El tráfico comienza desde Metro Guelatao y se arrastra por más de cinco kilómetros hasta cruzar Río Churubusco. Son las ocho y media de la mañana y la Calzada Ignacio Zaragoza parece un estacionamiento interminable.
Dentro de los camiones y combis, los pasajeros están desesperados, van tarde a sus trabajos. Algunos duermen lo que no pudieron en sus camas; otros miran resignados sus teléfonos con los audífonos puestos. En la calle, motociclistas, autos particulares, combis y tráileres protagonizan una guerra por ver quién avanza primero sobre el único carril disponible de los cuatro que normalmente conforman la calzada.
Los otros tres carriles están ocupados por maquinaria, trabajadores y muros que rodean un socavón abierto a la altura de Canal de San Juan. Más adelante, a la altura de Río Churubusco, otro hundimiento bloquea por completo la lateral de Ignacio Zaragoza.
Estos dos socavones han paralizado la principal entrada del Oriente a la Ciudad de México. Las dos cavernas están en dirección al Centro, lo que ha convertido el trayecto diario de miles de personas en un martirio que les roba horas de vida.
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Contexto: lo que ocurre en la Calzada Ignacio Zaragoza no es un hecho aislado. De acuerdo con datos oficiales, en lo que va de 2025 la capital ha registrado 37 socavones en vías primarias, bajo responsabilidad del Gobierno de la Ciudad y 116 en vías secundarias, administradas por las alcaldías.
La cifra de socavones ya es mayor a la de todo el año pasado. En 2024 se reportaron 39 socavones en vías primarias y 91 en secundarias, un total de 130.
Lo que significa que, a falta de cuatro meses para que termine 2025, las autoridades ya registran 23 socavones más que en todo 2024. “En ocho meses ya alcanzamos las cifras de 2024”, reconoció el secretario de Gestión Integral del Agua, José Mario Esparza Hernández.
El funcionario atribuyó el número de socavones a las lluvias “extraordinarias” de este año. “Estamos ante la época de lluvia más intensa de las últimas décadas. La gran cantidad de agua satura los colectores y mete presión a las tuberías. Esa presión genera fisuras que derivan en cavernas bajo la carpeta asfáltica, y al colapsar se forman los socavones”, dijo.
Socavones duplican tiempos de traslado
“Antes hacía 40 minutos de La Virgen a metro Zaragoza; ahora son hasta 90. Es terrible, muy terrible”, dice Alejandra, cocinera de 50 años, quien todos los días debe mandar fotos del embotellamiento y su ubicación en tiempo real a su jefe para justificar los retrasos.
“Me levanto a las seis de la mañana y llego a las 10 a trabajar y no tengo hora de salida, porque lo que me tardo aquí lo tengo que reponer en la taquería. Termino llegando a casa a las 11:30 de la noche. Es horrible, nefasto vivir así. Yo aquí vengo completando mi sueño”, lamenta.
El malestar se repite en cada asiento. Mónica Rivera, trabajadora doméstica que viaja desde Valle de Chalco a Pantitlán, asegura que su trayecto pasó de hora y media a más de dos horas y media. “Te desesperas, te cansas, te da estrés”, cuenta en entrevista.
Para los automovilistas la historia no es distinta. Estefani, quien conduce todos los días desde Chalco hasta la colonia Doctores, calcula que gasta mil pesos semanales en gasolina por el tiempo extra detenida en Zaragoza.
“De Chalco al Centro me hacía una hora y media, ahora hasta tres. Sólo en el tramo de Tepalcates a Canal de San Juan son 40 minutos más. En Japón lo arreglan (el socavón) en dos días; aquí nos dicen dos semanas o más”.
Los motociclistas tampoco escapan. “De San Miguel Teotongo al Centro me hacía una hora, ahora una hora y media. Aunque la moto ayuda, uno pone en riesgo su vida entre camiones y autos”, señala Héctor.
“Gastamos más diésel y perdemos pasaje”
Además de trabajadores y estudiantes, los choferes de transporte público también se han visto afectados por el intenso tráfico en Calzada Zaragoza. Sin embargo, para ellos, no solo representa pérdida de tiempo, sino también de dinero.
José Enrique, de la ruta Valle - Zaragoza, calcula que sus vueltas se duplicaron en tiempo: “Antes hacía 45 minutos, ahora hasta dos horas. El pasaje está molesto, todos quieren llegar”. Esto ha representado un golpe a su bolsillo de hasta 300 pesos por jornada.
Rafael, otro conductor que cubre el tramo desde Tepalcates, explica que antes podía hacer una en hora y media; hoy, puede tardar hasta tres horas. “Hay un montón tráfico. Avanzamos a vuelta de rueda y el gasto en diésel se nos fue al cielo”, señala en entrevista.
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La ruta 37, que corre del metro Aeropuerto a Minas, también está afectada. Peña, uno de sus operadores, estima que ahora tarda el doble de tiempo en cada recorrido. “Antes 45 minutos, ahora hora y media o más. El pasaje ya ni se sube, se va por otro lado, agarran otras alternativas porque aquí ya es un caos, es menos ingreso para nosotros”, resume.
Vecinos advirtieron sobre socavón
El problema, sin embargo, no comenzó con el colapso de la carpeta asfáltica. Para Carmen, vecina de la zona, todo empezó como un bache, después un hundimiento pequeño, hasta que el asfalto cedió.
“Primero era un bache, luego un hoyo... y hasta que no cayó algo pesado, pasó esto. Aquí circulan muchos camiones muy pesados. Se había reportado, pero nadie vino. Esperaron a que se hiciera un gran socavón”, cuenta
Vive a unas calles de la Calzada Zaragoza y, como otras familias, ha visto cómo el tráfico invadió también las calles secundarias. “Es una calle que conecta con avenida Texcoco, antes sí transitaban autos, pero ahora es un caos. Para salir de casa es un tormento diario”, asegura.
Para niños, adultos mayores o personas que caminan por la zona, los riesgos se han multiplicado. Entre maquinaria pesada, vallas, tráfico desbordado y banquetas reducidas, “ya ni caminar se puede bien”, dice Carmen, quien se dedica al hogar y también ha tenido que ajustar su rutina.
Socavones de gran dimensión
En el caso específico de Zaragoza, los daños son mayores a lo habitual. Según Esparza, uno de los hoyos mide más de cuatro metros de profundidad y hasta 14 de longitud.
Por su complejidad, la reparación requiere técnicas de ingeniería de alto riesgo, como la instalación de tablaestacas, placas de acero que contienen los costados, para evitar que los muros cedan y garantizar la seguridad de los trabajadores que realizan el relleno y la compactación.
“Uno estará listo en menos de 15 días y el otro en un mes. Son obras grandes, que requieren seccionar la vialidad, meter material capa por capa y compactar, porque de lo contrario el socavón puede volver a presentarse”, aseguró el secretario de Gestión integral del agua.
La Secretaría del Agua informó que, de los 37 socavones reportados en vías primarias este año, 23 ya fueron atendidos por personal propio, mientras que otros fueron canalizados a empresas externas mediante la Dirección de Construcción.
En el caso de las secundarias, 108 de los 116 reportes fueron resueltos directamente por la dependencia, al verse rebasadas varias alcaldías.
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