La mañana del martes 1 de julio, mientras César Miguel Hernández dirigía una sesión de acondicionamiento físico en el gimnasio del Centro Pastoral de Atención a la Juventud, en la colonia San Juan de Aragón, un hombre armado irrumpió en el salón, lo tomó como rehén, lo hincó y le apuntó a la cabeza con un revólver.
Según el testimonio de un trabajador del centro, el agresor, identificado más tarde como José Luis “N”, había sido instructor de danza aérea en ese mismo lugar hacía más de tres años. Nunca superó, dicen, que se le pidiera dejar de dar clases. “Era muy egocéntrico”, relató a La Silla Rota uno de los actuales colaboradores de César.
“Lo corrió el padre que estaba a cargo en ese entonces. César nunca le buscó problemas, al contrario, intentó hablar. Pero el otro no quiso. Nos grababa, decía que usábamos su espacio”.
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Niños escucharon balazos
Eran poco después de las siete de la mañana cuando los primeros vecinos notaron la presencia inusual de patrullas alrededor de la parroquia San José Mártir, ubicada sobre Avenida 606, casi esquina con Avenida 661. Pero nadie les informaba con claridad qué ocurría dentro.
A unos metros, en la escuela primaria conectada al mismo predio, las actividades siguieron su curso. Los niños entraron como cada mañana a las ocho, sin imaginar que del otro lado del muro había un hombre armado con un rehén bajo amenaza de muerte.
“Mi hijo escuchó los balazos y se espantó”, contó una madre más tarde, aún angustiada. Las detonaciones ocurrieron alrededor de las 9:40, según vecinos y trabajadores que se mantenían en los alrededores. Testigos dicen haber escuchado al menos seis disparos.
Durante más de dos horas, autoridades capitalinas intentaron manejar la situación sin violencia. La jefa de Gobierno, Clara Brugada, supervisó el operativo y ordenó el despliegue de equipos especializados. Al lugar llegaron negociadores de la Fiscalía General de Justicia y elementos de la Unidad Metropolitana de Operaciones Especiales (UMOE) de la Secretaría de Seguridad Ciudadana.
Un agente de la Fiscalía intentó convencer al agresor de rendirse. Lo hizo desarmado, dentro del gimnasio. La negociación se prolongó más de una hora. Pero la tensión se salió de control. De forma repentina, José Luis disparó contra el negociador, hiriéndolo con un rozón en el cuello.
La reacción fue inmediata. Los elementos de la UMOE intervinieron para evitar una tragedia mayor. Abatieron al agresor dentro del gimnasio. El rehén, César Miguel Hernández, fue rescatado con vida. El agente herido fue trasladado a un hospital donde se reporta estable. César recibió atención médica y psicológica; su estado general es bueno, afirma la Fiscalía.
Minutos después de las detonaciones, los alrededores del Centro se llenaron de movimiento. Policías comenzaron a correr, algunos vecinos fueron replegados por seguridad. Luego vino un silencio tenso. Cerca de las 10:30 horas, peritos de la Fiscalía capitalina ingresaron al inmueble. La entrada fue cubierta con lonas blancas.
Elementos de la Policía del Investigación confirmaron a La Silla Rota que el agresor José Luis “N” tenía una carpeta de investigación por el delito de violación y exigía a César Hernández, instructor del gimnasio una importante suma de dinero para “no quemar” el local.
Maestros y vecinos conmocionados
Entre los instructores que colaboran en el Centro Pastoral, el ambiente es de desconcierto. La mayoría son vecinos de la misma colonia. Imparten clases de cocina, música, taekwondo, baile. La convivencia siempre había sido tranquila. “Ese señor ya no trabajaba aquí desde hace más de tres años. Lo conocíamos de vista, pero ya no teníamos relación con él”, dice uno de los maestros.
El conflicto, aseguran, venía de tiempo atrás. José Luis había sido separado de sus funciones tras varios desencuentros con el personal y los responsables del centro. “No aceptaba que ya no era su espacio, nos acusaba de usar lo que era suyo”, cuenta uno de los trabajadores.
Según versiones extraoficiales, José Luis aseguraba haber acondicionado el gimnasio y exigía el pago de una deuda por 600 mil pesos. La Fiscalía capitalina no ha confirmado este reclamo como parte del móvil del ataque, pero maestros del Centro confirmaron a La Silla Rota que el agresor llevaba años insistiendo en que el espacio donde hoy se imparten clases de acondicionamiento físico le pertenecía.
Asimismo, señalan que José Luis acudió en varias ocasiones a reclamar y hostigar al instructor César Hernández; sin embargo, las agregaciones nunca escalaron más allá de palabras.
Hasta las 13:30 horas, el gimnasio permanece cerrado. Las clases fueron suspendidas por el resto del día. El resto del Centro también permanece en revisión. La Fiscalía Antisecuestro investiga los hechos y personal de la Guardia Nacional cuestiona las inmediaciones.
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Mientras tanto, en la escuela primaria, las clases se suspendieron. Algunos padres acudieron por sus hijos cuando supieron lo que había ocurrido. Otros se enteraron hasta más tarde. “No nos avisaron nada. Solo vimos las patrullas”, dijo una mujer al salir del plantel.
lrc
