El cierre del Gobierno federal en Estados Unidos ya tiene un impacto directo en uno de los sectores más sensibles para millones de ciudadanos: el transporte aéreo. A medida que la crisis presupuestaria entra en su sexta semana, más de 1,700 vuelos fueron cancelados hasta este domingo, y las demoras superan en algunos aeropuertos las cuatro horas, según datos de FlightAware y la Administración Federal de Aviación (FAA).
El secretario de Transporte, Sean Duffy, reconoció que los viajes aéreos podrían “reducirse al mínimo” en los días previos al feriado de Acción de Gracias, una de las temporadas más intensas del año para la aviación comercial. “Muchos estadounidenses no podrán regresar a casa para las fiestas si el Gobierno no vuelve a abrir”, advirtió en una entrevista con CNN.
Las cancelaciones afectan principalmente a los aeropuertos de Atlanta, Newark, Nueva York, Chicago y Dallas-Fort Worth, donde los controladores aéreos operan con plantillas reducidas debido a que miles de empleados federales siguen sin recibir salario. Algunos aeropuertos, como el Newark Liberty International, reportaron demoras promedio de hasta cuatro horas y media.
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La FAA ha ordenado reducciones de entre 4 % y 10 % del tráfico aéreo, aunque el recorte podría ampliarse hasta 20 % si el cierre gubernamental persiste. Las aerolíneas más afectadas son American Airlines, United, Delta, Southwest y JetBlue, que ya implementaron ajustes en sus itinerarios y advierten posibles cancelaciones adicionales durante la semana.
Mientras tanto, los empleados federales mantienen protestas en distintos aeropuertos del país, como el Sky Harbor de Phoenix, para exigir el pago de salarios atrasados. Pese a ser considerados trabajadores esenciales, cerca de 2.000 controladores aéreos se han ausentado de sus puestos alegando motivos médicos o personales.
El impacto también se refleja en los aeropuertos de Indianápolis, Nashville y Charlotte, donde las operaciones de control aéreo se mantienen por debajo de los niveles normales. La FAA reconoció que está priorizando la seguridad, lo que ha implicado ralentizar el tráfico aéreo y, en consecuencia, más demoras y cancelaciones.
La situación amenaza con agravarse si no se alcanza un acuerdo político en los próximos días. En el Congreso, republicanos y demócratas continúan sin consensuar un paquete de financiamiento que permita reabrir el Gobierno federal, que ya acumula 39 días de parálisis, el periodo más prolongado en la historia de Estados Unidos.
“Estamos trabajando sin descanso para garantizar la seguridad de los vuelos”, insistió Duffy, pero advirtió que “el sistema no puede sostenerse indefinidamente sin recursos ni personal suficiente”.
Con millones de pasajeros preparándose para viajar por Acción de Gracias, el país enfrenta una de sus peores crisis logísticas en décadas, marcada por la incertidumbre política y la parálisis administrativa.
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