Ante la creciente ola de violencia en la ciudad de Rosario, el presidente de Argentina, Javier Milei, endureció su política de seguridad, enviando este jueves 14 de marzo a decenas de efectivos del Ejército y de la Armada para blindar y combatir al "narcoterrorismo", el cual, tan sólo el pasado fin de semana, habría perpetrado el homicidio a sangre fría del trabajador de una gasolinera y el de otros tres civiles.
"Tras un pedido del gobernador (de la provincia de Santa Fe) Maximiliano Pullaro (...) la Policía Federal, la Gendarmería Nacional, la Prefectura Naval, la Policía de Seguridad Aeroportuaria y el Servicio Penitenciario asistirán a la policía de Santa Fe en su combate contra el narcotráfico", anunció el mandatario.
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Fueron 22 vehículos los que ingresaron en esa localidad de la provincia de Santa Fe repletos de soldados y policías argentinos, un movimiento muy importante para la región, pues, sin declarar un "estado de excepción" como ocurrió con El Salvador o Ecuador, la presencia permanente de las fuerzas armadas, a las que se les dio mayor equipamiento armamentístico y mayores facultades de ataque, genera análisis, críticas e incertidumbre en todo el mundo.
Y es que el anuncio llega en un contexto en que la ciudad, ubicada 300 km al norte de Buenos Aires y la tercera más grande de Argentina, enfrentan un alza en índices de violencia y delitos de alto impacto, pero sobre todo, impunidad por bandas criminales catalogadas dentro del narcotráfico, pues, al ubicarse a las orillas del río Paraná, en Rosario es más fácil para las células delictivas desembocar la droga que viene de Brasil, Bolivia y Paraguay.
En este panorama, Rosario reporta la peor tasa de homicidios del país, con 22 por cada 100,000 habitantes; por años su sistema judicial ha sido señalado por expertos internacionalistas al considerarlo un medio de procuración de justicia débil que, quitando actos de corrupción, no tiene la capacidad para procesar todos los casos que se presentan, contemplando todo el hilo del caso, desde la investigación, inteligencia criminal, despliegue de grupos especiales, cateos, hasta las detenciones, juicios y seguimiento.
Crónica de una región asediada por el narcotráfico
La violencia del narcotráfico, que tiene en vilo a la ciudad argentina de Rosario, no es nueva, arrastra décadas de crecimiento. Una ONG creada a partir del dolor de víctimas de la inseguridad presiona para que la Justicia "haga algo". Sus testimonios son la plusvalía en la evidencia cabal de que si al narco no "se lo frena" seguirá envalentonando a los delincuentes.
Así reportó la agencia EFE los momentos más cruciales de la crisis.
Matías, de 33 años, charlaba con su novia, sentado en un banco mientras esperaba una notificación sobre el próximo pedido que debía entregar. Ensimismados, ninguno vio al hombre que se acercaba con el rostro tapado. La sensación de una palma rasposa sujetando su nuca, acompañada de la frase "dame la moto", fue lo último que vivió.
En esas milésimas de confusión, la punta de un cuchillo se hundió en su espalda. El atacante saltó sobre Matías para ahogar los gritos de terror de la novia, mientras volvía a clavar su hoja en el tórax del repartidor para matarlo. Los chillidos y la aparición de testigos ese 6 de agosto de 2023 lograron que huyera sin lo robado.
"Las cámaras de seguridad no captaron el rostro de la persona que mató a mi hijo. La fiscal no podía hacer nada. No tenemos nada. La causa sigue en pie y nosotros con este dolor todos los días, por no tener una cámara de video", relata su madre, Carla Inzaurralde.
Su hijo engrosó la estadística diaria de Rosario, ciudad que, según el Gobierno de Santa Fe, tuvo en 2022 un récord de 287 muertes violentas, que en 2023 bajaron a 258 homicidios. En estos primeros dos meses de año, el Ministerio argentino de Seguridad lleva contabilizados 24 asesinatos a manos del narco.
Ella asegura que el asesino de Matías quería robar la moto para cambiarla por drogas; le dijeron que era un "fisura de la zona", palabra coloquial para definir a los adictos que rondan por las calles como 'zombis'. "No estaba bien, se lo ve en el video cuando camina, se tambaleaba", agrega Carla.
La mujer trabaja desde hace 13 años como taxista, conoce los barrios periféricos de la ciudad como nadie, porque sus clientes viven en zonas a donde el transporte público y la policía no quieren llegar.
"Esto viene desde hace décadas, cuando se metió la droga acá, se multiplicaron los hechos de violencia y en estos días no hay policías en la calle. Después de lo que le pasó a mi hijo perdí el miedo de salir a trabajar", remarca.
Carla integra la asociación 'Víctimas y Familiares de Inseguridad en Rosario', grupo de apoyo para perseguir jueces y fiscales con la esperanza de que alguno se apiade y les dé "novedades de los homicidios sin resolver".
Este es uno de muchos testimonios que confirman la dura realidad que se vive en esta región argentina.
¿Qué pasa hoy en Santa Fe y Rosario?
De acuerdo con el gobierno de Santa Fe, al endurecer las medidas carcelarias contra los presos de alto perfil en la provincia, grupos delictivos han respondido con ataques directos a la sociedad civil, sobre todo desde que se iniciara la construcción de una prisión de máxima seguridad.
Además, el martes pasado fueron difundidas imágenes de presos siendo tratados con extremas restricciones, hecho que incluso fue criticado y señalado como un intento de imitar el modelo del presidente salvadoreño, Nayib Bukele.
Todo ello desencadenó en que este jueves, alrededor de las 12:30 (hora local - 15:30 GMT) empezara a marcar terreno con todo el equipamiento Güemes de la Gendarmería Nacional en Rosario, el cual espera que, en próximos días, se refuerce aún más con helicópteros, camiones y drones.
El Ministerio argentino de Seguridad puntualizó que son 550 gendarmes de las fuerzas federales las que en estos momentos resguardan el lugar en el operativo de lucha contra el narcotráfico.
Y es que, además del asesinato de dos taxistas, un chófer de autobús y de un trabajador de una gasolinera, se han recibido "amenazas por teléfono e intentos de alterar la actividad escolar", según el intendente (alcalde) Pablo Javkin.
“Son ellos o nosotros”, tuiteó el presidente Javier Milei anoche en un mensaje en el que envió sus condolencias a los familiares de Bruno Bussanich, el joven playero asesinado por un sicario.
En la declaratoria, Milei culpó al "kirchnernismo y el socialismo" por haber "entregado la ciudad a la delincuencia", dando inicio a lo que hoy muchos ven como una "guerra contra el narcotráfico".
Al respecto, los gobernadores y el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA) mostraron su apoyo hacia la provincia de Santa Fe y, pese a críticas, han avalado y permitido todo el despliegue militar.
''El narcotráfico es un problema federal, no porque no corresponda a una jurisdicción provincial sino porque es un problema de todos. En mayor o en menor medida, la Nación en su conjunto está afectada por este fenómeno que está mostrando en Rosario su faceta de violencia y terrorismo y que no reconoce de límites ni fronteras, constituyéndose en una problemática que -con distintas formas- afecta a todas las jurisdicciones'', asegura el comunicado.
El narcotráfico en Argentina
Rosario es la ciudad más violenta de Argentina y mucho deriva de la rivalidad entre bandas criminales asociadas con el narcotráfico, tema comprejo en el que destacan figuras como Ariel Máximo “Guille” Cantero, uno de los narcos más peligrosos del país, condenado por varios delitos y de quien, se presume, sigue operando desde prisión; Marco Antonio Estrada Gonzáles, otro delincuente conocido en esa región por la droga y secuestro; además de grupos criminales como "Los Monos", que tiene un líder asociado con amenazas al Tribunal de Argentina.
Y es que, algunos grupos del narcotráfico han trascendido las fronteras y controlan el crimen organizado en América Latina, aunque se sabe que las bandas argentinas a menudo confían en lazos de sangre y vecindad, la familia Cantero, por ejemplo, y el grupo de Estrada Gonzales, en la villa 1-11-14, se hicieron visibles hace algunos años en países como Colombia, Bolivia y Paraguay.
Sin embargo, su contexto de violencia no está tan alejado con México, pues en este país también operaban, al menos hasta 2018, varios capos mexicanos; 10 fueron acusados de narcotráfico.
Y en que, hace seis años, fuentes de Interpol y la Policía Federal ligaron operaciones de droga en el país sudamericano con el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez, generando alarma mundial y modificando el mapa del narco en Argentina.
Para fines de 2010, además de los 10 que ya habían sido condenados, figuraban otros 11 mexicanos presos con cargos como delito contra la salud, contrabando de cocaína, tráfico de efedrina y tentativa de contrabando.