En las últimas semanas, decenas de familias han sido expulsadas de sus hogares en zonas céntricas de la capital. El 27 de agosto, 19 familias fueron desalojadas de la calle República de Cuba 11, en el Centro Histórico, donde permanecen a la intemperie con casas de campaña y pertenencias.
Un día antes, 22 familias abandonaron sus departamentos en Tonalá 125, Roma Norte, tras la intervención de fuerzas policiales.
Aunque dejaron muchas pertenencias dentro de los inmuebles, ahora enfrentan la vulnerabilidad de vivir en la calle. Los afectados contaron que cuidaban los inmuebles que estaban en trámite de compra mediante créditos gubernamentales, tras la muerte del propietario original sin testamento.
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¿Quiénes se ven más afectados y cuáles son sus riesgos?
Adultos mayores y familias de varias generaciones son los más golpeados. Diana González, de 62 años, y Xóchitl Pérez, de 54, relatan cómo la intemperie, las lluvias y el frío agravan su situación. Muchos enfrentan escasez de alimentos, agua y servicios básicos, mientras intentan proteger lo poco que les queda.
El desalojo también ha afectado a comedores comunitarios, esenciales para personas con bajos recursos o discapacidad.
Usuarios como Marta Laura expresan indignación por la clausura de estos espacios de apoyo, que consideran vitales para la supervivencia de los más vulnerables.
¿Por qué ocurren estos desalojos y qué papel juegan las autoridades?
La maraña legal, la especulación inmobiliaria y la turistificación de la ciudad son factores clave. Activistas como Eri Kimura, del Frente por la Vivienda Joven, señalan que la cercanía del Mundial 2026 acelera estos procesos.
Además, los desalojos se acompañan de criminalización, con acusaciones de invasión y persecución penal a vecinos que defienden sus hogares. Algunos han sido encarcelados bajo cargos de extorsión o por organizar la defensa vecinal.
Este contexto genera miedo y desconfianza, mientras los desplazados intentan mantener vigilancia sobre los departamentos que añoran recuperar.
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Aunque no todos saben si asistirán a la marcha contra la gentrificación programada para el próximo domingo, su situación simboliza la crisis de vivienda y el descontento social que se intensifica en la Ciudad de México.
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