PEPE MUJICA

Pepe Mujica, el líder que no quería llanto ni pena, como decía su canción

El legado de Mujica va más allá de las leyes, gobernó de una forma distinta de ejercer el poder: cercana, sin adornos y basada en la ética personal

Mujica fue mediador en varios conflictos regionales.Créditos: EFE
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Conocido en todo el mundo como Pepe, José Alberto Mujica Cordano gobernó Uruguay de 2010 a 2015 con un estilo inusual, directo y profundamente humano. Exguerrillero, campesino, legislador y figura internacional, Mujica combinó su ideología de izquierda con una fuerte dosis de pragmatismo. Su gestión deja huella tanto por sus políticas como por su forma de ejercer el poder.

La tarde del martes, Pepe Mujica perdió la batalla contra el cáncer de esófago que le fue diagnosticado el año pasado, en una de sus últimas apariciones cerró la última campaña política de su vida, ante una multitud afuera del Teatro El Galpó dio lo su mensaje de despida.

La revista Anfibia hizo homenaje a Mujica reviviendo una publicación de octubre de 2024, donde asistió en un junio de ese mismo año al evento del Frente Amplio, del Movimiento de Participación Popular (MPP) y de la lista 609, vestido con pantalón deportivo y un abrigo, el dirigente político tomo el micrófono sin titubear señaló que era la primera vez en los último 40 años que no participo en una campaña electoral. 

"Y lo hago porque estoy peleando con la muerte, porque estoy al final del partido, absolutamente convencido y consciente, pero tenía que venir, por lo que simbolizan ustedes. Soy un anciano que está muy cerca de emprender la retirada de donde no se vuelve, pero soy feliz, porque están ustedes. Porque cuando mis brazos se vayan, habrá miles de brazos sustituyendo la lucha. Toda mi vida dije que los mejores dirigentes son los que dejan una barra que los superan con ventaja", dijo Mujica.

Una vida austera

Mujica rechazó el lujo del cargo. Donó gran parte de su salario, vivió en su chacra en las afueras de Montevideo y condujo su viejo Volkswagen Escarabajo.

Esa coherencia entre discurso y estilo de vida lo convirtió en un símbolo mundial de la política austera y honesta. Pero más allá de la imagen, Mujica implementó medidas que redefinieron el rumbo de Uruguay.

Una de las decisiones más emblemáticas del mandato de Mujica fue la legalización de la marihuana. En 2013, Uruguay se convirtió en el primer país del mundo en regular la producción, distribución y consumo de cannabis desde el Estado.

La medida buscaba quitarle el negocio al narcotráfico y tratar el consumo como un problema de salud pública, no penal. Aunque polémica, la ley fue vista internacionalmente como un experimento audaz de política pública.

Mujica defendió esta reforma con firmeza. No era una postura pro-droga, sino una alternativa frente al fracaso de la guerra contra el narcotráfico.

La implementación fue gradual, con un sistema de registro y control estricto. A largo plazo, posicionó a Uruguay como un país innovador y valiente en términos de legislación social.

Un político moderador

Durante su mandato Mujica mantuvo la estabilidad económica heredada de los anteriores gobiernos del Frente Amplio pero con fuerte énfasis en la inclusión social.

Durante su mandato, el PIB creció, el desempleo bajó y la pobreza se redujo del 18 % al 10 %. También se promovieron inversiones extranjeras, especialmente en infraestructura y energía.

Mientras que en el plano internacional, Mujica mantuvo una postura independiente y crítica. Fue mediador en varios conflictos regionales, promovió la integración latinoamericana y mantuvo buenas relaciones con potencias como Estados Unidos y China, sin alineamientos automáticos.

Su discurso en 2013 ante la Asamblea General de la ONU, donde criticó el consumismo y abogó por una vida más simple y solidaria, recorrió el mundo. Habló como presidente, pero también como alguien que había vivido en carne propia la violencia, la pobreza y la cárcel. Su credibilidad no venía del cargo, sino de su trayectoria.

El legado de Mujica va más allá de las leyes o los indicadores económicos. Representó una forma distinta de ejercer el poder: cercana, sin adornos, basada en la ética personal. En un continente muchas veces marcado por la corrupción y la retórica vacía, su figura ofreció una alternativa creíble.

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No fue un presidente perfecto. Hubo errores, demoras y promesas incumplidas. Pero su autenticidad y su capacidad para impulsar transformaciones de fondo lo convirtieron en un referente mundial. Su frase más recordada quizá lo resume todo: “Pobres no son los que tienen poco, sino los que necesitan infinitamente más”.

Con información de EFE