor, él sí viejo y sobrado de peso, había logrado la atención del general Ignacio Allende hasta establecer una íntima relación que había llegado más allá de lo romántico", dice el investigador, quien incluso se aventura a una declaración mucho más polémica...

"Uno de aquellos días conspiracionales (sic), el Corregidor, descubriendo la infidelidad de su mujer, la encerró en una habitación. Ella envió a una sirvienta para que avisara a Allende que habían sido descubiertos (en sus amoríos), pero él, militar con la mente puesta en la insurgencia, entendió que lo que había sido descubierto era el movimiento independentista, lo que le hizo adelantar el levantamiento, de diciembre a septiembre de 1810". 

Otro que desmitifica la imagen adusta de La Corregidora y de paso la de su esposo, es el renombrado escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia (1928-1983), quien en su libro "Los pasos de López", dice que Carmelita (doña Josefa Ortiz de Domínguez) era sonrosada, de boca carnosa, con mirada refulgente y tenía el pelo color azabache.

"Ella era una mujer muy bella", afirma el protagonista narrador de la novela histórica.