En la Ciudad de México, la mayoría de los puestos ofrecen bolsas de un solo uso, platos de unicel y hasta popotes, sin embargo hace cinco años se prohibió el uso de estos productos.
Carlos del Razo, presidente de la Academia Mexicana de Impacto Ambiental (AMIA), explicó a La Silla Rota que este problema es debido a diversos factores entre ellos debilidad institucional, junto a la cultura de vendedores y consumidores.
Contexto: El Programa Basura Cero prohibió la comercialización, distribución y entrega de bolsas de plástico en 2020 y, en 2021, de los productos plásticos de un solo uso.
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La Silla Rota realizó un recorrido por el Mercado Hidalgo, donde se observó que los puestos de comida, carnicerías, pollerías, verdulerías, fondas, entre otros negocios, siguen empleando bolsas y platos de un solo uso.
Juan, encargado de una fonda de comida corrida, explicó que ellos intentaron eliminar el uso de plásticos con opciones de papel y hasta pidiendo “ayuda” a los clientes para que llevaran sus propios recipientes.
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“Los productos biodegradables tampoco nos servían porque el material era muy delicado… uno que otro trae su topper… pero la mayoría no viene preparada”, comentó.
Además, decidieron informar a los clientes que se cobraría 10 pesos por los recipientes desechables que se utilizaran para desanimar a que los pidieran.
Prohibición de plásticos no responde a la realidad
La prohibición de estos productos no sucedió de la forma esperada, un factor fue la pandemia, “por motivos de inocuidad y de seguridad sanitaria”, explicó del Razo.
Pero señaló que sí ha existido una disminución de residuos en la capital, mientras en 2018 se tenían hasta 13 mil toneladas, para 2023 se calculan 12 mil a 12 mil 500 toneladas.
Daniel, dueño de una pollería, señaló que “es cuestión de educación”, ya que muchas de sus clientas siguen pidiéndole que ponga las piezas de pollo en diferentes bolsas.
“Sí doy bolsas, pero muy pocas… muchas personas reclaman… muchas vienen y te compran una pierna, un hígado y quieren una bolsa de asa”, compartió.
Por otro lado, las personas que se encontraban comprando en ese momento mencionaron que no se sentían dispuestas a traer algún recipiente para llevarse las piezas de pollo por “el asco” de tener toppers oliendo después de su uso.
En las cremerías es la misma historia. Las personas que compran se llevan productos a granel, como jamón, queso oaxaca o crema, en bolsas que no vuelven a utilizar porque ya están “manchadas”.
Carlos del Razo puntualizó que para ver una mejora en este tipo de programas es necesario reorientación y, como muestra de ello, puede recaer en la nueva Agencia de Gestión Integral de Residuos (AGIR).
Además, comentó que se deben regresar a opciones más asequibles para los consumidores y vendedores.
“Antes muchas cosas las empaquetaban con papel, con periódico… Inclusive, algunos productos de comida con hojas de plátano”, apuntó.
Pocos negocios no dan bolsas
En todo el mercado, pocos negocios siguen esta regla de no dar bolsas de un solo uso. En específico, se encontró una verdulería y frutería en la que se entregan los productos directamente a las personas.
Los clientes llevan bolsas de tela, costales o carritos en los que les colocan cada uno de los productos que les van surtiendo los trabajadores.
Sin embargo, muchas de las personas que compraron llevan bolsas de plástico por las otras compras que hicieron de su mandado.
El unicel, otro de los problemas
Al hablar con Faby, dueña de un puesto de elotes y esquites, mencionó que intentó introducir bolsas hechas de caña de azúcar, sin embargo se derretían por el calor de los mismos alimentos.
“¿Cómo despacharías un esquite caliente, un elote caliente? No hay forma, y luego no puedes dejar de dar bolsas porque si se llevan varios y la señora ya viene de trabajar, ¿cómo los despachas?”, aclaró.
Además, comentó que es casi uno entre 100 clientes los que llevan sus propios recipientes para llevarse algún producto.
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Ellos utilizan vasos de unicel y cubiertos de plástico, los cuales, si bien son reciclables, no son biodegradables ni compostables, por lo cual pueden durar hasta 1,000 años en el ambiente.
Como advirtió Carlos del Razo el dejar de ver estos productos está muy lejos de la realidad y, tan solo hay que considerar que una persona puede consumir hasta 70 mil piezas de plástico al año en alimentos y bebidas.
VGB
