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Arturo Zaldívar creció en el catolicismo, pero se convirtió en defensor del aborto

Influenciado por las feministas que lo rodean, el presidente de la SCJN allanó el camino para la despenalización del procedimiento en el país

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Arturo Zaldívar Lelo de Larrea, presidente de la Suprema Corte de Justicia de México (SCJN) y su férrea defensa del derecho al aborto provocó un enfrentamiento con sus familiares, amigos y compañeros más cercanos.

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De acuerdo con un relato que presenta The New York Times, su hermana le preguntó por qué quería matar bebés. Su hermano, ingeniero civil, perdió clientes. “Los amigos oraban en grupos de chat por su conversión religiosa”, narra la reportera Natalie Kitroeff.

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La nota subraya que hay pocos ejemplos en Latinoamérica más reveladores que el de México, el país con la segunda mayor población católica en el mundo, después de Brasil. El año pasado, la SCJN despenalizó el aborto en un fallo unánime que allanó el camino para legalizar el procedimiento en todo el país.

“Todos estamos a favor de la vida”, le dijo el ministro Zaldívar a la corte en aquel momento. “Lo único que sucede, es que algunos estamos a favor de que la vida de las mujeres sea una vida en la que se respete su dignidad, puedan ejercer con plenitud sus derechos”.


Esta transformación del país se logró por décadas de activismo feminista que  reconfiguraron la conversación nacional en torno a la violencia que las mujeres enfrentan. Los grupos de derechos ayudaron a impulsar los casos de aborto hacia la agenda de la Corte. Los magistrados conservadores se retiraron.

Entre los principales responsables del cambio en el país en materia de aborto, el actor más inesperado podría ser el ministro presidente. Pero Zaldívar, quien fue criado por padres católicos practicantes en un estado decididamente conservador, se ha convertido en uno de los defensores más poderosos del derecho al aborto.

“Aprovechó el poder que tenía desde Presidencia de la Corte para mover muchas cosas a favor de la agenda de equidad de género”, dijo Ana Laura Magaloni, profesora de derecho en el Instituto Tecnológico Autónomo de México. “La historia lo recordará por eso”.

Zaldívar dice ahora que se considera un “librepensador de origen cristiano con orientación budista”. Cree que decir que el aborto es asesinato “es diluir por completo la calidad de ser humano de la mujer en atención a una creencia religiosa”.

Su camino personal refleja un cambio generalizado en un país que se ha visto obligado a reconciliar la fe y los valores conservadores con las obstinadas exigencias de generaciones de mujeres que buscan controlar sus cuerpos. También es la historia de cómo fue que Zaldívar, según dijo, fue “reeducado” por el pequeño círculo de mujeres que son sus confidentes y ayudantes más cercanas.

A Zaldívar se le ha criticado por ser demasiado cercano al presidente, por ser demasiado político y estar demasiado dispuesto a ocupar los reflectores. Algunos se preocupan de que, al difundir sus convicciones personales, Zaldívar se arriesga a quedar descalificado para decisiones futuras en asuntos clave.

 

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