TERREMOTO 1985

“Me preparaba para el Maratón de la CDMX… y vi caer el edificio Nuevo León”

El 19 de septiembre de 1985, Cuauhtémoc Abarca vio caer el edificio Nuevo León en Tlatelolco. A 40 años del sismo, advierte que los reglamentos, manuales de Protección Civil y alertas sísmicas son inútiles si persiste la corrupción en la construcción y supervisión de edificios

Créditos: Raúl Estrella / La Silla Rota
Créditos: Raúl Estrella / La Silla Rota
Escrito en METRÓPOLI el

A las 7:19 de la mañana del 19 de septiembre de 1985, Cuauhtémoc Abarca se encontraba en el jardín que separaba su edificio, el Yucatán, del coloso de concreto que entonces era el Nuevo León, en la Unidad Habitacional Tlatelolco. Mientras calentaba para su entrenamiento rumbo al segundo Maratón de la Ciudad de México, la tierra empezó a temblar.

No hubo simulacros ni alerta sísmica que advirtiera lo que venía, sólo el estruendo del edificio de 15 pisos al desplomarse. “Me tocó estar envuelto en la nube de polvo que se generó, en el momento de silencio que le siguió y que fue interrumpido por los gritos de los sobrevivientes”, recuerda Abarca, en entrevista con La Silla Rota.

En ese entonces, Cuauhtémoc tenía 31 años y ese amanecer de 1985 le cambió la vida por completo: pasó de ser médico y administrador vecinal a convertirse en uno de los dirigentes sociales más visibles tras el terremoto.

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Cuarenta años después, de pie en el mismo lugar donde organizó la búsqueda de sobrevivientes segundos después del sismo, lanza una advertencia: “De nada sirven los reglamentos, de nada sirve que haya director residente de obra (DRO) supervisando los nuevos inmuebles, si hay corrupción en su construcción”.

Rescatista en short y sin herramientas

Abarca vivía en el edificio Yucatán, un inmueble tipo A, de los llamados chaparritos, ubicado a escasos 20 metros del edificio Nuevo León. 

Raúl Estrella / La Silla Rota

Esa mañana esperaba a dos amigos para trotar rumbo al Jardín Santiago. “Uno llegó momentos después del sismo, me ayudó a sacar sobrevivientes. El otro, vecino del Nuevo León, no llegó. Ya no llegó”.

Según el Servicio Sismológico Nacional, el sismo del 19 de septiembre de 1985 duró poco más de dos minutos; sin embargo, para Cuauhtémoc fue una “eternidad”. “El tiempo se volvió como una dimensión elástica. Tenía la sensación de que todo estaba sucediendo en cámara lenta”.

Cuando la nube de polvo se disipó, Abarca corrió, en short, a buscar a sobrevivientes, a sacarlos de entre los escombros. “Jamás pensé que se fuera a caer el Nuevo León, era como pensar en ciencia ficción”.

Ese mismo día, junto con sobrevivientes y vecinos, redactó un primer pliego de necesidades. Al día siguiente organizaban reuniones con FONHAPO y para el 23 de septiembre ya tenían un pliego petitorio dirigido a las autoridades.

Así nació la Coordinadora de Damnificados, una red que desafió al poder político y luchó por la reconstrucción de Tlatelolco después del terremoto de 85. “Monsiváis lo llamó el nacimiento de la sociedad civil en México”, recuerda. 

Gracias a esa presión organizada se frenó el intento gubernamental de expulsar a los habitantes de Tlatelolco y de varias colonias populares del centro de la ciudad. El plan oficial era reubicar a las familias damnificadas en zonas periféricas, como Huehuetoca o Tultitlán. “Querían vaciar Tlatelolco para meter oficinas de gobierno. Lo evitamos”, señala con firmeza.

Asimismo, comenzaron a desarrollarse diferentes programas de protección civil que se han traducido en el Sistema Nacional de Protección Civil, la creación del Sistema de Alerta Sísmica, la realización de simulacros y la creación de manuales de construcción para nuevos inmuebles.

Raúl Estrella / La Silla Rota

“De nada sirven los reglamentos, si hay corrupción”

No obstante, sentencia, todo esto de nada sirve, si se mantiene la corrupción, que causó la muerte de miles de personas durante el sismo de hace 40 años. 

“(En 1985) Hubo edificios que no tenían por qué caerse, pero se vinieron abajo porque no usaron acero de la calidad debida. Eso fue lo que provocó muertes y nunca hubo justicia”, acusa.

Cita como ejemplos el Hospital General, el Juárez, el CONALEP, la torre de Obstetricia. “Sabemos que hubo corrupción, materiales de mala calidad, acero que no era el adecuado, falta de mantenimiento. Y nadie fue responsable”.

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Es por ello que afirma que de “nada sirve” que haya manuales, simulacros y alertas, si se mantiene la corrupción.

"La corrupción todavía no se ha combatido con el denuedo que se necesita y por eso siguen ocurriendo cosas que no tendrían por qué pasar. Un ejemplo reciente fue lo de la pipa de gas en Iztapalapa que si hubiera sido conducida con cuidado y su sistema de válvulas hubiera tenido el mantenimiento adecuado, probablemente no habría pasado lo que pasó. La corrupción tiene muchas caras y hay que combatirlas todas, porque no hacerlo nos expone a distintos tipos de riesgo".

“Tenemos que luchar contra la corrupción en todas sus formas porque de esa lucha y de su éxito dependen nuestras vidas”, insiste.

Cifras oficiales, una verdad a medias

Las cifras oficiales del sismo de 1985 siempre han sido un punto de controversia. Según el Gobierno de México el terremoto de 8.1 grados de magnitud y poco más de dos minutos de duración, provocó el colapso de más de 30 mil viviendas y dejó un saldo oficial de 6 mil muertos.

Sin embargo, para Cuauhtémoc Abarca, estas cifras están lejos de la realidad. Él cree que la cantidad de víctimas fue mucho mayor, una verdad que las autoridades trataron de ocultar por intereses políticos. "La autoridad intentó minimizar el número de víctimas... fue un juego político, no fue real el número que manejaron", asegura.

Abarca recuerda que muchos cuerpos jamás fueron identificados y terminaron en tiraderos de basura. 

"Aquí en el caso del Nuevo León, por ejemplo, la familia del tenor Plácido Domingo nunca apareció, ¿a dónde quedaron sus cuerpos?, pues quién sabe", comenta.

djh