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“Se va a caer… Se va a caer…" el trauma revivido 3 años después

Decenas de familias fueron damnificadas por el sismo de 2017 que les dejó sin casa en el predio de Pacífico 223 en Coyoacán donde ahora reconstruyen su hogar

Escrito en NACIÓN el

“Se va a caer… Se va a caer… Se va a caer”. La voz de Amanda Succar se quiebra al recordar lo que escuchó de su hija de siete años, durante el sismo de 7.5 grados que ocurrió esta mañana, mientras su familia permaneció en el techo del edificio de cinco pisos, donde rentan un departamento. La experiencia no es nueva: esta familia como otras decenas, fueron en 2017 damnificados del sismo que les dejó sin casa en el predio de Pacífico 223 en Coyoacán (CDMX), donde ahora reconstruyen su hogar. 

Pero la experiencia vivida no significa que haya sido superada; y así lo relata a La Silla Rota. “Estaba en casa con mi familia, como la mayoría de la gente. Nos asustan mucho estas cosas porque queda un trauma importante a causa de un sismo tan fuerte; pierdes tu espacio seguro y siempre te hace pensar que puede volver a pasar, porque antes del 19S veía que la tragedia le sucedía a otro; no a mí”.

Hoy recreó la escena; “cuando escuche a mi hija decir que se iba a caer el edificio, es muy difícil hacer esos sentimientos a un lado; nosotros estamos en un quinto piso entonces, en un sismo, protección civil sugirió qué mejor subiéramos al techo en lugar de bajar. De hecho, no logramos llegar a la calle, lo hemos cronometrado; tengo una niña de siete y un niño de nueve, entonces vamos a otro. Y luego están los embudos de los vecinos, chocamos con todos”.

Al pasar el temblor todos sus vecinos, vía chat, reportaron estar bien. “En cualquier momento nos puede sorprender otro sismo porque no hay aviso, no hay una forma de monitorearlos porque no existen las temporadas de sismos y pueden ocurrir en cualquier momento”, reconoce. “Sin embargo, la verdad es que estamos muy contentos de estar reconstruyendo. La diferencia con el 2017 fue la distancia el sismo que tuvo su epicentro casi a la vuelta de la CDMX; ahora fue un poco más lejos y eso marca un poco la diferencia”.

¿Cómo reconstruir en medio de una pandemia?

La reconstrucción de Pacífico 223 se concretó en términos administrativos a la llegada de César Cravioto a la comisión de Reconstrucción. El primer año posterior al sismo de 2017 fue esta comunidad quien se encargó de velar por su patrimonio durante los trabajos de Ricardo Becerra y Edgar Tungui, como ex comisionados de Reconstrucción en el gobierno de Miguel Mancera. Por eso mediante bazares, rifas y recaudación de fondos vía Donadora, financiaron parte de la demolición del condominio por haber quedado inclinado.  

Optamos por el método de reconstrucción vía redensificación, habrá once departamentos adicionales y un local que fueron donados al gobierno; ellos recuperarán ahí el dinero que utilizaron para financiar la obra. Haberlo hecho con un banco hubiera sido sumamente difícil por la carga de intereses

“En nuestro caso no es una reconstrucción gratuita porque vamos a asumir el gasto de equipar los departamentos con los acabados en pisos, cocinas, closets y áreas comunes. Vamos muy bien, tenemos muy buena relación con la constructora. El proyectista mantiene comunicación directa con nosotros y el proyecto se hizo en función de nuestras necesidades; nos sentimos parte de esto porque estamos recuperando nuestro patrimonio”.

Hasta marzo, la proyección era que pudieran regresar a su nueva casa en septiembre; pero el coronavirus retrasó los planes. “No se detuvo la obra, pero evidentemente se tuvieron que cambiar las condiciones de trabajo. Por ejemplo, para poder garantizar la sana distancia la constructora modificó su número de trabajadores, en lugar de 80 bajó a 40. Y se instalaron lavabos fijos y más control de limpieza en el uso del baño, en la entrada hay un control para trabajadores donde se revisa la temperatura, hay gel antibacterial, cubrebocas, en fin. También significó que algunos proveedores dejarán de trabajar; hubo concreteras que suspendieron actividades y fue más difícil conseguir concreto o cierta cantidad de materiales y eso nos obligó a reprogramar el calendario de entrega”.  

Los cálculos arrojan un retraso de dos a tres meses en la entrega de la obra terminada; y en caso de haber más retrasos en el semáforo sanitario, esto repercutirá en la reconstrucción de este edificio y la vida de quienes lo habitaron. “Estamos un poco desilusionados en ese sentido, pero también entendemos que la seguridad no es sólo es la estructural sino también sanitaria, optamos por ser pacientes y amarrarnos el cinturón para seguir pagando renta mientras esto termina”.

Amanda explica que esta reconstrucción les permitirá sentirse más seguros porque el tipo de construcción tiene mejores cimientos y se alinea a las nuevas normas de construcción. “La constructora nos avisó esta mañana que tras el temblor todo estaba bien, aplicaron su protocolo de evacuación y no se presentó ningún incidente. Esto nos dio tranquilidad porque los obreros y la gente que trabaja ahí se han vuelto sumamente importante para nosotros; son las cosas lindas que han pasado a raíz del 19S. Por ejemplo, el proyectista acaba de tener un bebé y ya todas las vecinas se sentían las madrinas; a pesar de la tragedia, ahora somos como una comunidad de amigos”.

¿Cómo impacta la pandemia a una familia en reconstrucción?

En medio de un escenario tan complejo como este, Amanda -traductora de profesión-, perdió el 80 por ciento de su trabajo. “Cancelaron la mayor parte de los festivales de cine que son de marzo a octubre, así como la producción de muchas películas. Trabajo en una empresa de subtitulaje y hago otras traducciones; pero mis ingresos sufrieron un recorte significativo. Afortunadamente aquí trabajamos en equipo y mi esposo tiene un sueldo fijo, pero ha sido difícil tener que adaptarnos todos en un espacio pequeño, tratando de mantener nuestras actividades al día”, relata.

 

Sin embargo, esta familia, así como se adaptó en 2017 como damnificados, tres años después logró adaptarse también a la pandemia. “La naturaleza te recuerda una y otra vez que eres chiquitito y dan ganas de llorar porque a final de cuentas ya sufrimos una tragedia y la vuelves a vivir a flor de piel cada que se mueve un poquito la tierra. Es volver a sentir ese miedo y esa incertidumbre que nos invadió hace 3 años”, describe.

No podemos olvidar a la gente que todavía no ha resuelto su situación como damnificada; nosotros ya estamos reconstruyendo porque siempre trabajamos unidos todos los vecinos, pero hay muchos que no han llegado a ese punto. Y aunque vamos por muy buen camino, no debemos olvidar a los que se han quedado atrás

(María José Pardo)