Pasan los días y el cruce de Rafah, la única salida de Gaza al exterior, sigue cerrado a cal y canto para los más de mil palestinos con pasaporte extranjero, la mayoría estadounidenses, que aspiran a salir de la Franja hacia Egipto para huir de los bombardeos israelíes en el enclave.
En las últimas jornadas, una media de entre 700 y mil personas han acudido a diario al paso fronterizo entre Gaza y Egipto con la esperanza de poder escapar de los ataques aéreos de Israel, que lleva castigando la Franja desde el pasado 7 de octubre, tras la incursión del grupo islamista Hamás en suelo israelí que causó 1,400 muertos.
TAMBIÉN LEE: VIDEO: Otro hospital en Gaza es bombardeado, reportan
Te podría interesar
Muchos acuden tras recibir mensajes de correo electrónico de sus propias embajadas, como la estadounidense, donde les dicen que se dirijan hacia el paso "por su propia cuenta y riesgo", ya que no pueden garantizarles si el cruce va a estar abierto o no.
La inmensa mayoría aguardan apostados junto al paso durante unas horas y después de regresan a los lugares donde se alojan en Rafah. Uno de los pocos que se quedan a dormir en el cruce o, más bien, en una casa justo al lado del paso, es Mahmud Abu Musalem y su hija, ambos con pasaporte sueco.
"Llevamos aquí desde el día 3 (de los bombardeos), aquí hay gente con todo tipo de pasaportes europeos y estadounidenses", indicó a EFE Abu Musalem, quien se quejó de que ha habido ataques aéreos israelíes "incluso en el mismo cruce".
Este hombre residió en Suecia durante doce años y regresó a la Franja de Gaza porque sus hijos le pidieron "vivir en Palestina", por lo que decidió volver con la familia. En estos 19 días de ataques israelíes, aseguró que ha visto todo, "muchos muertos, destrucción en todas partes".
Atrapados por el pasaporte extranjero
Muchos de los palestinos con pasaporte extranjero que aspiran a salir Egipto por Rafah suelen sentarse durante horas bajo el sol con las maletas y sus hijos en la cafetería que hay justo al lado del paso, según pudo constatar EFE. Suelen acudir a las 8.00 hora local (05.00 GMT) y vuelven a los sitios donde se quedan a dormir sobre las 17.00 hora local (14.00 GMT).
En su mayoría son estadounidenses, pero hay también de otras nacionalidades como chinos, coreanos, italianos, rusos, ucranianos... Estos días la frase que más se repite entre ellos es "no queremos morir en Gaza", al tiempo que algunos se quejan de que las instrucciones de las embajadas no son claras.
Hasan Shafi, gazatí de nacimiento y con pasaporte de Estados Unidos, donde lleva residiendo desde hace tres décadas en Masachusetts, se quejó, en declaraciones a EFE, de la actuación de las autoridades estadounidenses, que considera que les han dejado a su suerte. "No puedes intentar complacer a Egipto o Israel, cada Gobierno debe trabajar en beneficio de sus propios ciudadanos, aquí solo queremos regresar a casa", subrayó Shafi, quien recordó que paga sus impuestos puntualmente.
Shafi había venido a visitar, junto a su esposa y sus hijos de 12, 10 y 2 años, a sus parientes que viven en Beit Lahia, en el norte de Gaza y a solo 1,5 kilómetros de Israel, cuando Hamás, que controla el enclave palestino, atacó el territorio israelí el 7 de octubre y se vieron atrapados en la Franja.
Debido a la situación de seguridad se marcharon de Beit Lahia a la ciudad de Gaza, donde permanecieron allí durante una semana en casa de unos familiares que viven allí. En la capital de la Franja "fue muy duro, teníamos miedo, había mucha inestabilidad, no podíamos salir a comprar comida o bebida", enumeró.
A esto se sumó que, debido a los cortes de la electricidad, no podían llevar a cabo acciones cotidianas como cargar el teléfono móvil para comunicarse con otros familiares dispersos en otras partes del enclave ni tampoco tenían agua. De hecho, Shafi remarcó que no ha podido tomar una ducha desde el pasado 7 de octubre.
El gobierno de EU lo hizo viajar a Rafah
El pasado día 15 este palestino-estadounidense recibió un correo y una llamada del Departamento de Estado de EE.UU. instándoles a viajar a Rafah, en el sur de Gaza, para abandonar la franja y cruzar a Egipto.
"Tomamos un gran riesgo para ir de la ciudad de Gaza a Rafah, fue un viaje muy peligroso por carretera, había también muchos extranjeros europeos", destacó Shafi, quien detalló que la aviación israelí suele disparar a cualquier coche que se mueva o que le parezca aterrador.
Sin embargo, a su llegada a Rafah, el paso estaba cerrado para ellos. "En el email que recibimos decían que 'puede que estuviera abierto' y luego no había forma de comunicarnos con ellos (el Departamento de Estado)", indicó Shafi.
Mientras aguardan, los bombardeos no paran: "No hay ningún sitio seguro en Gaza, no se puede vivir con miedo, nadie puede vivir con miedo", lamentó.
En la última semana, el paso de Rafah únicamente se ha abierto para la entrada de ayuda humanitaria desde Egipto, una asistencia claramente insuficiente dado que solo han accedido unos 60 camiones con comida, medicinas y agua, pero no combustible, para una población de 2,3 millones de la que la mitad está desplazada en el sur de la Franja.