La reducción de la jornada laboral se ha convertido en tema de discusión legislativa en diferentes países del mundo, incluyendo México, en los que la expectativa de una jornada de trabajo más corta, se alza como una promesa de mejorar la calidad de vida de los trabajadores.
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Adiós al estrés y al cansancio, pretenden este tipo de iniciativas, sin embargo, no se ha tomado en cuenta que con los avances tecnológicos se ha ayudado a agilizar el trabajo y deslocalizarlo, permitiendo una mayor conectividad entre los trabajadores y sus empleadores, y por consecuencia, que los límites entre lo laboral y lo personal se difuminen.
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En la actualidad, el home office es cada vez más común, pero lo que parecía ser un avance en las condiciones de trabajo para muchas personas, se ha convertido en un gran mal del que sin saberlo, se han ido permeando hasta el punto en el que incluso sus vidas fuera del trabajo se manejan como si estuvieran en el trabajo, y en última instancia, generándoles más estrés y cansancio.
Al respecto, una reciente publicación del diario El País ha venido a llamar la atención sobre este fenómeno en el que la vida de las personas no es más que trabajo, y en la que la única ganancia que obtenemos de ello es un estado cuasi permanente de cansancio. La era del gran agotamiento la titula el diario español.
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El término gran agotamiento no fue acuñado por El País, sino por el escritor e informático Carl Newport, y describe una sociedad en la que todo mundo está agotado por el trabajo y en busca de la reconexión con su vida personal. Sin embargo, el diario recalca que en una era en la que la tecnología nos mantiene conectados todo el tiempo, hemos caído en un círculo vicioso en el que el trabajo se mete hasta en nuestras casas.
El problema no es el home office, sino el tiempo que le decidamos al trabajo, pues incluso, tras finalizar una jornada de trabajo, del tiempo que esta sea, aun cuando ya deberíamos estar inmersos en nuestro tiempo de ocio, seguimos recibiendo mensajes, hacemos juntas extemporáneas o pensamos en temas relacionadas con el trabajo, el trabajo nos alcanza y nos persigue a todos lados.
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El trabajo se convirtió en nuestra vida
Pese a nombrar como su principal prioridad la salud mental, seguida de la familia y el tiempo libre; el trabajo se ha convertido en el eje central de nuestras vidas, recalca el artículo de El País. Ello porque se ha configurado una “cultura que glorifica estar siempre ocupado (hustle culture, en la denominación académica anglosajona)”.
Esta cultura o perspectiva del trabajo se configuró en todo un paradigma que domina en la actualidad, y que ha llevado a la sociedad a padecer de un agotamiento generalizado en el que incluso el tiempo libre es cansado.
“El agotamiento empieza a salpicar a otras esferas sociales como el ocio, relegado a un espacio mínimo en medio de una rutina que coloniza el calendario. Hay que planificar agendas con los amigos con semanas de antelación, todo el mundo está agotado y nadie tiene tiempo”, se lee en el artículo de El País.
“Los amigos se ven como capital social, las citas, como entrevistas de trabajo, con aplicaciones para ligar que funcionan como castings y redes sociales que nos empujan a crear contenido para aumentar la marca personal”, continua.
“El ocio ya no consiste en no hacer nada, sino en llenar nuestro escaso tiempo libre de experiencias”.
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Todo empezó con la pandemia
Este fenómeno en el que el trabajo se apoderó de nuestras vidas empezó, según señala el artículo, con la pandemia de covid 19, durante la cual, los trabajadores se vieron obligados a resguardarse en sus casas y trabajar desde ahí.
Durante ese periodo, aplicaciones y plataformas digitales que favorecieron el home office, como Zoom y Slack crecieron 350% y 400% respectivamente. Incluso WhatsApp se normalizó para tratar temas laborales.
Con esto el trabajo se empezó a filtrar en el hogar y la vida privada. “La tecnología ayudó a difuminar las fronteras entre ambos mundos”, afirma El País. Sin embargo, conviene recalcar que el tema no es el home office, sino el que, aún fuera de jornada, los empleados siguen conectados al trabajo.
Durante la pandemia, el uso de los programas de Microsoft creció 350%, según un informe de la propia compañía. Además, el 60% de tiempo de los trabajadores pasó a estar dedicado a la utilización de programas de comunicación digital, tales como: correo electrónico, chat y videoconferencia. Y el 40% al uso de Word, Excel y PowerPoint.
Otros datos destacables son que 1 de cada 4 trabajadores pasa 9 horas a la semana en el correo electrónico. Y que 2 de casa 3 personas tienen dificultades para sacar el tiempo y la energía necesarios para realizar su trabajo.
En Este contexto, el 44% de los trabajadores se sienten estresados, según el último informe de 2023 de la consultora Gallup.
Cambio de mentalidad en el trabajador
Según el estudio, las personas hemos entrado en este círculo vicioso en el que permitimos que el trabajo se apodere de nuestras vidas debido a que, con la conectividad de las redes sociales, y el avance tecnológico, “las exigencias laborales ahora son mayores” y se nos exigen mayores cualidades y habilidades.
“Las exigencias laborales ahora son mayores. La complejidad de las tareas es mayor, la cualificación exigida en los puestos de trabajo va en aumento. Se exigen toma de decisiones muy rápidas, una adaptación continua y rápida a las nuevas tecnologías y una mayor competencia y productividad”, declaró Yolanda García Rodríguez, profesora del departamento de Psicología Social, del Trabajo y Diferencial de la Universidad Complutense de Madrid.
Esto ha provocado que los trabajadores se frustren y su autoestima laboral decaiga. Así como también, que aparezcan “síndromes como el del impostor y aumente la probabilidad de desgaste emocional o síndrome del trabajador quemado”, explica la experta.
Para contrarrestar esto, las empresas han creado una narrativa de trabajo y sobre el trabajo en la que este se convierte en más que una forma de ganar dinero, se convierte en un medio para ganar estatus y cumplir sueños y en equipos de personas apasionadas que trabajan con un fin en común, afirma Juan Evaristo Valls Boix, profesor de Filosofía de la Cultura en la Universidad Complutense de Madrid y autor del libro Metafísica de la pereza.
“De repente, los trabajos son apasionantes, nos definen, cumplen nuestros sueños. Surgen todas estas prácticas de teambuilding, el mantra de que en este trabajo somos como una familia”.
Con todo ello, hemos llegado a una increíble paradoja en la que trabajamos menos pero estamos más cansados. Según un reciente informe del Fondo Monetario Internacional (FMI) el número de horas trabajadas ha caído un 3,8% respecto a 2008, pero las horas efectivas de trabajo han descendido de forma gradual.
VGB