La reciente operación policial en los complejos de favelas Complexo do Alemão y Complexo da Penha dejó al menos 132 muertos en Río de Janeiro, según la Defensoría Pública brasileña. Esta cifra convierte la redada del 28 de octubre de 2025 en la más letal de la historia del estado.
Dos décadas antes, la película Ciudad de Dios (Cidade de Deus, 2002), dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund, ya había retratado con brutal realismo la violencia estructural en las favelas, el auge de las bandas criminales y el papel transformador del fotoperiodismo en estos escenarios.
Ciudad de Dios está basada en hechos reales y retrata el crecimiento del narcotráfico en una favela de Río en los años 70.
Su protagonista, Buscapé, es un joven fotógrafo que documenta la violencia para sobrevivir.
Te podría interesar
La reciente masacre en Río dejó más de 130 muertos en una operación policial contra el Comando Vermelho. El caso actual involucra denuncias por ejecuciones extrajudiciales y cuerpos alineados, como en la película.
TAMBIÉN LEE: “Vimos cuerpos en fila”: fotógrafo documenta la matanza en las favelas de Río de janeiro
Ambas historias convergen en un símbolo: la fotografía como herramienta de memoria y denuncia.
“No necesitas un arma para sobrevivir. Una cámara puede ser suficiente”, parece decir Ciudad de Dios, la película brasileña que en 2002 estremeció al mundo con su relato sobre crimen, desigualdad y juventud atrapada entre balas.
Hoy, tras la operación policial que dejó al menos 132 muertos en las favelas de Río de Janeiro, la historia de Buscapé —el tímido adolescente afrobrasileño que evitó unirse a las bandas criminales gracias a su vocación como fotógrafo— vuelve a resonar con fuerza.
La cinta, dirigida por Fernando Meirelles y Kátia Lund, está basada en la novela homónima de Paulo Lins, quien creció en la favela Cidade de Deus y transformó testimonios reales en una ficción tan cercana que duele. El protagonista es testigo de cómo sus amigos de infancia se convierten en asesinos, capos o víctimas. Él elige el lente, no el gatillo.
Ficción que anticipó la realidad
En la operación del 28 de octubre de 2025, helicópteros, blindados y más de 2,000 agentes sitiaron las favelas de Penha y Alemão. Se encontraron cuerpos decapitados, ejecutados, alineados por los propios vecinos para ser identificados.
Imágenes similares a las que Buscapé capturó en la película, cuando logra fotografiar al temido Zé Pequeño y a los jóvenes ejecutados por el narcotráfico. En ambos casos, la fotografía no sólo muestra la violencia: la convierte en prueba y símbolo.
Lo que en Ciudad de Dios era cine de denuncia, en Río de Janeiro es crónica viva. El fotógrafo que documentó la masacre relató a medios internacionales que “la bala no distingue, pero la cámara sí”. Esa misma lógica salvó a Buscapé y hoy revive como testimonio real en las calles sangrantes de Río.
TE PUEDE INTERESAR: ¿Qué es el comando vermelho, el poderoso cártel que azota Brasil?
Una historia que nunca fue ficción
El paralelismo entre la cinta y la masacre no es casual. Ciudad de Dios se filmó con actores no profesionales, muchos de ellos habitantes de favelas reales. Fue nominada a cuatro premios Oscar, incluido Mejor Director, y desde entonces es considerada un referente del cine social latinoamericano.
La violencia estructural, la falta de oportunidades, el abandono estatal y la impunidad que retrata la cinta siguen vigentes más de 20 años después.
En 2025, cuando los cuerpos aún no han sido identificados y las ONG denuncian ejecuciones extrajudiciales, la historia de Buscapé nos recuerda que la mirada también es resistencia.
djh