Mirjam Kovak y Gloria Branciani, dos mujeres que anteriormente formaban parte de la Comunidad Ignacio de Loyola, este miércoles acusaron de abuso públicamente al sacerdote Marko Rupnik, quien es un antiguo artista jesuita esloveno que fue expulsado de la orden fundada por San Ignacio el año pasado y actualmente enfrenta una investigación por parte del Vaticano. El dosier de investigación contiene denuncias de todo tipo relacionadas con presuntos hechos ocurridos a lo largo de más de 30 años.
Ambas mujeres fueron convocadas para prestar su testimonio ante la Congregación de la Doctrina de la Fe, un organismo del Vaticano encargado de los procesos canónicos relacionados con abusos a menores y adultos vulnerables.
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"Hoy hemos contado nuestra historia, nuestro deseo es que se reconozca la verdad, el mal que hemos sufrido, que también se nos dé visibilidad porque somos muchas, pero nos piden que guardemos silencio, que desaparezcamos de alguna manera, nos desacreditan y esto no es aceptable", denunció Branciani, quien junto a Kovak hicieron su primera aparición pública en Roma para compartir sus testimonios ante los medios de comunicación.
Durante la rueda de prensa que se llevó a cabo cinco años después de la cumbre sobre abusos de menores convocada por el Papa en el Vaticano, Kovak y Branciani comparecieron acompañadas de su abogada, Laura Sgrò, quien tiene experiencia legal en casos vinculados al Vaticano.
Al respecto, Branciani detalló los abusos que sufrió durante tres décadas y señaló que al menos 20 religiosas también fueron víctimas de abusos por parte de Rupnik.
Además, relató que, al conocer a Rupnik en 1985, cuando tenía 21 años y estudiaba medicina, se sintió desorientada y confusa. El sacerdote ingresó con credenciales de padre espiritual, confesor y garante del carisma de la comunidad, pero terminó distorsionando su mundo espiritual y su relación con el Señor.
Asimismo, contó cómo durante sus conversaciones sobre arte, Rupnik, mientras pintaba, comenzó a enfocarse en el contacto físico.
"Me costaba imaginar que aquello era ya una estrategia para llegar a tener conmigo un tipo de relación física muy diferente, del mismo modo que no podía comprender que el abrazo después de cada confesión era una invitación a ir más allá", admitió.
La exreligiosa señaló que dejó la comunidad de Loyola en 1994, explicando que huyó debido a la profunda sensación de angustia que experimentaba.
"No quería seguir sintiendo el dolor y la pérdida de mi identidad".
No obstante, Kovak, quien estuvo al borde del suicidio debido al sufrimiento causado por el jesuita, detalló cómo terminó posando como modelo para Rupnik.
"Era ingenua e inexperta. En aquella ocasión me besó ligeramente en la boca, diciéndome que así besaba el altar donde celebraba la Eucaristía".
Víctimas piden verdad y justicia
Al dar su testimonio, señalaron que lo único que piden es "verdad y justicia, sin venganzas personales", así como un proceso de transparencia en el que vengan reconocidos de forma pública todo el mal que han sufrido en la comunidad Ignacio de Loyola, de la que fue miembro.
Por su parte, Kovak dijo que se conocieron en la comunidad, donde todas eran jóvenes llenas de ideales.
"Estos mismos ideales junto con nuestra formación en la obediencia fueron explotados para cometer abusos de diversa índole: de conciencia, de poder, espirituales, psíquicos, físicos y a menudo incluso sexuales -ha señalado-. Nos encontramos frente a un muro y ahora queremos que el muro se derrumbe".
El Vaticano continúa investigando el caso
La oficina de prensa del Vaticano informó ayer, que la investigación continúa y en los últimos meses se ha establecido contacto con las instituciones involucradas para recopilar toda la información disponible sobre el caso.
"Habiendo ampliado el radio de la búsqueda a realidades no contactadas anteriormente y acabando de recibir los últimos elementos en respuesta, se tratará ahora de estudiar la documentación adquirida para identificar qué procedimientos será posible y útil poner en marcha", detallaron fuentes del organismo.
Hasta el momento, el Vaticano no ha procedido a reducir al estado laical al jesuita. Después de una investigación preliminar a cargo de la Compañía de Jesús, la entonces Congregación (actualmente Dicasterio) para la Doctrina de la Fe (CDF) determinó en octubre de 2022 que los hechos en cuestión debían considerarse prescritos y cerró el caso.
Sin embargo, en septiembre del año pasado, el Papa decidió levantar la prescripción de su caso y ordenó al Dicasterio para la Doctrina de la Fe iniciar diligencias.