En el otoño de 2024, Luka Krizanac, un joven suizo de 28 años, abrió los ojos en un hospital de Pensilvania Estados Unidos tras una cirugía de más de 10 horas. Al despertar, lo primero que dijo fue: “Mira mis manos, mira qué hermosas son” le dice Luka a BBC Outlook.
No eran las que había tenido al nacer, sino el resultado de un exitoso doble trasplante, 17 años después de que una sepsis obligara a los médicos a amputarle las manos y las piernas por debajo de las rodillas.
La pesadilla comenzó a los 12 años. Tras asistir a una fiesta de cumpleaños, Luka empezó con tos y dolor de garganta que pronto se convirtió en un dolor de pecho insoportable. En el hospital, los médicos lo confundieron con una simple gripe de invierno, pero al día siguiente su cuerpo colapsó.
"Una gripe estacional"
La infección había desencadenado una sepsis severa con falla multiorgánica. Su sangre se concentró en los órganos vitales y los doctores no tuvieron más opción que amputar. Luka pasó seis meses internado, gran parte en coma inducido.
"Debido a la medicación que me administraron, mi mundo era básicamente una mezcla entre lo que experimentaban mis sentidos y lo que mi mente imaginaba. No me veía realmente tumbado en una cama, pero lo que veía mentalmente eran largos pasillos de hospital. Me veía caminando por ellos y sin llegar nunca al final, porque había otra puerta que se abría y un nuevo pasillo...", cuenta Luka.
"Era como estar atrapado en una pintura surrealista".
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La llamada que lo cambió todo
Gracias a prótesis en sus piernas, Luka pudo volver a caminar. Con manos artificiales, aprendió de nuevo a escribir, dibujar y comer. Aunque algunas prótesis le servían para sostener objetos, ninguna podía reemplazar la función y la expresividad de unas verdaderas manos.
Con apoyo de su familia y amigos, retomó la escuela y reconstruyó su vida, pero nunca dejó de soñar con un trasplante.
Los trasplantes de manos son muy poco comunes: desde 1998 se han realizado poco más de 150 en todo el mundo. Encontrar un donante es extremadamente difícil: influyen el tipo de sangre, la piel, la complexión, la edad y, sobre todo, la generosidad de una familia en duelo.
Luka tuvo que esperar 17 años. En 2024, poco antes de que venciera su visa en Estados Unidos recibió la noticia: había un donante compatible. “¿Estás listo para tener manos nuevas?”, le dijo su cirujano, el doctor L. Scott Levin.
Felicidad absoluta
El trasplante fue un éxito. Más de 20 especialistas trabajaron en simultáneo para darle una nueva oportunidad. Luka despertó con manos que, desde el primer instante, sintió como suyas.
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“La alegría fue tan grande que me olvidé del proceso de adaptación”, asegura. Retomó actividades simples pero significativas: enviar mensajes, sostener objetos, incluso soñar con volver a nadar en Croacia, como hacía de niño.
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Hoy, Luka sigue agradecido a quienes le dieron esa posibilidad. “Pensar que en medio del dolor de perder a un ser querido, una familia decida ayudar a un extraño… es el gesto más humano que he visto en mi vida” le dice Luka a BBC Outlook.
LSHV