Todos tenemos una historia que contar. Una de esas historias del México narco es la de Agustín García Reyes, “El Chereje”, un joven de 25 años que hoy está libre, a pesar de que su confesión en la privación ilegal de la libertad y homicidio de 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural “Raúl Isidro Burgos” fue documentada en un vídeo inédito de la entonces Procuraduría General de la República (PGR) en poder de LA SILLA ROTA.
“El Cheje” o “Chereje” salió del Centro Federal de Readaptación Social (Cefereso) 4 Noroeste, municipio de Tepic, el 26 de octubre de 2018 porque la PGR fue incapaz de comprobar los delitos de delincuencia organizada y secuestro que le imputaba, así como por la tortura, tratos degradantes e inhumanos a los que fue sometido para dar su declaración.
Además, hubo contradicciones e inconsistencias en la relatoría del traslado de los alumnos al basureo de Cocula que el Ministerio Público presentó ante el juez para acreditar los ilícitos en contra del joven oriundo del municipio de Cocula, Guerrero.
TAMBIÉN LEE: "Así pasaron las cosas" en Ayotzinapa: el testimonio íntegro de "El Chereje"
Dos años antes de salir de prisión -28 de octubre de 2014-, “El Chereje”, pieza clave para la construcción de la “verdad histórica” que dio a conocer el exprocurador Jesús Murillo Karam -7 de noviembre de 2014-, narró en un video, tomado bajo su consentimiento, los años previos a su incursión en el grupo criminal de Guerreros Unidos.
Su testimonio es semejante a la realidad que en este momento viven cientos de adolescentes y jóvenes que se encuentran atrapados en tierras del narcotráfico, donde la ruptura y falta de núcleos familiares, el abandono del gobierno y la carencia de oportunidades, fue aprovechado por el narco para cometer un crimen que hoy, sigue siendo una incógnita para México.
El oriundo de San Juan del Río
Los ojos de Agustín García Reyes miran al limbo cuando la perito en psicología de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), Evelin Aguilar Gómez inicia la entrevista.
Mientras permanece sentado en una silla de oficinista de la Subprocuraduría Especializada en Investigación de Delincuencia Organizada (Seido), el cuerpo estático y las manos entrecruzadas del joven escuálido de no más de 1.60 metros de estatura dejan al descubierto el temor que reconocería más tarde al aceptar que había cometido un error.
Durante la entrevista que se llevó a cabo la noche del 28 de octubre de 2014, un día después de ser detenido por la Marina en el poblado de Puente Río de San Juan, municipio de Cocula, el joven y padre de familia de un menor de 5 años fue tomando confianza con la perito encargada de elaborar un perfil criminal de él. Por momentos, “El Chereje” sonrió.
Su nombre, apodo, edad y grado de escolaridad (secundaria) son las primeras respuestas de Agustín. La entrevista, la cual duró más de una hora, poco a poco fue guiada por la perito a quien le confeso que era católico y creyente de Dios.
De su mamá, no tiene muy buenos recuerdos. A Teresa la describe como una persona golpeadora, “desobligada” y fanática del refresco de cola, cigarro y café. Agustín recuerda que su mamá planchaba y lavaba ropa hasta antes de padecer una “embolia en la pierna”, lo que la llevó a hacer trabajos domésticos en su hogar en el poblado de Puente Río San Juan.
De su papá, Luis, quien murió por alcoholismo cuando él tenía seis años, no tiene mucho que decir. Lo único que evoca, es que era un alcohólico de quien se ocultaba cuando lo veía en la calle porque le daba “pena”.
Al continuar con la narración, Agustín recuerda que la muerte de su papá marcó un cambio en su vida, al ser obligado a ir a vivir en la casa de una tía cuando él tenía siete u ocho años.
No te tratan igual. Te hacen menos, te ponen a hacer más quehaceres, te pegan, me pegaban pues. Me pegaba mi tío. Mi tía, a ella le llegaba mi beca. Tenía una prima de mi edad. A ella le compraban cosas nuevas y a mí cosas de uso. Y llegó el momento en que yo me salí de ahí
A los 12 años, una vez terminada la primaria, Agustín García Reyes, “El Chereje” se fue a vivir con su hermanastro, quien después lo abandonó para ir vivir a Los Cabos, Baja California Sur. Su soledad fue llenada con nuevas amistades, quienes, al paso del tiempo, lo llevaron a consumir alcohol e inhalar solventes.
Cuando me salí de mi casa, de la casa de mi tía, me fui a vivir con él –hermanastro-. Era como una casa de adobe, con acahual y cobijas. Yo llegué y él ya estaba ahí. De ahí, él se fue. Me quedé solo en esa casa. Yo vi cómo salir de la secundaria y ahí como estaba solo, había unos amigos. Vi que se comenzaron a drogar con thinner. Y entonces yo me sentía solo. Todo comenzó como un juego al principio
Agustín comentó que después de terminar la secundaria trató de ingresar a la preparatoria, sin embargo, un accidente, lo llevó a gastar el dinero que tenía guardado para costear el examen y su ingreso a la escuela en curaciones.
Incluso, confesó que una vez se presentó en las instalaciones de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), sin embargo, al no tener la estatura adecuada fue rechazado.
- Y ¿ya no quiso estudiar?
No, si quise estudiar. Fui a sacar mi ficha de la prepa, nada más que en ese entonces fue cuando me accidenté del pie y todo lo que tenía alzado se fue en lo de mí pie.
- ¿Y ya no?
- Ya no estudio. Nomás pagué mi ficha, ya no.
- ¿Le hubiera gustado estudiar algo?
- Pus a la vez sí. Lo que pasa que es que es difícil cuando nadie lo apoya a uno…y ya después, más antes, fui al Ejército a ver si podía entrar, pero me dijeron que no.
- ¿Por qué?
- Porque no daba la estatura…y entonces después de que me dijeron que no, me hice el tatuaje…y así, trabajo. Nunca me metí en problemas siempre andaba trabajando.
PADRE DE FAMILIA
Mientras narra su pasado, las piernas de Agustín se mueven incesantemente. El joven comenta que en las últimas horas no ha dormido bien y que sólo ha comido una torta y un refresco.
Lleva puesta la misma ropa con la que fue detenido el 27 de octubre por dos elementos de la Secretaría de Marina (Semar), la misma vestimenta con la que el 28 de octubre fue trasladado en helicóptero al río de Cocula, a una diligencia sin registrar por el entonces titular de la Agencia de Investigación Criminal (AIC) Tomas Zerón de Lucio para que identificara el lugar del crimen.
Cansado, Agustín continuó con su declaración ante la perito en psicología, quien durante la charla, nunca le ofreció de comer o un vaso de agua. Incluso, nunca le preguntó si fue golpeado por las autoridades.
En su narración, el joven reconoce que la adicción fue un problema grave en su vida, por lo que durante siete años se mantuvo abstemio. Sin embargo, justo antes de conocer a la madre de su hijo recayó.
- Al principio comencé con eso
- ¿Con qué?
- Con el thinner. Y al principio me sentía a gusto y yo me sentía que no dependía de ello. Y llega el momento en que comencé a depender de ello. Entonces mi mamá y su pareja me dijeron que me iban a meter a los alcohólicos. Yo no seguía entendiendo. Yo iba a salir de la secundaria y me metieron a los alcohólicos y estuve tres meses en los alcohólicos. De ahí salí, dejé los vicios. Me pegué como unos siete años a los alcohólicos. Normal: trabajo y así a los alcohólicos. No consumía nada, hasta que después pasaron siete años y volví a inhalar, pero era PVC. Tons, no más un tiempo, como unos tres meses, pero no continúa, así de vez en cuando. Ya después me junté.
De la madre de su hijo no da mayores detalles. Solo menciona que al enterarse de que iba a ser padre habló con la mamá de ella. Sin embargo, la madre de quien en ocasiones asegura que es su esposa, le dijo que el niño no era de él.
- Me junté con mi esposa, pero yo no tenía nada. Estaba embarazada, tuvimos relaciones y salió embarazada y pos yo le dije a su jefa. Me dijo ella: que hablará con su mamá. Le hablé y como yo no tenían nada, ella me dijo que me olvidará de su hija, y su hija también me dijo que eso: que no era mío y qué no sé qué. Entonces yo le dije: ¡ah sale!, y entonces ya trabajaba en la fábrica de ropa. Pues ahí hay hartas chavas. Ahí conocí a otra chava y anduvimos…y hasta que después, pues mi esposa estaba embarazada y pues yo no la veía, hasta que nació el niño y me dijo que si era mío. Y entonces yo fui a chilpo –Chilpancingo- a vender bolillo.
EL VENDEDOR DE BOLILLO
Al enterarse que iba a ser padre, Agustín se fue, junto con compañera, a Chilpancingo, donde comenzó a vender bolillo para tratar de sacar a adelante a su familia.
- ¿Qué edad tenía?
- Como 15 a 16 años…y ya de ahí, me fui para Chilpancingo a vender bolillo. Me fui un año. De ahí hice otra casa, otro cuarto, pues
- ¿Cuánto ganaba vendiendo bolillo?
- Ganaba 1 peso por bolillo…me llevaba 300 bolillos diarios. Sacaba como 300 pesos diarios. Me sacaba a la semana mil 800 y a mi esposa le pagaban mil, le pagaban 500. Y comprábamos lo que queríamos. Nos vestíamos bien, usábamos lo que queríamos allá en Chilpo.
Los meses en que vivió en la capital del estado de Guerrero son recordados con nostalgia por Agustín. Pero el fin de la bonanza terminó cuando tuvo un problema con un compañero de trabajo porque ofendió a su esposa e hijo.
- De ahí uno de los trabajadores le comenzó a decir de cosas a mi esposa. Entonces yo hablé con el patrón y le dije que lo calmarán. Se calmó un mes. De ahí, al otro mes le comenzó a decir de cosas, entonces yo ya no le hablé. Yo llegué, así como le había dicho de cosas a mi hijo y ella. Entonces yo llegué y estaba parado. Le di una patada y un golpe en la cara, y él se me vino y nos agarramos. Y el patrón salió. Yo le dije: que si yo tenía la culpa o mi esposa que se fuera mi esposa, y dijo que se fuéramos los dos. Y como yo siempre tenía dinero, en ese entonces tenía como 7 mil, le dije a mi esposa: junta las cosas, vámonos. Ese día me sentía mal, así como, o sea, porque yo vendía y le ayudaba a hacer bolillo y telera, y me dio coraje porque le había dado el lado a él. Y me vine de ahí.
Regresar a su tierra natal en Cocula, Guerrero, no fue la mejor opción. Tuvo que comenzar desde cero, en un puesto de trabajo donde percibía 500 pesos de lunes a viernes.
- De ahí, de nuevo comencé en la fábrica, pero comencé desde abajo pues, de cómo nuevo, Me comenzaron a pagar 500 pesos.
EL NACIMIENTO DE UN HALCÓN
Hasta antes de llegar a este punto de su vida, Agustín, supo costearla. Sin apoyo, el oriundo de Cocula salió a adelante. Terminó su primaria y secundaria hasta conseguir trabajo en una fábrica de ropa.
Al cumplir 20 años conoció a la madre de su hijo y con ello, a la persona con quien trató de salir adelante. Sin embargo, su futuro no fue como lo esperaba. Sus decisiones lo llevaron a elegir un camino por lo que hoy es juzgado por millones de personas, pero judicialmente está libre de condena, gracias a los errores de la extinta Procuraduría General de la República.
Al regresar de Chilpancingo, por golpear a un compañero, quien, según el testimonio de Agustín, insultó a su hijo y esposa, la realidad lo comenzó a atrapar. El padre de familia ganaba 500 pesos a la semana, dinero insuficiente para sacar a delante a su hijo y esposa.
La decisión que tomó fue ingresar a un grupo criminal que sólo tenía dos salidas: la muerte o la cárcel.
- De ahí, de nuevo comencé en la fábrica, pero comencé desde abajo pues, de cómo nuevo, Me comenzaron a pagar 500 pesos.
- A la semana?
- Al viernes…y 500 pesos no me alcanzaba porque estaba acostumbrado a ganar más. A la semana yo sabía que tenía mil, 2 mil 500. Y no, luego con mi chavo, los pañales. No, no me alcanzaba. Y un compa mío se había metido a la organización 32:28
- A ¿cuál organización?
- A la de Guerreros Unidos.
- ¿Qué edad tenía usted en ese entonces?
- No pues eso ya es casi de esta edad.
- O sea, ¿hace como cuánto más o menos?
- Hace como: tenía 15, 17, 18, de me vine de Chilpo. Me vine y todavía me metí a la fábrica un año. De ahí, de ese año me salí y se abrió una fábrica en Cocula, también duré un año, y ahí me metí con mi esposa. De ahí también me alivianaba bien, porque a mí me pagaban 6 y a ella 500. O sea sacábamos, se puede decir que mil 100 al viernes. Y nos alcanzaba para comer bien, lo normal, pues. Y entonces cuando cierra esa, de nuevo me vuelvo a ir pa Chilpo, peor ahora yo solo, entonces ya no aguante mucho tiempo. Nada más duré como tres meses, ya no me gustó, ya no vendía bien. Entonces llego de nuevo y me meto a la fábrica, pero en otro tipo de operación, se llamaba corte ahí. Eh Igual comencé, ganaba 500, y entonces ahí fue cuando el amigo que me invitó y entonces, desde ese entonces comencé a trabajar. Llevó un año y medio trabajando.
- ¿Cuáles son sus funciones en la organización?
- Yo soy halcón, nada más cuidaba si pasaba gobierno o gente armada de otros, así de otras organizaciones.
- ¿Cuánto ganaba?
- Al principio me daban 7 mil, ya después me dieron seis 500, de ahí seis. De ahí cinco.
- O sea ¿fue disminuyendo?
- Fue bajando, y entonces, según yo no más iba por un año. Ya pasando ese año, yo hablé y me dijeron que ya no había salida. Que sólo dos cosas: la muerte o la cárcel. Y yo me aguanté, pensando en juntar dinero e irme con mi hermano a Los Cabos, San Lucas, pero sucedió esto y ya estoy aquí.
- ¿Qué equipo tenía usted para trabajar?
- Un celular, no más un celular Nokia.
- ¿Cuál era su área de trabajo?
Al principio me pase un año cuidando mi pueblo, ahí cuidando mi pueblo, se llama el Terraplen. No más cuidaba que no bajaran o subieran y ya. Después de ahí me movieron a otro punto, y ahí también, ahí ya cuidaba nada más 12 horas. De ahí me movieron a otro punto. De ahí no más cuidaba de las 10 de la noche a las 5 de la mañana y ya tenía todo el día libre, podía trabajar en el campo o en lo que yo quisiera. Nada más en el pueblo, no podía salir pa otro lugar
- Cuando lo invitan a trabajar sabia de que grupo se trataba. ¿Sabía de qué grupo eran ellos?
- Sí.
La entrevista de Agustín García Reyes, “El Chereje” continuó por varios minutos hasta que la perito en psicología de la entonces Procuraduría General de la República (PGR), Evelin Aguilar Gómez le pregunta:
- En relación a todo lo que pasó, a todo lo que usted vivió ese día, con esas personas que fallecieron: ¿qué siente?
- Pos al principio no comía, como que me asuste. Mi esposa me dijo que me había espantado, y así. Ya después nunca los soñé. Y así, ya después fue pasando el tiempo. Se me fue olvidando, fue como un trauma emocional de ese rato. De ahí se me pasó y desde entonces ya no estamos chambeando.
- Y ahorita ¿cómo se siente respecto al momento que pasó y que estuvo?
- Me siento que soy culpable, que ellos dicen que yo maté a cuatro personas. Me están echando más culpa que no es, que yo no hice. Y no sé cómo vaya a salir de esta cosa.
MJP