El presidente de Hungría, Viktor Orbán, aprobó una ley que castiga con prisión a los ciudadanos que ayuden a los migrantes y desmorona el sistema de asilo a refugiados.
El mandatario, que llegó a la presidencia con discursos de odio y miedo a los refugiados, se ha negado a la cuota, que les corresponde a los estados miembros de la Unión Europea, de acogida a migrantes que huyen de sus lugares de origen por la guerra.
El mandatario asegura que los refugiados son una amenaza a la civilización cristiana húngara.
La medida, conocida como Ley Stop Soros, fue aprobada por el parlamento húngaro, donde la mayoría mantiene posturas ultraconservadoras.
La ley otorga hasta un año de prisión a las personas o entidades que brinden algún tipo de ayuda a los migrantes.
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En ese sentido, se prohíbe de manera legal informar a los migrantes sobre cómo pueden pedir asilo en Hungría. También ordena el desmantelamiento del sistema de asilo húngaro.
La medida, aprobada en el día mundial de los refugiados, es parte de las acciones para contra la migración y ha sido lanzada pese a las advertencias de la UE y de los organismos de derechos humanos.
Las victorias consecutivas de Orbes en los comicios de abril pasado han permitido que su partido, el nacionalista y eurófobo Fidesz, apruebe también una reforma a la Constitución para prohibir el reasentamiento de extranjeros en Hungría y que se declare que la composición de la población de ese país no sea modificada.
Además de endurecer sus políticas migratorias, el gobierno húngaro ha blindado su frontera con una doble valla electrificadas.
En 2015, Hungría encontró en sus fronteras a miles de migrantes que escaparon de la guerra y que buscaban cruzar el país para seguir su camino. El país centroeuropeo no ha dado asilo a ninguno de los 1200 refugiados que le tocan por el reparto comunitario.
Con información de El País
cbl