Comunidades incel en redes sociales difundieron mensajes de apoyo al agresor del ataque en el Colegio de Ciencias y Humanidades (CCH) Sur de la UNAM y convocaron a organizar actos violentos en otros planteles universitarios.
En páginas como Fans de Lex Ashton en Facebook, usuarios compararon el caso con matanzas internacionales y alentaron la incorporación a grupos de mensajería para planear “acciones similares a las de nuestro líder Lex”. Estos mensajes circularon dentro de la llamada “manosfera”, espacio virtual donde confluyen foros y páginas marcadas por discursos de odio y resentimiento.
El ataque en CCH Sur y la subcultura incel
Contexto: Lex Ashton, de 19 años, atacó con un arma blanca a Jesús Israel, de 16, el 22 de septiembre en el CCH Sur. La víctima se encontraba acompañado de su pareja al momento de la agresión.
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Días previos al hecho, el agresor publicó mensajes en grupos de ideología incel. El término “incel” proviene del inglés "involuntary celibates" o “célibes involuntarios” y se originó a finales de los años 2000 como un foro en línea que más tarde adoptó un perfil radical.
¿Qué es la cultura incel?
Los integrantes de estas comunidades suelen identificarse como hombres jóvenes que explican su frustración por la falta de vínculos afectivos o sexuales mediante factores externos como la genética o la desigualdad social. En sus foros circula un lenguaje propio:
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- Foid: término despectivo hacia las mujeres.
- Chad: hombre considerado atractivo y exitoso.
- Broceles: forma de referirse entre los miembros como una hermandad.
- Retribuir: concepto que describe actos de venganza o violencia.
En sus publicaciones, Lex Ashton expresó inconformidad con su vida afectiva y usó referencias de la llamada “píldora negra”, corriente que rechaza la autoayuda y promueve un discurso extremo.
Mensajes de radicalización en foros
Conversaciones obtenidas en chats de grupos como Admin-cels OG y Farmacia Curincels muestran que Ashton compartió sus planes antes del ataque y recibió mensajes de apoyo. Algunos participantes incluso le sugirieron formas de ejecutarlo.
- Un administrador, identificado como ThJoker Morningstar, prometió que si Ashton concretaba su “retribución”, aparecería “en portada” de la comunidad.
La subcultura incel ha sido relacionada con al menos 12 ataques en diferentes países hasta 2022. Entre los casos más citados por estas comunidades están Elliot Rodger, responsable de una masacre en California en 2014, y Alek Minassian, quien realizó un atropellamiento masivo en Toronto en 2018.
Llamado a vigilancia en la UNAM
Especialistas en temas sociales y de salud mental señalaron que el caso de CCH Sur representa un punto de atención para la comunidad académica y familiar.
El sociólogo Aldo Bravo, en entrevista con MILENIO y #EnTrending, afirmó que estos grupos concentran principalmente a jóvenes que atraviesan procesos de aislamiento y soledad. Explicó que la carencia de habilidades sociales, agravada durante el confinamiento por Covid-19, sumada a expectativas de género, influye en la expansión de este tipo de colectivos.
Silvia Soler, directora interina del Instituto de Liderazgo Social y Bienestar (ILSB), señaló en entrevista con Proceso que la respuesta debe ser integral. Indicó que no basta con sancionar, sino que se requieren referentes y discursos alternativos para que los jóvenes construyan su identidad sin recurrir a expresiones violentas.
El psiquiatra Andrew Thomas, de la Universidad de Swansea, advirtió que el fenómeno incel debe abordarse como un tema de salud mental, aislamiento y percepción de discriminación, más allá de los marcos policiales.
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Riesgos en planteles universitarios
Ante la aparición de mensajes que promueven replicar la violencia dentro de instalaciones de la UNAM, autoridades y especialistas remarcaron la necesidad de reforzar los protocolos de seguridad y fortalecer la atención psicosocial en el ámbito educativo.
El caso de Lex Ashton, diagnosticado previamente con un episodio depresivo mayor moderado y probable trastorno sociopático, además de antecedentes de acoso escolar y conflictos familiares, evidenció cómo la vulnerabilidad individual puede intensificarse dentro de comunidades digitales radicalizadas.
VGB