La explosión de una pipa, que se produjo en las cercanías del Puente de la Concordia, en la alcaldía Iztapalapa, Ciudad de México, dejó una estela de pánico y personas heridas, con relatos de terror que emergen de quienes presenciaron el incidente o sufrieron sus consecuencias.
En La Silla Rota te presentamos dos testimonios clave, los de Ángel Armas y Manuel Jiménez Bonilla, los cuales ofrecen una visión cruda del impacto del suceso.
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Víctimas "se veían como zombis" por quemaduras
Ángel Alberto Armas se encontraba transitando por la zona en el momento de la explosión. Relata que venía bajando el Puente de la Concordia, con dirección al periférico, cuando el caos se desató.
"De repente nada más vi cómo salió la nube de de gas o no sé la verdad cuando vi. Ya después vi la flama," recuerda Armas. La visión fue tan impactante que, al ir acompañado de su esposa, quien se espantó, su primera reacción fue "dejar el carro y bajarme con mi esposa". Posteriormente, fueron llamados por la patrulla para brindar apoyo.
Armas aclara que no estaba justo en el carril afectado, sino "bajando del puente de la Concordia" cuando todo explotó. La escena que presenció fue desoladora. "Sí vimos a tres personas," afirma. Entre ellas, un joven al que le estaban echando agua para tratar sus quemaduras y una señora. Sin embargo, el trauma de su esposa fue su principal preocupación. "Me enfoqué mi esposa porque pues como que estaba sufriendo un trauma de que estaba espantada, me enfoqué más en ella".
A pesar de su enfoque en su esposa, Armas pudo describir las impactantes heridas de las víctimas. Las quemaduras, calculó, parecían ser "más de tercer grado". Su descripción, aunque dolorosa, intenta graficar la gravedad:
"(Se veían) como los zombies, así como con quemaduras, su piel desgarrada". Armas enfatiza el impacto emocional del evento, afirmando con convicción que "la verdad sí, no fue un momento sí, o sea, de terror, de miedo, la verdad". Añadió una reflexión sobre la fortuna de no haber estado más cerca: "imagínate un minutito más que me hubiera yo pasado o algo así, o sea, hubiera estado acá, pero gracias a Dios no".
Manuel Jiménez Bonilla: La Tragedia en su Familia
Manuel Jiménez Bonilla se enfrenta a una situación familiar angustiante, ya que su hermano, Juan Carlos Bonilla Sánchez, y su sobrino, Juan Ángel Bonilla Vázquez, fueron víctimas del accidente. Manuel explica que su hermano, de 40 años, y su sobrino, de 20 años, venían de la Central de Abastos Iztapalapa y se dirigían a Textoco, para luego llevar la mercancía a su negocio en San Vicente Chicoluapan. "Explotó una pipa y lo alcanzó a afectar a mi hermano," relata Jiménez Bonilla.
Ambos, su hermano y su sobrino, sufrieron quemaduras. Aunque los familiares ya se encuentran en el hospital de Ermita Iztapalapa donde fueron trasladados, Manuel Jiménez Bonilla señala que "no nos han dicho nada" sobre la gravedad de las quemaduras. Él mismo fue enviado por el carro, donde se transportaban los productos para su negocio.
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Un detalle relevante es que, a pesar de la distancia del vehículo de la pipa, el "flamazo lo alcanzó bastante". Este hecho subraya la magnitud de la explosión, que pudo afectar severamente a un auto que no estaba en la inmediatez del epicentro del accidente. La familia se mantiene a la espera de noticias sobre el estado de salud de sus seres queridos en el hospital.
Un acto heroico y consecuencias devastadoras
El impacto de la explosión también se hizo sentir en el paradero de Santa Marta, donde Rosa Isela Carrillo Matías relata la desgarradora historia de su madre y su sobrina. Su madre, quien trabaja como checadora en dicho paradero, fue víctima del incidente junto a su sobrina. "El incidente sucedió en cuestiones de minutos", recuerda Rosa Isela. En un acto de heroísmo y amor, la madre "con su cuerpo la protegió" a su sobrina.
Como resultado de este noble acto, la sobrina de Rosa Isela, quien la acompañaba a trabajar, sufrió "quemaduras de tercer grado, pero ya está un poquito estable". Lamentablemente, el sacrificio de su madre tuvo un costo devastador: "mi mamá recibió el 90% de quemaduras del cuerpo". Este testimonio añade una capa de profundo dolor y admiración a los relatos de la tragedia, destacando el instinto de protección maternal en medio del caos.
djh
