La estrategia de Estados Unidos hacia Venezuela ha entrado en una fase de máxima tensión e incertidumbre. Mientras una flota estadounidense realiza maniobras militares con fuego real en aguas del Caribe, cerca de Trinidad y Tobago, tras el reciente arribo del portaaviones USS Gerald Ford, el presidente Donald Trump ha autorizado un plan de acciones encubiertas de la CIA dentro del territorio venezolano, según reveló The New York Times. Estas operaciones, de naturaleza aún desconocida, podrían allanar el camino para una campaña militar más amplia.
Paralelamente, la Administración estadounidense ha reactivado un canal de negociación con el Gobierno de Nicolás Maduro que había permanecido cerrado. Trump insinuó el domingo que Washington “podría estar negociando” con Caracas, confirmando que las conversaciones —interrumpidas brevemente el mes pasado— habían logrado avances, al grado de que Maduro habría planteado la posibilidad de dejar el poder en un plazo de un par de años, de acuerdo con el diario estadounidense.
Sin embargo, las intenciones de la Casa Blanca continúan envueltas en ambigüedad. The New York Times señala que aún no está claro qué tipo de operaciones encubiertas han recibido luz verde ni cuándo podrían ejecutarse. Aunque Trump no ha autorizado el despliegue de tropas en territorio venezolano, analistas consideran que la llamada “segunda fase” de la estrategia podría incluir sabotajes, operaciones psicológicas, cibernéticas o de desinformación dirigidas a debilitar al régimen chavista.
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La presión militar ya está en marcha bajo la “Operación Lanza del Sur”, el nombre que Washington ha dado a su campaña contra el narcotráfico en el Caribe. En el marco de esta operación, fuerzas estadounidenses han hundido al menos 21 embarcaciones señaladas como “narcolanchas”, con un saldo de 83 personas muertas en ataques extrajudiciales. Aunque el Gobierno estadounidense afirma que estas embarcaciones estaban vinculadas al tráfico de drogas, no ha presentado pruebas públicas al respecto. La Casa Blanca asegura que el narcotráfico ha alcanzado niveles que justifican una respuesta militar para enfrentar el “narcoterrorismo”.
En reuniones realizadas en las últimas semanas, asesores presidenciales y jefes militares han presentado a Trump una serie de opciones, que van desde ataques contra infraestructuras de los carteles hasta posibles golpes a unidades militares cercanas a Maduro. Pero todo ello, según la información divulgada, dependería de una fase inicial de acciones encubiertas ya autorizadas por el presidente.
Aun así, la Administración mantiene una vía diplomática abierta. Trump, al regresar a Washington tras un fin de semana en Mar-a-Lago, admitió públicamente que podría entablar nuevas conversaciones con Maduro. Según los reportes, el mandatario venezolano ha insinuado que estaría dispuesto a ofrecer a empresas estadounidenses acceso preferencial al petróleo venezolano. En privado, Trump ha destacado la riqueza petrolera del país caribeño, aunque en público continúa acusando a Maduro de liderar el denominado “cartel de los Soles”.
La presión estadounidense se incrementó este domingo con el anuncio del Departamento de Estado de que, a partir del 24 de este mes, incluirá al cartel de los Soles en la lista de organizaciones terroristas extranjeras. Esta designación proporciona una base legal —según interpreta la Casa Blanca— para emprender acciones militares sin la autorización previa del Congreso, responsable constitucional de declarar una guerra.
Un día después del anuncio, Trump volvió a mantener una postura ambigua. En un acto en el Despacho Oval, afirmó que no descarta ninguna opción para resolver la crisis venezolana: ni una intervención militar ni una salida negociada. “No descarto nada”, reiteró el presidente. “Simplemente tenemos que solucionar lo de Venezuela”.
djh
