La guerra del presidente ruso Vladimir Putin en Ucrania estaba destinada a ser su mayor logro o al menos una demostración de lo lejos que había llegado Rusia desde el colapso de la Unión Soviética en 1991. Se suponía que la anexión de Ucrania sería el primer paso para reconstruir un imperio ruso. Putin quiere exponer a Estados Unidos como un tigre de papel fuera de Europa occidental y mostrar que Rusia, junto con China, está destinada a desempeñar un papel de liderazgo en el nuevo orden internacional O así lo asegura y aseveran Liana Fix, residente en el German Marshall Fund, y Michael Kimmage, profesor de historia en la Universidad Católica de América y miembro visitante del German Marshall Fund además de miembro del equipo de planificación de políticas del Departamento de Estado de EU en su artículo "Vladimir Putin´s Last Stand: The promise and peril of Russian defeat donde tratan de dilusidar los errores que llevarían al fracaso a Vladimir y Rusia.
Pese a esto, todo apunta a ser, que, al menos que haya algo inesperado, la guerra que declaró e inició con Ucrania, será la ruta de derrota de Putin.
La derrota de Ucrania no ha resultado así, ni mucho menos lo que Putin, Rusia e incluso aliados como China esperaban. Kiev se mantuvo fuerte y el ejército ucraniano se ha transformado en una fortaleza; evidentemente, esto es gracias, en parte, a una estrecha asociación con los Estados Unidos y los aliados occidentales. Por el contrario, el ejército ruso mostró un pensamiento organizativo y estratégico deficiente. El sistema político que lo sustenta (a Putin) ha demostrado ser incapaz de aprender de sus errores. Con pocas posibilidades de que Occidente dicte las acciones de Putin, Occidente tendrá que prepararse para la próxima fase de una guerra desastrosa elegida por Rusia o al menos eso asegura
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La guerra es inherentemente impredecible, esto, invariablemente, se debe a lo humano que hay en ella. De hecho, el curso del conflicto ha refutado las predicciones populares de la rápida desaparición de Ucrania; No se puede descartar un cambio de destino de la guerra, pero se puede suponer por el curso que se lleva. Sin embargo, parece que Rusia se dirige al fracaso. La forma en que se producirá este fracaso es menos segura. Hay tres escenarios principales, y cada uno tendrá diferentes consecuencias para los políticos de Occidente y Ucrania.
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Los escenarios del fracaso
Los autores mencionan que el primero de estos escenarios aunque sea el menos probable, podría ser que Rusia acepte la derrota aceptando un acuerdo en los términos de Ucrania. Para que este escenario se materialice, muchas cosas tendrán que cambiar cuando desaparezca todo el pretendido diálogo diplomático entre Rusia, Ucrania y Occidente. La escala de la agresión de Rusia y la escala de los crímenes de guerra rusos dificultarán que Ucrania acepte cualquier acuerdo diplomático que no sea la rendición total de Rusia. Este es especialmente difícil por la forma de ser de Putin, en primer lugar y, en un segundo plano, por la forma de organización política de Rusia que permitiría que alguien más u otro gobernante tome la decisión.
Otro de los escenarios que proponen los autores es el escenario de falla ruso, donde se asume una falla en el proceso de escalada. El Kremlin buscará sin rumbo fijo prolongar la guerra en Ucrania mientras lanza una campaña no reconocida de sabotaje en los países pro-Kiev y en la propia Ucrania.
Rusia puede decidir lanzar un ataque nuclear contra Ucrania. La guerra se acercaría entonces a una confrontación militar directa entre la OTAN y Rusia. Rusia se transformará de un estado revisionista en un estado canalla, y la transición en curso reforzará la percepción occidental de que Rusia es una amenaza única e inaceptable. Cruzar el umbral nuclear podría exponer a la OTAN a una guerra convencional, acelerando la derrota de Rusia sobre el terreno. Y aunque sea un escenario posible, sería el más riesgoso y difícil de tomar para el mundo. Al parecer, la tercera guerra mundial podría ser entre oriente vs occidente.
Otro de los escenarios que los autores proponen, el último según ellos, es que el final de la guerra sería una derrota por el derrumbe del régimen, y las batallas decisivas no tendrían lugar en Ucrania, sino en los pasillos del Kremlin o en las calles de Moscú.
Putin ha concentrado firmemente el poder en sus propias manos y su persistencia en una guerra fallida ha dejado a su régimen en el limbo. Los rusos seguirán marchando tras su torpe zar sólo hasta cierto punto. Si bien Putin le ha brindado a Rusia estabilidad política, un estatus atesorado en medio de los puntos de inflexión de los años postsoviéticos, la gente del país puede volverse contra él si la guerra lleva al colapso de la Unión Soviética.
La caída de su régimen podría significar el fin inmediato de una guerra que Rusia no podría librar en medio de la agitación interna que siguió. El golpe, seguido de la guerra civil, repetiría lo que sucedió después de que los bolcheviques llegaran al poder en 1917, lo que aceleró la retirada de Rusia de la Primera Guerra Mundial.
La hipotética derrota
Ambos autores aseguran que no importa cómo se obtenga esta derrota, sea como sea o con las formas que sea, será bienvenida en todo el mundo. Además, agregan que esto liberará a Ucrania del horror que ha soportado desde la invasión. Esto reforzaría el principio de que un ataque a otro país no puede quedar impune. Esto podría abrir nuevas oportunidades para Bielorrusia, Georgia y Moldavia, y Occidente podría acabar con Europa a su imagen y semejanza. Para Bielorrusia, el camino hacia el fin de la dictadura y elecciones libres y justas puede estar abierto. Georgia, Moldavia y Ucrania podrían luchar juntos para convertirse en el último miembro de la Unión Europea y posiblemente de la OTAN, siguiendo el ejemplo de los gobiernos de Europa Central y del Este tras el colapso de la Unión Soviética.
Pese a que en el texto suene muy bien, tendría muchos efectos colaterales para los continentes de Europa y Asia, golpes que llegarían a afectar también a Estados Unidos. Desde 2008, Rusia es una potencia revisionista. Cambió fronteras, anexó territorios, interfirió en elecciones, participó en muchos conflictos en África y cambió la dinámica geopolítica de Medio Oriente al apoyar al presidente sirio Bashar al-Assad. Si Rusia buscara una escalada radical o el caos en lugar de una derrota negociada, las repercusiones se sentirían en Asia, Europa y Medio Oriente. La interrupción podría tomar la forma de un renovado separatismo y conflicto en Rusia y sus alrededores, el país más grande del mundo por área.
DJC