2 DE OCTUBRE

Fue el Ejército: reportes por la DFS sobre la matanza del 68

Juan Javier Fernández Ávila fue uno de los que reunieron en la Plaza de la Tres Culturas ese 2 de octubre de 1968, por lo que también declaró ante el Ministerio Público

Durante las semanas previas al mitin en Tlatelolco, Juan Javier, dejó de asistir a la escuela por las diferentes determinaciones estudiantiles.
Durante las semanas previas al mitin en Tlatelolco, Juan Javier, dejó de asistir a la escuela por las diferentes determinaciones estudiantiles.Créditos: Expediente.
Escrito en NACIÓN el

La tarde del 2 de octubre de 1968, Juan Javier Fernández Ávila fue uno de los miles estudiantes, padres de familia, trabajadores, curiosos, informantes, policías y militares reunidos en la Plaza de la Tres Culturas.

Habitante de la colonia Lindavista, Javier estudiaba el segundo año de la carrera técnica de Ingeniería Mecánica en la Vocacional Dos del Instituto Politécnico Nacional (IPN). Uno de sus hermanos, Sergio Jesús, estaba matriculado en la Vocacional Seis, y uno más era alumno en la Unidad Zacatenco.

Durante las semanas previas al mitin en Tlatelolco, Juan Javier, dejó de asistir a la escuela por las diferentes determinaciones estudiantiles tomadas para apoyar las movilizaciones iniciadas a partir del 24 de julio de ese año.

Su declaración ante el Ministerio Público (sin abogado o asistencia legal) cuando se encontraba en la prisión del Campo Militar 1 a las 17:00 horas del 8 de octubre de 1968 (casi seis días después de ser detenido), según consta en documentos judiciales, relata que al desconocer su futuro como alumno del IPN, le pidió a Sergio Jesús acudir a la Plaza de las Tres Culturas.  Su motivo, conocer el proceso para la regularización de clases. Esa tarde, los dos hermanos eran acompañados por su mamá. Su otro hermano se encontraría con ellos en el mismo lugar.

“El de la voz asistió al mencionado mitin fue con el propósito de enterarse sobre las medidas encaminadas a obtener la regularización de las clases, ya que sus hermanos, también estudiantes en el Instituto Politécnico Nacional (IPN), uno el mayor en la Unidad Profesional de Zacatenco y el otro en la Vocacional seis; que si su señora madre asistió en el mencionado mitin fue porque no quería dejarlos solos”.

A la espera del inició del mitin, Javier convivió con otras personas sin saber quién o quiénes se encontraban a su lado. Hasta antes de las 17:00, Javier, Sergio y su madre desconocían lo que estaba a punto de suceder, un hecho determinante en sus vidas y del país.

Los informantes

Uno de los primeros documentos elaborados el 2 de octubre por elementos de la Dirección Federal de Seguridad (DFS), todos clasificados como “Movimiento Estudiantil”, describen, los hechos de la tarde-noche del 2 de octubre de 1968, según los ojos y la verdad del aparato de espionaje y de seguridad del Partido Revolucionario Institucional (PRI).

Redactados en papel albanene, en hojas bond (tamaño carta y oficio), así como en cartoncillo, algunos de ellos en tinta negra, azul y roja (todos en máquina de escribir), los informes narran uno de los mayores acontecimientos de barbarie en la historia reciente de México, justo 10 días antes del inicio de las Olimpiadas de 1968.

El primero de ellos menciona: “A partir de las 14:30 horas de hoy, comenzaron a reunirse grupos estudiantiles, principalmente de la U.N.A.M y del I.P.N; en la Plaza de las Tres Culturas, exhibiendo mantas de protesta. Una camioneta llevó un equipo de sonido que fue instalado en el tercer piso del edificio ‘Chihuahua’ del I.S.S.S.T.E., cuyo frente da a dicha plaza”.

Un segundo reporte, redactado ese mismo día, describe: “a partir de las 14:30 comenzaron a reunirse grupos estudiantiles universitarios y politécnicos principalmente en la explanada de la Plaza de las Tres Culturas, portando mantas alusivas al acto de protesta que era la finalidad perseguida.  A esa misma hora una camioneta placas 232-xh Chevrolet, llegó con el equipo de sonido que fue instalado en el tercer piso del edificio Chihuahua”.

En las siguientes dos horas los distintos informantes de la Dirección Federal de Seguridad solo mencionan la llegada de asistentes, contingentes estudiantiles y sindicatos de trabajadores. En algunos escritos reportan la presencia de personas en los edificios Chihuahua y 2 de abril.

La redacción cambia a las 17:15, al informar el inicio del mitin. En ese momento se encontraban reunidas cuatro mil personas, según los reportes. Un joven, de quien se desconoce su nombre, tomó el micrófono para advertir a los asistentes la presencia de militares al norte y oriente de la Plaza de las Tres Culturas. Sus palabras, también anuncian la cancelación de la marcha al Casco de Santo Tomas al finalizar el mitin para evitar represiones por parte del Ejército, a quien identificaban como “goriloides”.

“A las 17:15 horas, se habían reunido aproximadamente 4,000 (cuatro mil) personas, muchas de las cuales se replegaron a lo largo del edificio aludido (Chihuahua), para guarecerse de la lluvia que comenzaba a caer. A esa hora inició principio el mitin, anunciando un orador que las tropas del Ejército se encontraban en las calles de Mosqueta y Zaragoza; por lo que hace al sur y sobre la AV. Manuel González por cuanto al Norte y como consecuencia, no se realizaría la manifestación anunciada por el Consejo Nacional de Huelga, hacía el Casco de Santo Tomás, para no exponer a los estudiantes a ser masacrados por los ‘goriloides’. Agregó que ya se habían organizado Comités de Huelga en los estados de Puebla, Veracruz, Chihuahua, Tabasco y otras entidades, en donde los estudiantes también han sido reprimidos, como en la Ciudad de México”.

“A dicha hora dio comenzó el mitin, que fue anunciado por un orador no identificado (éste orador fue el primero del anterior mitin celebrado en ese mismo lugar el 27 de septiembre pasado), el cual anunció la presencia de tropas del Ejército en las calles de Mosqueta y Zaragoza, por lo que respecta al Sur, y sobre la Av. Manuel González, por lo que respecta a la parte norte; que, como consecuencia de ello, el acuerdo tomado por el Consejo Nacional de Huelga en el sentido de realizar una manifestación hacía el Casco de Santo Tomas, no se realizaría para no exponer a los ahí reunidos a ser masacrados por el Ejército (goriloides).

Al culminar la advertencia y el anuncio, Florencio López Osuna, alumno de la Superior de Economía, del Instituto Politécnico Nacional, uno de los dos oradores de esa tarde, tomó el micrófono. En su discurso hizo mención de los “dos meses de lucha”, del compromiso del movimiento con el pueblo, así como del apoyo de personas y sindicatos de ferrocarrileros, electricistas y petroleros para realizar manifestaciones espontáneas.

“LÓPEZ OSUNA, manifestó que eran dos meses de lucha, y dos meses dos meses que cada día con el pueblo se tenía el compromiso de seguir luchando con claridad, con honradez; el Ejército ha continuado la represión en contra del pueblo (interrumpió sus palabras para decir que en esos momentos entraba un contingente de trabajadores ferrocarrileros), que se hacían concentraciones por parte del Gobierno en las que se reunían más de 400,000 gentes a los cuales pagaba para ese efecto; y que ahora las reuniones se hacen espontáneamente por el pueblo, como lo denota el propio acto”. 

Antes de finalizar, según los reportes de la DFS, Florencio López Osuna, adelantó el estallido de huelga en algunos sindicatos, como el de ferrocarrileros y exigió la salida del Ejército de la Vocacional 7, del Casco de Santo Tomás, la liberación de las personas detenidas desde el 24 de julio de ese año y hasta el momento del mitin, así como “el cese inmediato de la represión”.

El segundo orador, quien solo es identificado como estudiante de la Escuela de Ingeniería Textil, es Sócrates Amado Campos Lemus. Su discurso, según los elementos de la DFS presentes en ese momento, hace mención de la propuesta de creación de comités de lucha para presentarlos a los diputados y “que realmente trabajen esos seudo-representantes populares para solucionar los verdaderos problemas de sus representados”.

“Que el descontento había cundido ya en todas las capas de la población, que se debería de tomar ejemplo de todas las organizaciones de obreros y campesinos de los cuales se encontraban representantes en este lugar, que ya las actitudes deberían de ser determinantes y no andar con tibiezas. Que felicitaba a los compañeros ferrocarrileros quienes x iniciaban la revisión de sus Contrato Colectivo de Trabajo, para lo cual iniciarán paros escalonados a partir de mañana y que exhortaban a todos los obreros del país a que se unieran para hacer frente a la oligarquía en el poder”. 

Sócrates Amado Campos Lemus culminó pidiendo un “aplauso al contingente de ferrocarrileros que hacían acto de presencia y se lanzaron vivas a DEMETRIO VALLEJO Y A VALENTÍN CAMPA”.

Ninguno de los informes de la DFS precisa la hora en que Sócrates Amado terminó de hablar. Lo único seguro es que fue antes de las 18:15 de la tarde del 2 de octubre, momentos antes del inicio de la barbarie en la Plaza de las Tres Culturas.

El edificio Chihuahua

Seis días después de ser detenidos en el edificio Chihuahua, las declaraciones ante el Ministerio Público de algunas personas arrestadas el 2 y 3 de octubre de 1968, describen los momentos previos al inicio de la balacera desde el interior de ese inmueble.

Las declaraciones de Jorge Carlos González y Carlos Sifuentes Martínez, narran la presencia de personas que portaban armas de fuego, así como un guante blanco en alguna de sus manos.

Al ser presentado ante el Ministerio Público, la tarde del ocho de octubre de 1968, Carlos Sifuentes Martínez, habitante de la colonia Industrial, al norte de la ciudad, dijo que la tarde del 2 de octubre acudió al mitin junto con su amigo Francisco Romero Tristan, para conocer si reanudarían las clases, porque él era originario de San Luis Potosí.

 “Declaró: que el dicente fue detenido el día dos de octubre del año en curso, siendo aproximadamente las dieciocho horas treinta minutos, por personas vestidas de civiles que portaban un guante blanco y armas de fuego en el segundo mirador del edificio Chihuahua en Ciudad Tlatelolco, lugar al que asistió en compañía de un amigo de nombre Francisco Romero Tristan, vecino del deponente, con el objeto de averiguar si seguirán las clases suspendidas o se reanudarán”.

Su testimonio, incluido en dos cuartillas tamaño carta, menciona su deseo de culminar la vocacional y continuar sus estudios en el Instituto Politécnico Nacional al cursar la carrera de contabilidad. En caso de seguir cerrada la Vocacional donde estaba matriculado, regresaría a la entidad donde nació.

Otra de las personas capturadas en el edificio Chihuahua es Jorge Carlos González, quien fue arrestado por estar de “miron”. El joven no estudiaba en ningún plantel, pero sintió curiosidad por escuchar y conocer el movimiento. Esa tarde acudió a la Plaza de las Tres Culturas.

“El de la voz fue detenido, cuando se encontraba de ‘mirón’ en el tercer piso del edificio ‘Chihuahua’ de la misma unidad, indicando que se encontraba en dicho lugar en razón de que su domicilio está cerca de la Plaza de las Tres Culturas donde se llevaba a efecto un mitin, de cuya existencia conocía con anterioridad, en virtud de que se habían repartido con anterioridad unos ‘volantes’ entre los vecinos de dicha Plaza, razón por la que salió de su domicilio y vio que se encontraba una concentración de gentes y que un grupo de oradores arengaba a los asistentes”.

Jorge Carlos subió hasta el tercer piso del inmueble y se apostó a unos metros de donde se encontraban los oradores. No tuvo la oportunidad de acercarse más, porque un grupo de jóvenes sostenía un cordón que impedía el acceso a personas desconocidas.

“Indicando el de la voz que, en un ningún momento escuchó nada de lo que decían ya que se encontraba un poco retirado del lugar y los altavoces no hacían llegar las palabras hasta el lugar donde se encontraba. Que aproximadamente a la hora indicada muchas personas comenzaron a correr, indicando el de la voz que como resultado de que el piso citado se encontraba un ‘cordón’ sostenido por unos individuos que parecían estudiantes, mismo que evitaban la presencia de personas en los balcones de los diferentes pisos, indicando el emitente que ese fue la razón por la cual no pudo escuchar bien lo que se decía”.

Sin precisar la hora, narró el arribo sorpresivo de civiles, quienes lo sometieron, junto con los otros asistentes que se encontraban a su lado. Sin oponer resistencia colocó su rostro en la pared y después se tiró al suelo con las manos en la nuca.

“Que, en un momento dado, unas personas vestidas de civil y con pistolas en las manos, le indicaron al de la voz que no se moviera, acatando la orden y sometiéndose sin presentar resistencia, poniéndose cara a la pared”.

Cuando inició la balacera y la gente comenzaba a correr, él y las otras personas sometidas, recibieron la orden de subir tres pisos arriba y quedarse boca abajo hasta escuchar nuevas instrucciones. Al disminuir los disparos fue llevado a la entrada del inmueble donde lo entregaron al Ejército.

“En el sentido de que subiera al piso número seis del edificio citado, lugar donde estuvieron aproximadamente una hora esperando a que se cesaran los balazos y que cuando más o menos se restableció la calma fue llevado a unos miembros del Ejército Nacional”.

La declaración de otro estudiante más, situado en las escaleras del primer piso del edificio Chihuahua, menciona el arribo de civiles. Su distintivo era un guante blanco en una de sus manos. Ellos llegaron y comenzar a someter a las personas. El arribo de esas personas fue antes de iniciar los disparos.

“Fue detenido en el lugar que se indica anteriormente por unos individuos que traían un guante blanco en una mano, sin poder precisar en cuál era, mismas personas que les decían tanto al deponente, así como a otras personas que se encontraban en el mismo lugar, que nadie se moviera que se tiran al suelo con las manos en la nuca y que fue en esos momentos cuando oyó que comenzó un tiroteo”.

Al disminuir la intensidad de las detonaciones, sus captores le ordenaron subir al cuarto piso junto con las personas con las que se encontraba. Ahí permaneció por varias horas hasta que los entregaron a los militares.

Juan Javier, Sergio y su mamá

A las 17:30 horas, quince minutos después de iniciar el 2 de octubre de 1968, Juan Javier y Sergio, estudiantes de distintas vocacionales del IPN, se separaron de su madre para buscar a sus compañeros de escuela. Por varios minutos buscaron a sus amigos. Caminaron por distintos puntos de la Plaza sin encontrar a nadie conocido.

En la búsqueda de sus amigos, Juan Javier observó la caída de una luz de bengala de color verde a espaldas de la Parroquia de Santiago Apóstol, justo cuando uno de los oradores daba un mensaje a los asistentes. Instantes después, un disparo de arma de fuego dio inició la barbarie en la Plaza de las Tres Culturas.

“Al tratar de buscar algunos amigos de las escuelas donde estudian, se dio cuenta que detrás de la iglesia caía una luz verde, cuando los oradores se encontraban tomando la palabra y fue en ese momento cuando por diferentes partes de la mencionada Plaza se escuchó un fuerte tiroteo”.

El caos y pánico se hicieron presentes en el lugar. Tras las primeras detonaciones, los miles de asistentes comenzaron a correr y a tirarse al piso. Los disparos caían por todas partes. Hombres y mujeres buscaron refugio en el Edificio Chihuahua, 2 de Abril, así como en lugares techados.

“Con la confusión de todas las personas que asistieron al mencionado mitin, el de la voz y su hermano corrieron con el objeto de librarse de los proyectiles que cayeron muy cerca de ellos hacia el norte, protegiéndose en el primer edificio que encontraron y posteriormente cuando ya pasó en parte la balacera decidieron tratar de localizar a su mamá y a su otro hermano, refugiándose en el edificio Churubusco, en donde fue detenido por los soldados que permanecían cerca de ese edificio”.

Al ser cuestionado por el Ministerio Público si identificó los lugares donde provenían los disparos, así como quienes los hacían, Juan Javier dijo desconocerlo, porque lo “único que le interesaba en ese momento era protegerse del peligro”.

La respuesta que buscaba obtener el Ministerio Público del origen de las detonaciones y quienes accionaron las armas fue respondida seis días antes de ese interrogatorio a través de informes que llegaron la noche del 2 de octubre de 1968 al escritorio de Fernando Gutiérrez Barrios, en ese entonces director de la Dirección Federal de Seguridad.

Fue el Ejército: DFS.

Los dos primeros reportes redactados por elementos de la Dirección Federal de Seguridad sobre los acontecimientos del 2 de octubre de 1968, mencionan las 18:15 como la hora en que iniciaron los disparos.

En uno de ellos se incluye el arribo del Ejército por un lugar no precisado, momentos antes de que iniciaran las detonaciones. Según el informe, los soldados pidieron a los asistentes dispersarse.

“A las 18:15 horas irrumpió en este lugar el Ejército. El Gral. JOSÉ HERNÁNDEZ TOLEDO, comandante del Batallón de Fusileros Paracaidistas, a través de un magnavoz, exhortó a los manifestantes a que se dispersaran, siendo recibido por una descara de varios edificios, tocándolo una bala que lo hirió en el pecho. A partir de ese momento, franco-tiradores empezaron a hacer disparos desde los edificios ‘CHIHUAHUA’, ‘2 DE ABRIL’, de la Plaza de las Tres Culturas, inclusive de la zona cercana a la Vocacional 7, por lo que el Ejército constó el fuego, mismo que nutrido hasta las 19:15”.

El mismo elemento menciona disparos continuos en las siguientes horas, mientras los militares se dispersaban en diferentes edificios para detener, en coordinación con “agentes”, a los líderes del movimiento estudiantil ubicados en el edificio Chihuahua. Los dos primeros en ser capturados son: Sócrates Amado Campos Lemus y Florencio López Osuna.

A las 19:45 un departamento del octavo piso de ese inmueble comenzó a incendiarse, extendiéndose a los pisos superiores hasta su control, gracias a la intervención de los habitantes. Personas que estuvieron ese día en la Plaza, contaron, años después, el motivo: una tanqueta del Ejército disparó al inmueble. A la 01:00 del 3 de octubre el Ejército tenía el control pleno del lugar.

“Simultáneamente a esta acción, un grupo de Agentes, en coordinación con otros elementos del Ejército, procedió a la detención de los líderes que estaban presidiendo el mitin en el tercer piso del edificio ‘Chihuahua’, que sirvió de tribuna a los oradores y cuyos nombres ya quedaron anotados arriba”. 

Un segundo informante describe las voces de alerta hechas por los asistentes al notar el arribo del Ejército a las inmediaciones. Inmediatamente después, una luz de bengala iluminó el cielo acompañada de disparos de arma de fuego lanzados desde la antigua sede de la Secretaría de Relaciones Exteriores marcó el inicio de la masacre.

“Siendo las 18:45 hrs., x a grandes voces muchas gentes anunciaron la llegada de Tropas del Ejército, lo que se denotó como consecuencia de que fue lanzada una luz de bengala seguida de una ráfaga de arma de fuego automática que procedió de la zona donde se encuentra el edificio de Relaciones Exteriores”.

Los oradores y líderes que se encontraban en el tercer piso del edificio Chihuahua, pidieron a los asistentes no contestar la provocación. El pánico se apoderó de mujeres y hombres. Todos buscaban escapar de la muerte.

Sin embargo, era demasiado tarde. El Ejército ingresó por los dos accesos a la Plaza ubicados al norte y oriente. Mientras se desplegaban por la explanada, los militares accionaron sus armas sin distinción contra los asistentes.

“Los que ocupaban la tribuna, instaron a no contestar la provocación con esos disparos y la mencionada luz, organizándose nuevamente las gentes que habían iniciado la fuga, para acto seguido presentarse Tropas procedentes de la Zona del Edificio de Relaciones Exteriores, así como de la zona norte y por el oriente, los cuales hacían disparos en contra de las personas, dirigiendo el fuego sobre el Tercer Piso del Edificio Chihuahua”.

El documento que redactó ese elemento, menciona disparos de arma de fuego en la plaza, así como de los edificios Chihuahua, 2 de Abril, de algunos edificios bajos, e incluso de un inmueble cercano a la Vocacional 7.

“El fuego fue extremadamente nutrido desde la hora anotada en que llegó el Ejército y hasta las 19:15 hrs. aproximadamente, ya que se posteriormente decreció el ataque, y a las 21:30 hrs aún se escuchaban disparos aislados”.

La descripción de los acontecimientos incluye un párrafo donde refiere robos a comercios por parte de los militares También el hurto de pertenencias de las personas detenidas en ese instante.

“Se notó que los elementos del Ejército sustrajeron objetos de los establecimientos que constituyen el ‘tianguis’ que están ubicados en los bajos del edificio ‘Chihuahua’ en la Plaza de las Tres Culturas y que esos objetos los estuvieron escondiendo en los vehículos transportes del Ejército, así como varios de los temerosos civiles que fueron sorprendidos dentro del área donde suscitó el ataque a los estudiantes, a los cuales les quitaban relojes, medallas y dinero para permitirles la salida de la zona”.

Una ficha tamaño carta, escrita por otro elemento dice: “a las 19:55 horas, un grupo de soldados se introdujeron a una platería en los bajos del edificio ‘Chihuahua’, saqueando ese establecimiento, ocultando los objetos robados en los tanques”.

Antes de que el Ejército tuviera el control pleno de la zona, se reportó, a las 20:30, el arribo de granaderos en vehículos de Seguridad Pública del entonces Distrito Federal, hoy Ciudad de México, para controlar las inmediaciones de la Unidad Nonalco.

Uno de los escritos de los espías del gobierno federal, finaliza resporte narrando la multitud de heridos y muertos en la Plaza. El Ejército no permitió que se les asistiera, y mucho menos identificarlos.

“Restablecida un tanto la tranquilidad de la zona de la Plaza de las Tres Culturas, pudo observarse que el Ejército realizó la detención de varios cientos de estudiantes a los que mantenían en el suelo boca abajo; multitud de heridos y muertos a los que no se permitía ayudar ni identificar; y en forma lenta se permitía la salida de personas que se consideraba no tenían nada que ver con el mitin”.

El olor a sangre en Tlatelolco.

Algunas personas presentes el 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas, mencionan cientos de heridos y más de 100 muertos. Las pocas crónicas periodísticas redactadas, cuentan más de 300 cadáveres. Madres y padres, en la búsqueda de sus sus hijos, aseguran haber contado hasta 121 cuerpos tendidos en la Plaza.

El primer parte oficial de la Dirección Federal de Seguridad de lo acontecido esa tarde noche, escrito por Fernando Gutiérrez Barrios, director del aparato de espionaje, menciona la detención de mil 43 personas. Los prisioneros fueron llevados a distintas cárceles de la capital del país. Esas cifras se incrementarían en las siguientes horas

“Con relación a los acontecimientos suscitados en la Plaza de las Tres Culturas, de la Unidad Santiago-Tlatelolco, en esta ciudad, hoy por la tarde fueron detenidas 1,043 (UN MIL CUARENTA Y TRES) personas, las cuales se encuentran como sigue: 363 (TRESCIENTAS SESENTA Y TRES) en el Campo Militar No.1; 83 (OCHENTA Y TRES), en la Jefatura de Policía; y 597 (QUINIENTAS NOVENTA Y SIETE) distribuidas en la Cárcel Preventiva de la Ciudad y en la Penitenciaría del Distrito Federal”.

Los jóvenes, adolescentes, padres de familia, trabajadores y curiosos, superaba las capacidades del gobierno para trasladarlos, así como para documentar su ingreso y tomar sus declaraciones previas. Hasta las 06:00 del 3 de octubre, seguían llegando nuevos detenidos.

El parte de Fernando Gutiérrez Barrios, dirigido al entonces secretario de Gobernación, Luis Echeverría Álvarez (su jefe), menciona: “26 personas muertas, entre ellas 4 mujeres, la mayoría de las cuales no han sido identificadas; una de ellas fue un soldado del Ejército”.

De los heridos, el documento habla de 100. Veintisiete mujeres y 73 hombres.

“Los heridos, en número de 100 (CIEN), también se encuentran en diferentes Hospitales y Cruces: 73 (SETENTA Y TRES) hombres y 27 (VEINTISIETE) mujeres; entre ellos está el Grl. JOSÉ HERNÁNDEZ TOLEDO, Comandante del Batallón de Fusileros Paracaidistas, así como 12 (DOCE) soldados y 7 (SIETE) elementos de diferentes policías (tres de la D.F.S, dos de la Policía Judicial Federal, uno de la Policía Judicial del Distrito Federal y un policía preventivo)”.

Los partes de la DFS narran desde la visión de sus elementos, los acontecimientos del 2 de octubre de 1968. En las siguientes horas, se redactaron nuevos informes, en los cuales se incluyen más personas muertas, detenidos, así como los delitos que el Ministerio Público presentó para justificar los hechos.

El 2 de octubre marca un parteaguas en la vida estudiantil y nacional de México durante el gobierno de Gustavo Díaz Ordaz. Los documentos dejan claro que los militares fueron la pieza clave en la barbarie en la Plaza de las Tres Culturas.