Dublín.- La obispa Sarah Mullally destacó este viernes la "enorme responsabilidad" que asume al convertirse en la primera mujer en la historia en asumir los cargos de arzobispo de Canterbury, líder espiritual de la Iglesia de Inglaterra y primada de la comunión anglicana.
Tras confirmarse hoy el nombramiento, la religiosa, de 63 años, aseguró que afronta esta misión con un sentimiento de "paz y confianza en que Dios" le guiará para liderar a una fe que reúne a unos 95 millones de creyentes estimados en 165 países del mundo.
"Al responder a la llamada de Cristo a este nuevo ministerio, lo hago con el mismo espíritu de servicio a Dios y a los demás que me ha impulsado desde que me convertí a la fe en mi adolescencia", señaló Mullally en un comunicado.
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Destacó que, en cada etapa de ese camino, tanto en su profesión como enfermera como en su labor sacerdotal, ha aprendido a "escuchar con atención, tanto a las personas como a las suaves indicaciones de Dios, con el objetivo de unir a las personas para que encuentren esperanza y sanación."
"Simplemente, quiero animar a la Iglesia a seguir creciendo en su confianza en el Evangelio, a hablar del amor que encontramos en Jesucristo y a que este amor guíe nuestras acciones", subrayó.
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Mullally se comprometió a compartir "este camino de fe" con los millones de personas que sirven a Dios y a sus comunidades en las parroquias de todo el país, y en toda la congregación anglicana a nivel mundial.
"Sé -concluyó- que esto supone una gran responsabilidad, pero lo afronto con tranquilidad y confiando en que Dios me seguirá guiando, como siempre lo ha hecho".
Su nombramiento fue anunciado por el Gobierno británico tras un proceso de selección dirigido por la Comisión de Nominaciones de la Corona, y aprobado asimismo por el rey Carlos III, que tiene el título simbólico de gobernador supremo de la Iglesia de Inglaterra.
"Su Majestad felicita a la obispa Sarah por su nombramiento como futura arzobispa, un cargo de gran importancia tanto en el Reino Unido como en toda la Comunión Anglicana mundial", indicó un comunicado difundido por el palacio de Buckingham.
El primer ministro británico, Keir Starmer, también celebró hoy la designación de Mullaly y destacó su carácter histórico al tratarse de la primera mujer en el cargo.
"La iglesia de Inglaterra tiene una importancia fundamental para este país. Sus iglesias, catedrales, escuelas y organizaciones benéficas forman parte del tejido social de nuestras comunidades", recordó el líder laborista.
Stamer avanzó que la nueva arzobispa de Canterbury desempeñará un papel fundamental "en la vida de nuestra nación", le deseó éxito y confió en "poder colaborar juntos".
Importancia del tema
El nombramiento de Sarah Mullally como arzobispa de Canterbury representa un hito histórico sin precedentes en los casi 500 años de existencia de la Iglesia de Inglaterra. Desde su fundación en 1534, esta denominación cristiana —separada de la Iglesia católica por orden del rey Enrique VIII— ha sido encabezada exclusivamente por hombres.
Aunque la ordenación de mujeres como sacerdotes fue permitida en 1994 y la consagración como obispas en 2014, nunca antes una mujer había llegado a ocupar el máximo liderazgo espiritual en esta confesión. El cargo de arzobispo de Canterbury no sólo encabeza la Iglesia de Inglaterra, sino que también actúa como primado de la Comunión Anglicana, que reúne a más de 95 millones de creyentes en 165 países.
Este hecho se enmarca en una transformación progresiva del rol de la mujer en las iglesias cristianas —a menudo restringido por interpretaciones conservadoras de las escrituras—, y marca un paso simbólico y práctico hacia la equidad de género en las jerarquías religiosas. Con este nombramiento, la Iglesia anglicana reafirma su voluntad de diálogo y modernización, aunque sigue enfrentando divisiones internas entre alas liberales y conservadoras, especialmente en temas de género, sexualidad e inclusión.
