La guerra entre Israel y Hamás ha puesto en peligro el plan del presidente de Estados Unidos, Joe Biden, para que Israel y Arabia Saudí normalicen relaciones diplomáticas, en un movimiento que podría revolucionar el tablero de Oriente Medio.
Hace unos días, el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, proclamó en un evento organizado por la revista The Atlantic que Oriente Medio se encontraba en un estado de "calma" que no se había visto en 20 años.
"Hoy en día, la región de Oriente Medio se encuentra lo más tranquila que ha estado en las últimas dos décadas", afirmó entonces.
Ese optimismo, sin embargo, se desvaneció el sábado cuando milicianos de Hamás irrumpieron en ciudades israelíes matando a unas mil personas y secuestrando a un centenar, ante lo que Israel ha reaccionado con una declaración de guerra y bombardeos sobre Gaza que han dejado ya otros cerca de mil fallecidos.
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Se trata de la mayor escalada de violencia en el conflicto palestino-israelí en décadas y la Casa Blanca ha dicho que su prioridad ahora es apoyar a Israel, su mayor aliado en la región, a quien ha prometido el apoyo necesario para enfrentar a Hamás.
Riad, por su parte, ha exigido el "inmediato cese" de la escalada, al tiempo que ha expresado su apoyo a "los "derechos legítimos" de los palestinos.
El conflicto ha paralizado las conversaciones impulsadas por Estados Unidos para ayudar a Israel a establecer relaciones con Arabia Saudí. De hecho, varios analistas y expertos apuntan que el ataque de Hamás habría tenido también como objetivo detener dicha normalización, vista con suspicacias por los palestinos.
No obstante, el gobierno de Biden mantiene intacto su objetivo de ampliar los Acuerdos de Abraham auspiciados por la anterior Administración de Donald Trump (2017-2021) y que permitieron hace tres años la reconciliación de Israel con Emiratos Árabes Unidos, Baréin y Marruecos.
El portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, John Kirby, por ejemplo, dijo que todavía es pronto para prever las consecuencias de la nueva guerra de Gaza en la normalización y aseguró que Biden tiene "toda la intención de seguir fomentando ese proceso".
Y es que el reino tiene un peso geopolítico incomparable: el país lideró en 1973 el embargo de petróleo contra los países que habían apoyado a Israel durante la guerra de Yom Kipur y, además, impulsó la Iniciativa de Paz Árabe, firmada por los miembros de la Liga Árabe en 2002.
Además, el monarca saudí, Salmán bin Abdulaziz, es un firme defensor de la causa palestina y ha asumido el papel de guardián de las dos mezquitas sagradas de La Meca y Medina, los lugares más importantes para los musulmanes, seguidos por la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén Este, territorio palestino ocupado por Israel desde 1967.
Un entendimiento entre Israel y el reino saudí revolucionaría el tablero de juego en la región y podría motivar a otras naciones árabes a seguir el mismo camino. E incluso hay analistas que auguran que sus consecuencias podrían equipararse con las de los Acuerdos de Camp David (1978) entre Egipto e Israel.
Con eso en mente, el gobierno de Biden había estado hasta ahora actuando de intermediario en lo que medios estadounidenses habían bautizado como el "megapacto".
En concreto, Arabia Saudí estaba considerando normalizar relaciones con Israel a cambio de un pacto de defensa con EU y ayuda para desarrollar su propio programa nuclear civil.
Incluso el príncipe heredero saudí y gobernante de facto, Mohamed bin Salmán, había dicho en una reciente entrevista que la normalización estaba "cada día más cerca", pero ahora todo queda en el aire dado que otra de las condiciones de Riad era ver un progreso significativo hacia la creación de un Estado palestino.
Para el periodista Thomas Lippman, experto del The Middle East Institute, en Washington, no es que la guerra haya dinamitado las negociaciones, sino que estas nunca tuvieron posibilidad de prosperar.
En declaraciones a EFE, opinó que los israelíes quieren normalizar lazos con Arabia Saudí pero "no hay ningún motivo" por el que los saudíes quieran un acuerdo de ese tipo, además de que Estados Unidos nunca habría cedido en un pacto de defensa con Riad.
"Nunca me he creído esta historia. Y ahora, cualquier acercamiento de los saudíes con Israel le haría el juego a Irán abandonando a los palestinos", señaló Lippman.
En cambio, Juan Luis Manfredi, titular de la cátedra Príncipe de Asturias de la Universidad de Georgetown, sostiene que hace tiempo que la causa palestina dejó de ser una prioridad en la política exterior de los saudíes y el resto de monarquías del golfo Pérsico.
Este experto en Relaciones Internacionales sí cree que a Riad le interesa "mantener una relación de buena voluntad" con Israel en una región en la que el Estado judío ha logrado "buenos pasos" hacia la normalización diplomática con varios actores regionales.
Sin embargo, coincide con Lippman en que la guerra entierra, al menos de momento, cualquier posibilidad de entendimiento: "Pienso que habrá que esperar otra vez a la pacificación y a la calma para recuperar un proceso de paz que cuente con Arabia Saudí", concluye Manfredi.